Ayer dio comienzo el seminario impartido por Robert McKee en la ECAM, que constará de cuatro días y en el que cada uno se abordará un género diferente: comedia, acción, terror y series de televisión.
Texto de Sergio Muñoz y Raúl Liébana
Durante el primer día se abordó el género de la comedia. Para McKee la comedia tiene una pureza que se detecta a través de la risa. El autor del libro «El guion», cree que los críticos, por ejemplo, no les gusta la comedia, ya que en realidad no saben cómo enfrentarse a este género, no saben qué escribir, motivo por el que buscan temas enrevesados en películas de Serbia. Por ello McKee cree que hay que comprender la naturaleza de la risa.
A través de diversas alusiones y chistes concretos sobre Alemania, como uno de los lugares más alejados y menos favorables para generar comedia, McKee afirma que una sociedad se encuentra en peligro en el momento en que es incapaz de reírse. La cuestión que nos podemos plantear a partir de aquí es, ¿cómo pensar los distintos géneros a partir del guion? McKee cree que cada género principal puede llegar reírse de sí mismo.
Comedia vs Drama
McKee explica la comedia a través de la confrontación de dicho género con el drama, como si surgiese a partir de excepciones que le son permitidas y ellas marcasen la diferencia con respecto al drama, por ser aspectos que a este último género nunca le serán consentidos. Pero, ¿cuáles son las características que explican la comedia?
El escritor de drama admira el espíritu humano, le interesan los conflictos profundos, mientras que el escritor de comedia es cínico, piensa que, en la mejor de las circunstancias, el ser humano siempre encontrará una forma de fastidiarlo todo. La comedia apela al intelecto y requiere de un espíritu crítico, de modo que dos ideas que no se asociarían a priori, al fundirlas, provocan la carcajada. Esto es precisamente lo que le interesa a McKee, por ser uno de los principales hechos que distinguen la comedia del resto de géneros; dicho de otra forma, es la inteligencia que se debe poseer para llegar a ese estado.
La mente cómica busca comportamientos en la sociedad cubiertos de avaricia, de estupidez y ataca contra ellos. El drama es universal, la comedia es inmediata y, en general, rápidamente se queda desfasada, trasnochada. Es muy difícil hacer comedia en España y venderla fuera, que funcione, que se entienda y tenga éxito. Hay una limitación de la comedia a viajar y no lo hace tan bien como el género del drama. No obstante, hay aspectos que ayudan a limar estas limitaciones, ya que McKee piensa que hay una cultura trasnacional que va más allá de la frontera de cualquier país. Muchos chistes están basados en ideas y temas iguales en diferentes partes del mundo.
La mente cómica quiere que el mundo sea perfecto. ¿Qué sería de la vida moderna sin la comedia?, se pregunta McKee. El artista cómico tiene la fortaleza moral de mostrar la vida tal y como es. Si el cómico se burla de un comportamiento, no lo hará por la persona en sí, será por la mentalidad que lleva asociado dicho comportamiento.
En otro plano, otra diferencia con respecto al drama, es que para la comedia se permite frenar la pulsión narrativa, introduciendo escenas que no son fundamentales para la narración y de las que se podría prescindir. A modo de ejemplo, McKee cita la secuencia en la que Bill Murray acude al dentista en “La pequeña tienda de los horrores” (Frank Oz, 1986), que no aporta ningún valor al drama y nada tiene que ver con la película. Del mismo modo, mientras que el personaje dramático tiene posibilidad de dar un paso atrás, reflexionar, retroceder cuando quiera, el cómico, por el contrario, tiene una obsesión ciega y va a por lo que desea sin más, idea fundamental para comprender el género.
Otra de las excepciones permitidas a la comedia es la introducción de coincidencias, de elementos azarosos, que no encajarían en el drama. Es decir, todo aquello que opera bajo el concepto “deus ex machina”, o lo que es igual a la resolución de conflictos o, incluso, supresión de personajes, si el guionista lo llegase a considerar necesario, a través de elementos externos, que no se encuentran regidos por una cierta coherencia interna de la escena. Llevando esta idea hasta un extremo, para McKee en la comedia está permitido el uso de azar a lo largo de toda la historia, comienzo, desarrollo y final, ya que el público llega a aceptar que la vida es así. Un ejemplo es «¡Qué noche la de aquel día!« (Richard Lester, 1964).
La base de la comedia
La comedia se manifiesta como un ataque sobre las instituciones sociales, sobre los comportamientos que acarrean consigo y lo hace de forma masiva, sin discriminar. Para ello hay que comprender la diferencia entre lo estúpido y lo divertido. La comedia supone entrar en las instituciones sociales, conseguir que se rían.
