«Les Vampires» es una serie de diez episodios rodada en 1915 que nos muestra el lado más inventivo y folletinesco de la criminalidad francesa.
Resulta complejo ubicar bien dentro de una categoría “Les vampires” de Louis Feuillade, pues bien podríamos hablar de ella como un clásico de cine o, sin embargo, llevarla al terreno de las series. Y es que nos encontramos nada más y nada menos que ante una de las primeras series de la Historia. La obra de un pionero que ya nos dejó cinco entregas de “Fantomas” entre los años 1913 y 1914, las aventuras de un ladrón y el policía que le perseguía que precedió la cinta monumental que hoy nos atañe. Porque “Les vampires” (1915) bebe mucho de estas primeras películas del francés, rescatando el formato folletinesco de la narración, ofreciendo pequeñas historias que se desarrollan de manera lineal y obligan al espectador a no perderse ni una sola de sus entregas. “Les vampires”, si bien juguetea con el fantástico, aunque siempre revelando el misterio de los sucesos que nunca acaban por ser paranormales, puede llevar a engaño con su sugerente título, pues en realidad abarca la difícil lucha de un joven periodista que decide investigar, y a la vez, acabar, con una banda criminal de asesinos y ladrones franceses que se hacen llamar a sí mismos los vampiros.
La pericia técnica…
A partir de esta premisa, Feuillade se valdrá de tomas generales, planos detalle y algunos primeros planos para componer todo su metraje. También descubrirá sobre la marcha el dinamismo que ofrece el colocar la cámara a 45 grados del perfil de los actores. A su vez, encontraremos el uso de anagramas que bailan con la magia del cine y movimientos de cámara que se realizarán en las escenas de acción ubicadas en exteriores. A todo ello, es de justicia destacar una interesantísima dirección coral de actores. Una técnica la del galo más que meritoria teniendo en cuenta la presión sobre la que trabajaba, teniendo que corregir el guion a medida que sus actores eran llamados a filas en plena I Guerra Mundial y dirigir en infinidad de interiores y exteriores durante sus más de siete horas de metraje.
La violencia, los inventos, las explosiones… e Irma Vep
“Les vampires” destaca por su temática, la facilidad en la que se inmiscuye en los terrenos más pantanosos, valiéndose del thriller para sumergirse en un noir más escabroso. Así pues, la serie nos dejará decapitaciones, disparos, robos, engaños… Y al mismo tiempo, desplegará un innumerable surtido de inventos maquiavélicos dignos de las novelas de espías más inverosímiles. Venenos, artimañas para paralizar al contrincante, persecuciones de coches, tiroteos sobre el tejado de un tren en marcha, luchas de poder entre clanes rivales, muertes y apariciones de nuevos personajes e incluso un plan de escape que consiste en disparar un cañón desde una ventana haciendo volar un barco. También reconoceremos sexo encubierto, embriaguez, bailes sugerentes, seducción. Y tanto en el ámbito de la violencia como en el sexual se reconocerá al personaje más carismático de la saga, superando a su protagonista Philippe o a su inseparable y bufonesco ayudante Mazanette, cuyo papel irá creciendo a medida que se adelante la trama, demostrando de nuevo el carácter improvisado del relato. Hablamos de la enigmática Irma Vep, paradigma de la mujer fatal que dominaría el cine negro clásico posterior. El rol que desempeña la actriz Melle Musidora encarna la vileza parisina más descarada. Irma Vep desprenderá la perversidad de quien confiesa numerosos asesinatos, valiéndose siempre del engaño, utilizando mil y un disfraces y argucias a medida que avanzan los episodios. Un personaje que de manera poco sutil demuestra su atracción por el poder, encamándose con los líderes criminales más peligrosos. Una luchadora incansable que nos deja a uno de los villanos más perdurables en la memoria de la Historia. Una figura enigmática marcada por un aurea que aun despierta el interés de muchos cineastas y sobre el que el director francés Olivier Assayas quiso explorar, en tanto al personaje como al poder de la imagen y la reformulación de ésta, en su cinta de 1996 titulada, como no podía ser de otra manera, “Irma Vep”.
Dominio público
A día de hoy, esta serie centenaria se puede ver haciendo una búsqueda rápida en la web al ser de dominio público. Además, la poca duración de sus episodios, con 15 minutos el capítulo más corto y una hora el más largo, amenizan el visionado completo del filme al estar dividido en partes diferenciadas y resolutivas que dejan la trama principal abierta buscando la necesidad del espectador por seguir disfrutando de las aventuras de sus protagonistas.