Un descenso a los recovecos de la miseria humana reprimida en un entorno rural de posguerra
Clásico de las letras gallegas
“A Esmorga”, el filme que hoy nos atañe, se trata de una adaptación cinematográfica sobre la novela homóloga que el periodista y escritor español Eduardo Blanco Amor publicó en Buenos Aires en 1959 durante la posguerra española y que no llegó a tierras gallegas hasta 1970. En ella, desde un estilo tremendista, se narran en gallego las casi surrealistas aventuras de tres personajes que se retozan por un medio rural moral y económicamente pobre y abandonado cayendo en todo tipo de bajezas relacionadas con los instintos más primarios del ser humano. La obra se convirtió en un éxito instantáneo que influyó de manera notable en generaciones literarias posteriores, ocupando un puesto muy remarcado dentro del canon literario en letras gallegas.
Sobre Galicia, España y el ser humano
“A Esmorga” juega a dos bandas que saben relacionarse bien sin llegar a caer en artificios que evidencien ninguna irrealidad. Se trata de un fábula, una historia que, por poner un ejemplo que guíe al lector aunque se aleje algo de lo que estamos tratando, se puede parecer a “La naranja mecánica” (Kubrick, GB, 1971), en cuanto a que reúne todo un seguido de vivencias acontecidas en un mismo día, pero que tratan de reflejar las consecuencias de unas actitudes llevadas acabo durante todos los días de su vida. Entonces, por un lado tenemos toda una historia que acontece en unas 24 horas, la juerga que se montan los tres protagonistas, y por otro lado, tenemos una búsqueda por mantenerse bajo los parámetros de lo verosímil que lejos de resultar inconexo, crea un contraste elogiosamente coherente.
En un contexto de posguerra, tres hombres que se mueven por el entorno rural gallego se ven arrastrados por sus propias pasiones a abandonar todo atisbo de responsabilidad y reflexión sobre sus propios problemas sumergiéndose en los vasos de vino y dejándose encandilar por las irresistibles tentaciones de las prostitutas a las que frecuentan. Si bien en muchas ocasiones, este jolgorio llega a ser tedioso o exasperante por sus reiteraciones (las veces que cambian de taberna o simplemente se arrastran por las calles), en otras ocasiones destila trazos muy interesantes sobre la composición de la sociedad gallega del momento. La enfermiza filia de un rico encerrado en su propio rencor y remordimientos, muestra de manera cruel la desdicha de aquel que lo tiene todo y a la vez no tiene nada. Por otro lado, vislumbramos unos sentimientos bondadosos por parte de gran parte de la población femenina aparecida, preocupándose por lidiar con los males de los hombres, situándose a medio camino entre la empatía y la aceptación de un rol de sumisión impuesta por el peso de los años.
Frustraciones
La dirección siempre constante sin enfatizar en exceso las emociones, centrándose en algunas ocasiones en la crudeza y el feísmo, y el colorido continuamente grisáceo y despersonalizado, acompañado de un melancólico y repetitivo hilo musical, muestran una realidad exterior, la del entorno donde se mueven los protagonistas, a la vez que contrasta con un seguido de deseos y pasiones humanas reprimidas por éstos, quienes tan solo son capaces de exteriorizarlas mediante la ayuda del alcohol. Lo que en un principio es una simple borrachera, acabará convirtiéndose en la punta de un iceberg donde se irá mostrando temas tan controvertidos como la violencia, el asesinato, la homosexualidad (no parece casualidad la escena en la que en un show de cabaret Eladio demuestra el artificio de la mujer que cambia su rol por el de un hombre) y sobre todo las pulsiones sexuales ligadas a la frustración personal. Por ello cabrá destacar la última de sus escenas, el desencadenamiento de un seguido de tormentos que se ve truncado en un final efectista, pero inteligentemente gestado y que sabe elaborar una tensión emocional que puede llegar a disculpar el tedio arrastrado por las reiteraciones argumentales anteriormente comentadas. El egoísmo y la falta de empatía acaban por demostrar que el ser humano en un entorno hostil se convierte en un animal muy peligroso para sus propios congéneres, dando rienda suelta a la violencia siempre ligada a la incomprensión y a las carencias a la hora de relacionarse con los demás.
Frases destacadas de «A Esmorga»:
- Cibrán: “Tranquila mujer, que yo siempre cumplo mis tratos”.
- Cibrán: “No se hace un hijo para tirarlo al estercolero”.
- Bocas: “Yo quise pagar, pero el dinero no quiso separarse de mí”.
- Eladio: “¡No me toques que no soy un marica!”
- Bocas: “Yo vine a lo que vine. Y cuando quiero algo, lo consigo”.
- Socorrito: “No puedo tener un hijo contigo porque hueles mal”.
- Bocas: “Cuando andas entre amigos, andas entre amigos”.