La comedia busca mirar en el interior, sin embargo, es importante tener en cuenta que entre sus técnicas se encuentra la huida de la empatía con el espectador. Se debe mantener a los personajes de una forma sencilla, sin una gran complejidad, sin conflictos internos profundos, como ya se ha indicado. Esto es así por la sencilla razón de que en el momento que el público empatice con el personaje, se termine identificando con él, no favorecerá el género, ya que el público, al identificarse con el personaje, no se reirá de lo que le suceda, porque sería como reírse de sí mismo.
La base de la comedia la explica McKee también a través de una suerte de dualidad o ironía cómica. Expresa que la comedia nace en la diferencia entre lo que parece, lo que la mente espera, y lo que realmente resulta ser. En este sentido, distingue entre tres tipos de ironía cómica.
Por un lado, en primer lugar, tenemos al personaje que tiene en su vida un elemento que él considera la causa de su infelicidad, y que hace por lo tanto hace todo lo posible por deshacerse de ello. Sin embargo, a lo largo de la historia descubre que lo que él consideraba la causa de su infelicidad era, por el contrario, una fuente de felicidad.
En el segundo tipo, tenemos a un personaje que lucha insistentemente por conseguir un objetivo. Este personaje realizará todo tipo de acciones voluntarias para intentar acercarse a su objetivo, sin darse cuenta de que todos sus esfuerzos le están llevando a alejarse de él.
Por último, en el tercer tipo, tenemos a un personaje al que las situaciones y acontecimientos de su vida empujan cada vez más lejos de su objetivo. No obstante, al final se descubre que lo que parecía que le estaba alejando de este objetivo estaba por el contrario acercándole hasta la misma puerta del mismo.
Entre las convenciones de la comedia, McKee ilustra cada una de las cuatro convenciones con ejemplos de escenas de películas como «Un pez llamado Wanda» (Charles Crichton, 1985) o «Sigo como Dios» (Tom Shadyac, 2007). Estas convenciones serían el tono, expresado por el autor como “en realidad, a nadie se le hace daño”; la claridad, pues el público no se puede reír si no se entiende la broma; el final feliz; y el ataque.
Tras las convenciones de la comedia, Robert McKee da cuenta de los que él considera subgéneros de la comedia, tanto desde el punto de vista del estilo, como del grado de enfado. En cuanto a los subgéneros estilísticos, detalla dos: alta comedia y baja comedia. El primer tipo de comedia sería el sofisticado, aquel que apela al intelecto. En él, el guionista, con una intención seria, se sirve de un diálogo inteligente dirigido a un adulto con formación. Por otro lado, en la baja comedia su ausencia de sofisticación apela a nuestro niño interior. Estamos en este caso ante una comedia física y bufonesca, que se sirve de gags visuales (comedia de «golpe y porrazo»), lo escatológico y las peripecias propias de la farsa con el objetivo de romper tabúes que alivien al público.
Subgéneros de la comedia
A partir de la premisa que realiza de que la comedia es el arte enfadado, Robert propone la clasificación de la comedia según el grado de enfado. En esta clasificación encontramos la parodia, la sátira y la comedia negra. En la parodia, estaríamos ante una imitación afectuosa que juega con el blanco de su ataque. Por otro lado, en la sátira encontraríamos un cabreo más intensificado, una burla directa dotada de la distancia suficiente como para resultar ilustrativa. Por último, en la comedia negra se desafían los límites de la primera convención (“no se le hace daño a nadie”), ridiculizando e insultando al blanco de su ataque.
Técnica del chiste
Para el estudio y análisis del chiste, McKee lo hace primero a través del análisis de la risa. ¿Qué es la risa? La risa es “la descarga de tensión tras una emoción”; sin embargo, el autor con la definición que más se encuentra de acuerdo es la siguiente: “es una emoción abandonada por el pensamiento”. Así, la estructura del chiste la explica a través del siguiente esquema:
Durante el planteamiento, el público desarrolla una emoción apoyada en la lógica que este ofrece. Sin embargo, el golpe de gracia cancela lógica, haciendo que la emoción, sin lógica en la que apoyarse, continúe con la inercia y sea expulsada en forma de risa. De este modo, la risa consiste en desprenderse de esa una emoción carente de lógica que la sustente. El tema tratado en el planteamiento ha de tener la suficiente candencia como para generar la emoción que luego se pueda romper, y para ello se ha de recurrir a temas candentes.
En cuanto a cómo encontrar estos temas sobre los que crear los chistes, Robert sugiere buscar en el cabreo, ir a por aquello que nos hace hervir la sangre como instituciones o compromisos sociales, tal y como ya se ha comentado. Cabe destacar el manifiesto en defensa del humor que nos hace en este punto, expresando su opinión de que, en estos tiempos de corrección política, ningún tema debería ser sagrado o prohibido a la hora de hacer humor. Robert McKee defiende este argumento concluyendo que cualquier cosa de la que no te rías puede acabar cobrando un tremendo poder, porque se convierte en una distorsión y una amenaza, por lo que cualquier aspecto debería prestarse a la risa.