Acertada en lo cómico, emocionante en lo dramático, reúne las condiciones para pasar una buena tarde (familiar). No apta para los anti-sentimentalismo.
“Con un poco de azúcar esa píldora que os dan, la píldora que os dan, pasará mejor…”. ¿A quién no se le ha activado con el canturreo de esta melodía algún secreto mecanismo psicológico que le conecta con su más inocente infancia? Al encuentro de Mr. Banks es una suerte del making-of en su fase más incipiente y tormentosa de la imperecera Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964), es decir, cuando Walt Disney (Tom Hanks) intentaba comprar los derechos de autor a P.L. Travers (Emma Thompson).
Dirigida por el guionista de Blancanieves y la leyenda del cazador (John Lee Hancock), Al encuentro con Mr. Banks es de una factura impecable: es agradable de ver; la irritabilidad que provoca su protagonista femenina es conmutada en algo cómico con afortunados resultados, y posee ese sentimentalismo marca Disney que logra emocionar al espectador.
Es, sobre todo, una película que, fuera de toda discusión, está objetivamente bien hecha. Algunas transiciones entre el pasado y presente están dotadas de un gran sentido estético, como aquélla en la que el humo del tren decimonónico da paso a las nubes vistas desde el avión poco antes de aterrizar en Los Ángeles. En el óptimo montaje de estos flashbacks reside la clave para entender la narración de lo que se nos está contando, de los que emerge un personaje, el padre de la propia P.L. Travers, Travers Goff (Colin Farrell), que después resultará de lo más relevante en el desenlace del filme.
No sólo de sentimentalismo vive el espectador
Sin embargo, no deseo hacer una ciega apología de Al encuentro con Mr. Banks. Ignoro hasta qué punto la historia es completamente veraz, pero posiblemente no sea demasiado. Sin ir más lejos, la auténtica P.L. Travers no quedó satisfecha con el resultado, pese a que en la película se podría pensar lo contrario. De hecho, la autora no permitió que se hicieran más adaptaciones fílmicas del resto de la serie de Mary Poppins, escarmentada por la película de 1964.
Hubiera parecido extraño, pues, que una película co-producida por Walt Disney Pictures deje en una situación delicada a su fundador. Éste, interpretado por Tom Hanks, aparece reflejado como un hombre comprometido con su trabajo, divertido y con un leve toque de bonachonería. Por su parte, el trabajo de Emma Thompson es apabullante, aunque finalmente no se llevó el Globo de Oro a Mejor Actriz. La cinta del final (por favor, ¡quédense en los créditos para no perdérselo!) en la que aparecen las voces originales de P. L. Travers y los guionistas da buena cuenta del alcance interpretativo de la británica.
De la fórmula filosófica que dicta que el todo es más que la suma de las partes, me atrevería a decir que en Al encuentro de Mr. Banks ocurre al revés: la suma de las partes es la que ensalza los valores de la película: buenas interpretaciones, imágenes de alta calidad, decorados trabajados, etc. El resultado es bueno, consiguiendo hilar con bastante equilibrio los intereses del público infantil con los del adulto, haciendo de este filme una cautivadora opción de ocio familiar.
P.D. Después de la película, entran una ganas terribles de rever Mary Poppins.
Frases destacadas de Al encuentro de Mr. Banks
(En el avión rumbo a Los Ángeles para iniciar conversaciones con Walt Disney) P.L. Travers: «¡Ojalá nos estrellemos!»
Botones del hotel Beverly Hills: «¿Quiere que la ayude con la maleta, señora?» / P.L. Travers: «Si aspira a tocar prendas femeninas le aconsejo que se ponga a trabajar en una lavandería»
(En el estreno de la película) Walt Disney: «Tranquilícese, le aseguro que a Mr. Banks no le va a pasar nada.» // P.L. Travers (visiblemente emocionada y con los ojos acuosos): «Si no es eso, ¡es que no me gustan nada los pingüinos animados!»
Travers Goff: «Un paseo sin prisa es un regalo»
P.L. Travers a su chófer que le trae un refrigerio: «Beber té en una taza de papel es una blasfemia»
P.L. Travers a Don DaGradi, uno de los guionistas: «Resulta desconcertante que un desconocido te llame por tu nombre de pila.»
P. L. Travers (seca y distante): «Buenos días señor Disney» // Walt Disney (entusiasmado y familiar): «¡Hola, Pam!»