Alegato vitalista de la directora de referencia en el existencialismo japonés que invita a experimentar la omnipresencia de la muerte con estoicismo.
Naomi Kawase, paradigma del cine existencialista japonés, inicia su último largometraje con la inquietante presencia de un cadáver flotando entre las gigantescas olas de la isla tropical Amami-Oshima. “Aguas tranquilas” (Still the water) comienza, cual thriller criminal, mediante la investigación de las causas del presunto ahogamiento del nativo anónimo que, según la policía, estarían más cerca de un homicidio que de un suicidio. Los interrogatorios en el instituto nos conducen hasta los dos protagonistas del largometraje Kyoko (Jun Yoshinaga) y Kaito (Nijirô Murakami), dos tímidos adolescentes que viven una historia de amor en secreto.
Las dudas del primer amor
La última película producida por Luís Miñarro describe el terror, los miedos y las dudas que todo ser humano ha experimentado durante su primer amor de juventud. Sin embargo, nos hallamos ante un romance difícil, puesto que los dos adolescentes inexpertos se encuentran inmersos en trágicas situaciones familiares no deseadas. El filme de Naomi Kawase muestra los intensos coming-of-age de ambos amantes. El primero corresponde al del chico, un menor problemático que quiere rebelarse contra el mundo al no aceptar el divorcio de sus padres. El otro análisis de la psicología adolescente se identifica con el testimonio de Kyoko, una niña emancipada sexualmente que presencia los últimos días de vida de su madre enferma de cáncer. Tanto Kyoko como Kaito ven en la manifestación del afecto hacía el otro su única vía para canalizar el dolor que invade sus corazones. De este modo, “Aguas tranquilas” se convierte en una oda vitalista en la que el amor deviene el vehículo para vencer el luto y el abandono.
Manifiesto feminista
El largometraje presentado en la sección oficial del pasado Festival de Cannes es también una historia de reconciliación entre una madre y un hijo. El papel de la mujer -quien a diario se debate entre feminidad y maternidad- es uno de los temas más explorados en la extensa filmografía de la directora nipona, sobre todo en sus múltiples documentales cuya puesta en escena se identifica con el momento que culturalmente representa la realización total de una mujer: su parto. En su compendio artístico hallamos infinitos ejemplos que tratan dicha cuestión, desde la fascinante “Genpin” (2010) hasta “Nacimiento y maternidad” (2006) -mediometraje en que la cineasta se atreve a filmar su propio parto-. En esta ocasión no presenciaremos ningún alumbramiento, pero sí la omnipresente reflexión feminista que definede Kawase en todos sus trabajos. En “Aguas tranquilas” el personaje de la madre de Kaito (Makiko Watanabe) decide ser mujer antes que madre, puesto que su separación conyugal con su ex-esposo no le impide volver a disfrutar de su sexualidad. No obstante, la férrea decisión de la divorciada ocasiona un infortunito distanciamiento con su hijo, quien cree que los actos de su progenitora son antinaturales. En este sentido, el último largometraje de Naomi Kawase presenta el enfrentamiento entre el cavernícola machismo y una feminidad liberadora, problemática que sólo podrán resolver gracias al amor maternofilial que les une, ese sentimiento tan poderoso que todo lo perdona.
Muerte y estoicismo
El rol de la mujer en la sociedad contemporánea no es el único tema que obsesiona a la cineasta de Nara. Naomi Kawase define al hombre como un ser vivo que debe hallar en su existencia dolorosa -siempre acechada por la figura de la muerte- una experiencia reafirmante y fortalecedora. Películas como la inconmensurable “El bosque del luto” (2007) o “Chiri” (2012) -documental el que auguraba el inminente fallecimiento de su abuela- tratan el milenario y delicado sentimiento del luto elevándolo a la bella y tenaz tradición del estoicismo. “Aguas tranquilas” se convierte en un alegato estoico a través del personaje de la madre de Koyko (Miyuki Matsuda), una chamán que se enfrenta a la muerte mirándola a los ojos. Por otro lado, la amenaza que simboliza la portadora de la guadaña parece menor frente al peligro que despierta la fuerza de la naturaleza. El largometraje filmado íntegramente en dicha isla tropical -a excepción de una breve secuencia en Tokio- muestra el planeta en furia con sus peligrosos tifones o las inmensas olas que parecen estar a punto de tragarse la humanidad. Mediante estas espléndidas y temerarias secuencias Naomi Kawase nos recuerda la finitud del ser humano y su dependencia respecto al panteísmo que le rodea.
Frases destacadas de “Aguas tranquilas”:
– Kyoko: “¿Por qué la gente nace y luego muere?“.
– Tía de Kyoko: “Los pensamientos de tu madre llevan el mundo“.
– Madre de Kyoko: “Debes de haber odiado que tu madre sea un chamán“.
– Madre de Kyoko: “Al ser un chamán estoy entre el mundo de los humanos y el de los dioses“.
– Madre de Kyoko: “Conozco el lugar donde están cada uno de los dos cuando mueren pero, ¿cuál será el mío entonces?“.
– Kaito: “El mar me da miedo. El mar está vivo“.
– Padre de Kaito: “Somos padre e hijo, esto nunca cambiará“.
– Padre de Kaito: “Cuanto más lejos estoy de tu madre, más cerca la siento“.
– Kaito: “¿Cómo puedes estar con otro hombre que no sea mi padre? Es antinatural.”
– Kaito; “¡Tu amante murió y acabas de encontrar a otro!“.
– Abuelo de Kyoko: “Estos niños nunca sabrán qué es aquello que yace bajo el mar“.