Bisturís afilados, cirugía extrema y un personaje asombroso protagonizan American Mary, una película imprescindible de las hermanas Soska.
Belén Esteban ha publicado un libro. Aunque nunca hayas visto Sálvame (y seas fan de Salvados), puede que tengas tu opinión sobre esta diva de la televisión. Es probable que hayas oído o incluso participado en uno de los debates que se suelen repetir: el que gira en torno a su aspecto, a las operaciones estéticas que se ha hecho o se ha dejado de hacer, a las veces que se ha retocado la nariz y a por qué lo ha hecho. Ella no es la única mujer sobre la que cae el escrutinio del público cuando se presta atención al cuerpo. ¿Nicole Kidman lleva botox? ¿Cuándo se lo puso? ¿Quiere aparentar menos edad de la que tiene? ¿Por qué? ¿Los labios de Angelina Jolie son suyos o del doctor? ¿Qué hay de Elsa Pataki?
Las señales que llegan son contradictorias: si eres fea o gorda, si no encajas en el canon de belleza imperante, te van a machacar con ello. Sin embargo, si te operas para intentar adecuarte al mismo, eres una simple que solo se preocupa por su físico y te van a machacar con ello. ¡Menudo plan! Así funciona la cosa, «vivimos en una cultura visual que pretende modificar el cuerpo femenino a partir de fantasías masculinas», dice Beatriz Gimeno en su artículo «Cuerpos ¿de quién?» pero, hagas lo que hagas, nunca será suficiente.
Juzgamos el físico de los demás en base a la estética que hemos mamado como normal, como correcta, como lícita, y lo que se sale de ahí nos parece extraño, risible e incluso desagradable. Si tienes las tetas pequeñas eres una tabla de planchar, pero si te pones implantes de silicona eres una superficial (y probablemente una buscona). Si te quedas calvo, mal; si te haces implantes a lo Travolta, peor.
Mary, la protagonista de American Mary, es una estudiante de cirugía que descubre, de una forma brutal, que sus profesores y los médicos del hospital donde empieza a currar no la consideran una igual. Después de un suceso que deja las cartas boca arriba y con la acuciante necesidad de llenar el frigorífico, acabará sumergiéndose en el submundo de la cirugía extrema, donde ayudará a un buen puñado de gente extravagante a conseguir lo que desean: un cuerpo como ellos quieren, no como la naturaleza se lo ha dado o como el canon de belleza actual les exige.
En este mundo oculto a los ojos de los mortales comunes, Mary conoce a Beatress Johnson, que se somete a operaciones estéticas para parecerse a Betty Boop; a Ruby Realgirl, cuyo deseo de convertirse en una muñeca la lleva a extirparse los pezones y cerrar su vagina, («Una muñeca puede desnudarse y nunca sentirse avergonzada, sexualizada o humillada. Eso es lo que quiero», dice); o a dos gemelas alemanas (interpretadas por las autoras del film) que quieren estar más unidas que nadie y no se les ocurre mejor manera de conseguirlo que intercambiarse los brazos.
Los personajes que Mary corta y cose, que deconstruye y reconstruye, buscan estar completos a través de la estética. «Lo más importante es que te sientas feliz y a gusto contigo mismo», dice Mary mientras vemos pasar ante nuestros ojos a todo un elenco de gente descontenta con su imagen exterior, que se sienten mejor cuando la joven cirujana les pone un implante aquí y les corta un trozo allá.
American Mary celebra esta búsqueda individual de satisfacción con la propia imagen. No se juzga a los personajes por ello. No hay condescendencia o crítica. No quieren gustarle a nadie, quieren gustarse a sí mismos, por muy bichos raros que acaben pareciendo. ¡Larga vida a la nueva carne!, una carne que podemos elegir para sentirnos satisfechos y reflejar quiénes somos por dentro.
Las hermanas Soska (Sylvia y Jen, también conocidas como Twisted Twins) firman un largometraje interesantísimo, una película de terror diferente, con una protagonista deslumbrante (interpretada por Katharine Isabelle) y un planteamiento original. Mary es tanto la buena como la mala, un personaje lleno de matices y recovecos, igual que su historia, compleja, que se acerca a distintos temas para que la audiencia no tenga ni un momento de respiro.
La cuidadísima estética parece sacada de la más sofisticada (a su manera) discoteca (neones, rojos, cuero) y las influencias de grandes obras y destacados autores son reconocibles por los seguidores del cine de terror. Hay violencia, hay sangre, hay ganchos para la carne y amputaciones, pero todos los elementos más bestias están al servicio de una aventura alejada del torture porn y el gore injustificado. Es solo la segunda película de las Soska y no puedo pensar en otra cosa que no sea ver su siguiente trabajo.
Camarero: hay una violación en mi película
Mostrar una violación en pantalla es echarle narices. Representar en un relato de ficción un evento como este es no es malo per se, pero a lo largo de la historia del cine se ha utilizado de forma muy poco cuidadosa, como un simple mecanismo para conseguir una reacción de los protagonistas, a menudo sin reflexión, solo para justificar las acciones posteriores de los personajes (muchas veces, una venganza violenta). Para saber más: Using rape as a plot device.
Uno de los mejores cortos que trata el tema de la violación que he visto es Pornobrujas, que encontré en el blog 24reflejos (me puso sobre la pista una de las autoras de la bitácora, @Listografia). En él, vemos cómo cuatro mujeres se enfrentan al mismo acontecimiento desde perspectivas diferentes. Es un cortometraje realista en el que se aborda el tema en profundidad y no solamente como un punto de giro para que los personajes o la historia avance.
Hay una violación y una venganza en American Mary, pero esta no es una película de violación y venganza cualquiera. Las hermanas Soska saben lo que tienen entre manos y demuestran que las cosas se pueden hacer, al menos, de forma responsable. Consiguen que la violencia sexual sea un algo más que un mecanismo que haga avanzar la trama y evitan que la escena se convierta en algo potencialmente placentero para el espectador. No es una película que indague en sus causas y consecuencias pero su representación de la violación no insulta a la inteligencia de la audiencia y está en sintonía con lo que cuenta la película: las apariencias engañan, hay hombres malos, el machismo mata.
La violencia contra la mujer es una constante en el cine de género, a veces representada de forma que no invita a empatizar con la víctima o reflexionar sobre ella, sino a celebrar el humor negro. Este post de Lena Prado ejemplifica bastante bien cómo está normalizado ver sufrir a chicas en bikini sin que pensemos en ello de manera crítica y da una idea de lo complejo que es mostar esta violencia en la pantalla.
Actualmente, American Mary no tiene fecha de lanzamiento en España. Se puede conseguir en otros países y plataformas como Amazon. Si os preguntáis qué dicen las directoras de su película, podéis leer esta entrevista donde aseguran que es un largometraje feminista. Próximamente, las veremos en XX, antología de terror dirigido por mujeres, y en Bob, su siguiente película.
Perros de paja contiene la violación que más me ha impactado en cine, y la chica parece la hermana siniestra de Sid, el «malo de Toy’s Tory. Saludo.