Yorgos Lanthimos es mucho más que la cabeza visible del cine griego actual. Pertenece a una generación sin fronteras de cineastas para quienes quedarse quieto significa morir. Sorteando las dificultades que el contexto económico actual les pone por delante son capaces de llevar a buen puerto proyectos ensayísticos con un presupuesto ajustado al margen de los mecanismos de siempre. Alps es la última película del director griego y la prueba irrefutable de que tiene mucho que contar, y de que terminará contándolo de un modo u otro, haya crisis o no haya crisis.
El «Alps» que da título a la cinta es una organización secreta cuyos cuatro miembros se ofrecen para suplantar durante un tiempo a una persona fallecida. Quien así lo desee puede contratar los servicios de estos hombres y mujeres para paliar la pérdida de su ser querido en lugar de enfrentarse directamente a la cruda realidad. La esencia de la persona desaparecida permanece un poco más al lado de sus familiares y amigos, aunque lo haga a través de alguien totalmente diferente, y esto ya resulta cuando menos turbador. Pero los miembros de Alps no son superhéroes libres de la necesidad de cariño y, como los protagonistas de una Amélie en gris y azul, ayudan a los demás sin saber muy bien cómo ayudarse a ellos mismos.
Lanthimos no necesita de la cómoda distancia de la ciencia ficción para enfrentarnos a nuestra naturaleza: Alps es aquí y es ahora, y aquí y ahora necesitamos de personas que ya no están, y aquí ahora tenemos que afrontarlo de un modo u otro. El filtro por el que se pasa esta necesidad es un filtro triste y oscuro, lleno de desenfoques, de encuadres casi vacíos y de historias trágicas que provocan la carcajada por ridículas. Esta es una cinta dura, sin una estructura clara desde el principio, llena de silencios, en la que el espectador puede sentirse como un fisgón que espía entre las sombras las vidas, los sufrimientos, de los personajes que deambulan en la pantalla.
Y buena parte del recorrido lo hace de la mano de Aggeliki Papoulia, la actiz que interpreta a la enfermera protagonista y sobre la que recae casi toda la acción. Ya la vimos en Canino y vuelve aquí a demostrar sus increíbles dotes para descolocar al espectador de mil maneras (sí, vuelve a bailar) arropada por un elenco igual de inquietante que incluye desde sus compañeros de sociedad secreta hasta las tristes familias incapaces de asumir la realidad de la muerte.
Lanthimos, tal vez algo más comedido que en «Canino«, ofrece una experiencia de no fácil acceso pero muy interesante que queda en la memoria y que le sitúa como uno de los realizadores independientes más importantes a tener en cuenta actualmente. Hoy ha comenzado el festival de cine inédito en Internet Atlántida y en la página web de http://www.filmin.es/ cualquiera puede ver ya Alps por menos de tres euros. El tiempo que está haciendo esta Semana Santa en buena parte de España hace de marco perfecto para disfrutar del mal rollo griego.
Calificación: 8