Mar. Mar 19th, 2024
Director de la pelicula es Robin Campillo

Robin Campillo aborda el movimiento Act Up en París y el impacto del sida desde la homosexualidad en los noventa

La carrera cinematográfica de Robin Campillo no se limita tan solo a su faceta de director con tres largometrajes. Entre sus puntos fuertes, se encuentra el de guionista, y quizás uno de sus trabajos más acertados, certeros y valiosos en ese aspecto sea el que realiza a cuatro manos con Lauren Cantet en la Palma de Oro de 2008 «La clase». Un sello identificativo que se puede palpar con fuerza en la abertura de este su último filme, «120 pulsaciones por minuto», galardonado con el premio especial del Jurado en el pasado,y pesado, Festival de Cannes. Y es que este ambicioso proyecto que busca abordar el movimiento Act Up en París, formado por activistas homosexuales y seropositivos en plena epidemia del sida en los años noventa, cuenta con un inicio poderoso en su capacidad de llevar al medio cinematográfica la acción política de estos jóvenes enfermos con ganas tan instintivas como humanas de vivir. Es por eso que los primeros compases de la película se viven en cierta manera de forma trepidante, porque Campillo contrasta las reuniones de estos jóvenes al modo naturalista de la mencionada «La clase», jugando casi al falso documental, pero a su vez introduce gracias al montaje la acción política, violenta, necesaria, que dota de sentido a la lucha de unas personas que no se resignan a morir. Es además interesante la forma en que inteligentemente se muestra de manera didáctica el funcionamiento de estas concentraciones, utilizando el ejemplo de los nuevos miembros, de los cuales uno acabará siendo el coprotagonista de la historia. También resulta honesto el enfrentamiento mostrado entre ellos, el modo distinto de enfocar el problema y al mismo tiempo la posible solución. Los conflictos que surgen a través de encarar una reivindicación necesaria, la de presionar al gobierno para alertar sobre la prevención del sida, y a su vez, a las farmaceúticas para que aceleren su experimentación ante la imposibilidad de seguir esperando unos fármacos que no llegan. Protestas que se desarrollan en ocasiones desde una violencia controlada que irradia la desesperación y frustración de quienes las protagonizan.

En el Festival de Cannes 2017 ha recibido el premio especial del jurado, queer palm y el FIPRESCI

Política, vida y enfermedad

Hemos hablado de los aspectos más punteros del largometraje, un estudio de la situación magistralmente mostrada que se pierde sin embargo antes de llegar a mediados del relato. Y es que a medida que se desarrolla en pantalla la personalidad de la pareja protagonista, el carácter político de la historia se diluye en los subjetivismos de ambos. Las reuniones dejan de tener importancia (salvo en ocasiones donde se regresa a ellas y sobre todo a sus conflictos), para sumergirse en una historia amorosa y sexual que sirve de excusa para abrir emocionalmente a estos personajes. Aunque quizás se centre demasiado en la explicación de su contagio por la enfermedad. Vivimos finalmente un romance arquetípico de conocimiento, abertura sentimental y decadencia física. La película busca en este último apartado desvincularse de la mera lucha para volcarse en el amor y la muerte, de manera alargada y poco empática, rompiendo la armonía lograda en su tercio inicial y creando un compendio tan diferenciado en el tono, tema y forma que resulta complejo de visionar dándole cierta cohesión a lo mostrado. Aunque al final del filme se regrese al activismo, y su última secuencia nos recuerde que la vida continua.

Frases destacadas:

  • «El condón es la única manera de protegerte del sida»

Tráiler de «120 pulsaciones por minuto»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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