Un panfleto militarista de 144 minutos estéticamente impecable que deleitará a los fans más acérrimos de su director.
El universo de Michael Bay
A lo largo de estas dos últimas décadas pocos directores pueden considerarse los responsables de transmitir los valores que se consideran puramente norteamericanos. Quizás el más reconocible de todos ellos sea Michael Bay, un auténtico auteur que desde el inicio de su carrera siempre ha procurado mantenerse fiel a sí mismo y a su público, para bien y para mal. Paradójicamente, tras el estreno de «Transformers» (2006), Bay se ha convertido en uno de los directores más odiados y al mismo tiempo más rentables de su país de origen. Y aunque esa máquina de hacer dinero que es la licencia de Hasbro no tenga previsto detenerse en mucho tiempo, su director tiene la oportunidad cada cierto tiempo de alejarse de ella e incorporarse proyectos menos ambiciosos y más personales. Hace relativamente poco tuvimos la delirante y muy divertida «Dolor y Dinero» (2013) y ahora le ha tocado el turno a la basada en hechos reales «13 horas: Los soldados secretos de Bengasi«.
Basada en la novela escrita por Mitchell Zuckoff, la película narra como el 11 de septiembre de 2012 el consulado estadounidense situado en la ciudad de Bengasi, Libia, fue atacado por un grupo terrorista fuertemente armado. Un equipo de seguridad privada, formado por ex-militares, hizo todo lo posible por proteger el consulado y a aquellos civiles que lo habitaban.
Para quien conozca las andanzas previas del director esta película no le resultará extraña. Aunque Michael Bay siempre haya destacado por combinar la acción más adrenalínica con la comedia simplona y el americanismo menos sutil, «13 horas: Los soldados secretos de Bengasi» intenta jugar en una liga más próxima a proyectos como «El único superviviente» (Peter Berg, 2013), donde se da más importancia al componente humano que al puramente militar y lo cierto es que es en ese factor en el que más falla la película. Nos encontramos ante dos fragmentos completamente descompensados, ya que sus primeros cuarenta minutos son totalmente anodinos y ya vistos en otras películas del mismo género: el soldado retirado que ahora se dedica a trabajos de seguridad privada y que pasa meses alejado de su familia y a ser posible con un bebé en camino. El personaje de Jack Silva, aquí encarnado por John Krasinski, reúne todos esos tópicos y aunque el actor da la talla y resulta convincente, su personaje no da mucho más de sí. Si a esto le añadimos que no sólo el personaje de Silva, sino los otros seis miembros del equipo tienen el mismo problema, nos encontramos ante un primer acto que intenta dar profundidad a sus personajes y fracasa estrepitosamente.
Hombres de honor
Afortunadamente, en cuanto estalla el segundo acto del film y sus protagonistas entran en acción el ritmo se acelera notablemente y la hora y media restante se vuelve ágil y en algunos momentos consigue compaginar exitosamente la tensión con la acción trepidante. Aquí es donde Michael Bay demuestra que no ha perdido la práctica y resulta toda una delicia ser testigo de tal tormenta de balas y explosiones, algunas de ellas aderezadas con algún que otro desmembramiento que satisfará a todos aquellos que busquen set pieces de acción cruda y explícita. Es a lo largo de este acto en el que nos encontramos con los mejores momentos de la película, como el primer ataque al consulado, donde los dos únicos guardaespaldas del embajador J. Christopher Stevens deben protegerlo a toda costa a pesar de no disponer de los medios ni el tiempo necesario para ello. En muchos momentos podemos palpar el nerviosismo de los personajes y esa agobiante sensación de no saber cuándo ni cómo les van a atacar. La película goza de una intensidad envidiable que sólo descansa en alguna que otra escena puntual, cuando las oleadas de ataques cesan y los protagonistas pueden tomarse unos minutos de respiro.
Por desgracia lo más probable es que el espectador se quede con una sensación agridulce al ver pasar los créditos finales, ya que uno no puede evitar pensar que, de haber realizado una película menos pretenciosa con respecto a sus personajes y más centrada en el conflicto en sí y en los esfuerzos de sus protagonistas por proteger el lugar y a los civiles que se refugian en él al más puro estilo John Carpenter, el resultado final habría sido mucho más satisfactorio. A Michael Bay todavía le queda mucho camino por recorrer y, aunque en ocasiones encuentra la brillantez que consiguió con «La Roca» (1996), hasta que no abandone algunas de sus malas costumbres corre el riesgo de quedarse sin nada que aportar al género que le vio nacer.
Frases destacadas de «13 horas: Los soldados secretos de Bengasi»:
- Bob: “You’re not the first responders. You’re the last resort.”
- Jack Silva: “Just another Tuesday night in Benghazi.”
- Bob: “You’re hired help. Act like it.”
- Mark «Oz» Geist: “I need your eyes and ears. Not your mouth.”
- Rone Woods: “Warriors are trained to retire.”
- Jack Silva: «You can’t put a price on being able to live with yourself.»
Trailer de «13 horas: Los soldados secretos de Bengasi»:
Pudimos haber salvado al personal de la embajada, con Italia solo a 30minutos del lugar, pero la maldita burocracia de Washington jodio todo! Yo sé lo que es eso tengo dos hijos sirviendo en el ejército De los cuales estoy muy orgulloso