Mar. Mar 19th, 2024

Primera adaptación de la novela homónima de Shusaku Endo coguionizada por el mismo.

A tenor del estreno de la nueva película de Martin Scorsese, «Silencio», decidimos elaborar una crítica comparada respecto al filme anterior dirigido por Masahiro Shinoda.

Con una prólogo ilustrado donde se muestran mapas y personajes y una voz en off nos sitúa en su contexto, nos introducimos en el Japón feudal del siglo XVII y la llegada de dos jesuitas portugueses a sus costas. Procedentes de Macao, se sumergen en la búsqueda de su mentor, el Padre Ferrera, desaparecido desde hace 20 años. Tras un breve periodo de aceptación del cristianismo, el gobierno nipón se ha propuesta acabar de raíz con esta religión tomando las medidas más drásticas posibles.

Las diferencias

Con un guion a cuatro manos entre el escritor de la novela y el cineasta Masahiro Shinoda, nos son pocas las diferencias que encontramos entre éste último y la adaptación realizada por Martin Scorsese. Mientras el estadounidense se posiciona desde primer momento desde el lado de la fe, en la película de Shinoda encontramos un punto de vista mucho más amplio. La «Silencio» de 2016 nos presenta innumerables revelaciones y reafirmaciones en la fe de sus religiosos. Es una constante la continua retaíla cristiana de la que hacen gala durante todo el filme. De hecho, finalmente acaba por erigirse como un dilema moral donde todo el peso de la cinta recae en el Padre Rodrigues y el dolor y la presión que siente en su interior. Scorsese busca una y otra vez asemejar a su personaje a Cristo, hacerle revivir la pasión que sintió el mesias, subrayar las similitudes entre la situación de desespero que vivió uno y otro. Algo que, finalmente, tan solo nos deja observar el caso de un jesuita que llega a un país extraño, que no tiene ninguna intención de entenderlo y que trata de adaptarlo a su pensamiento. La misma actitud del Padre Rodrigues de la cinta de Shinoda, salvo que en la película de 1971, el director ofrece una visión más amplia del conflicto. Es decir, mientras que Scorsese se recrea en su fotografía en la tensión dramática de la violencia y el monológo interior de su protagonista, Shinoda decide mantenserse algo más distante. Una distancia que nos permite ver lo que ocurre a su alrededor, entender a las personas de aquel país desconocido. Y el mayor ejemplo es el uso del personaje de Kichijiro. Mientras el estadounidense lo utiliza una y otra vez para recrearse en su patetismo y compararlo con la traición de Judas, muy distinto es el peso que acarrea en el filme original. Pues su estudio es mucho más complejo, observamos en ambas películas su confesión como persona débil en un mundo complejo, pero mientras Scorsese se centra en los motivos que lo llevaron a renegar de su religión, el compendio Endo-Shinoda explora su relación con el mundo exterior, la exteriorización de su culpa en el contexto de la sociedad japonesa fuera del ámbito estrictamente católico o gubernamental.

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Lo diálogos en muchas ocasiones son idénticos, pero muy palpable el trato de uno y de otro. Como hemo indicado, Scorsese opta por una aproximación casi visceral, mostrando sin pudor el sufrimiento tanto físico como mental.  Algo que incluso le lleva a rellenar el silencio de Dios que al que da nombre el filme, algo inexistente en «Silencio» de Shinoda. Y es que hay otra gran diferencia entre un filme y el otro, y se encuentra en su epílogo. Cierto momento donde parecen invertirse los papeles. El del norteamericano lo cierra de manera concluyente, sin dejar atisbo a la duda que da pie la conversación con el Padre Ferrera. Acaba por eliminar toda ambigüedad y refugiarse en lo conservador en su plano y dedicatoria final. Una secuencia de lo más tranquila y silenciosa. Muy diferente es el cierre de la versión nipona, visceral a más no poder en su plano final, inquietante y perturbadora escena donde existe mucha más denuncia de la privación de la libertad religiosa que en la secuencia algo panfletaria en la que cierra su película Scorsese.

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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