Visión romántica y fatídica de un estudio sobre la idiosincrasia estadounidense
Siendo el cine de autor de los sesenta liderado y con solvencia a ritmo de innumerables obras maestras del séptimo arte desde Europa y Japón, la producción estadounidense estaba en un proceso de transformación necesario que eclosionaría en los setenta. Así pues, pocos años antes del impacto de los Spielberg, Coppola, Lucas y demás, ya estaban ahí los Scorsese, De Palma o Allen dando el pistoletazo de salida a lo que sería un cine norteamericano renovado, influenciado por la Nouvelle Vague francesa y liberado por fin del restrictivo código Hays. Y es en este contexto, 1969, donde encontramos una obra cumbre como es “Easy Rider” de Dennis Hooper.
Born To Be Wild
Dos moteros greñudos deben emprender un largo recorrido por Estados Unidos subidos en sus Harley Davinson tras actuar alejados de la ley en el contrabando de drogas. A partir de entonces, iniciamos un viaje sensorial acompañados de motivantes temas musicales de la época siendo el primero en sonar el acertado Born To Be Wild de Steppenwolf. Encontramos en esta secuencia de apertura la libertad obtenida por unos protagonistas que vuelan a dos ruedas por un espacio que rezuma la esencia de Estados Unidos. Y es que el Gran Cañón nunca ha sido reflejado con una visión tan romántica, con un cielo de fondo de auténtica fantasía y transmitiendo un incontrolable poder que no se encuentra en los westerns nacionalistas de años atrás, ni si quiera en John Ford. Y es que esta cinta es todo un estudio del país. Un acercamiento que se centra en las cualidades de sus gentes y en un tronco común que une a personajes de diferente índole marcados por unos valores comunes. Así pues, resulta interesante el encuentro entre una mexicana y un estadounidense que ha adaptado el catolicismo por amor. Pero más significativa será la fusión espiritual que se antoja entre el agradecimiento cristiano y la forma de vida en comunas de los hippies. En estas primeras secuencias del filme Hopper, quien coprotagoniza la cinta, nos muestra ese rico surtido de personalidades de un país donde empieza a emerger una nueva manera de pensar pero que se acopla a la perfección a la naturaleza surgida en la nación a lo largo de los años.
La restricción
Los dos personajes principales de la película vuelan libres, se rinden a la irrupción de las nuevas drogas y tratan de establecer su propio camino disfrutando de la cooperación entre gente afín, arrimando a quien lo necesita y siendo agradecidos cuando son ellos los que requieren de la ayuda del prójimo. Igual de libre se mantiene su dirección, desatándose de cualquier convencionalismo, fusionándose a la par tanto con el entorno como con sus protagonistas. No obstante, nos encontramos ante una libertad incomprendida, embrutecida, combatida por quien se erige moralmente como dueño y señor de un país que cree le pertenece. El abogado al que da vida el incipiente rostro de Jack Nicholson quien será unos de los líderes delante de las cámaras la nueva hornada del cine estadounidense, deja bien claro la contradicción en la que viven estas personas. Aquellos que se vanaglorian de defender el valor que reside en la libertad individual, algo muy arraigado a su cultura, son los mismos que actúan de manera violenta contra aquellos que realmente son libres, que juegan lejos de los convencionalismos, que se mueven en libertad respetando a quienes son diferentes a ellos y aprendiendo de todo aquel que decida ofrecerles su confianza, siendo éstos casi siempre los elementos más marginales de la sociedad.