Mar. Mar 19th, 2024

La ópera prima del madrileño Óscar Martín es un homenaje juguetón del cine de terror clásico español de bajo presupuesto.

David (David Pareja) decide cuidar de su amigo Javi (Javier Botet) que queda inválido tras un accidente de coche. Aislados en una casa en medio de la montaña, lo que empiezan siendo pequeñas fricciones acabarán haciendo mella en su relación. Este es el argumento de “Amigo”, la ópera prima del director y guionista Óscar Martín, que prueba suerte en la ficción tras pasar por el documental con “Celuloide colectivo” (2009) y “Fallas 37. El arte en guerra” (2013). Bajo esta premisa, el realizador madrileño revisita clásicos como “Misery” (Rob Reiner, 1990) o “¿Qué fue de Baby Jane?” (Robert Aldrich, 1962) pasándolo por el filtro del cine clásico de terror español de bajo presupuesto. Aquel maravilloso cine que alimentaron grandes maestros como Eugenio Martín, Jorge Grau, Amando de Ossorio, Juan Piquer Simón, Jesús Franco y, sobre todo, Paul Naschy y Chicho Ibañez Serrador con sus filmes “La residencia” (1969) y “¿Quién puede matar a un niño?” (1976) y sus series “Historias para no dormir” (1966-68, 1982) y “Mis terrores favoritos” (1981-82, 1994-95), que aterraron a toda una generación de españoles e inspiraron a los directores actuales que están dándole una segunda vida al género. Martín hace especial homenaje a estos dos últimos llegando a traspasar el plano de lo formal al proyectar dentro del filme fragmentos de “Latidos de pánico” (Paul Naschy, 1983), “El último kamikaze” (Paul Naschy, 1984) o la intro de “Mis terrores favoritos”.

¿Qué fue de Javier?

Esta descarada devoción por el terror de marca España recuerda mucho al cine de Álex de la Iglesia, pero con una aproximación diametralmente opuesta. Toda esa energía que derrocha el director bilbaíno se transforma en paz y contemplación en el filme de Óscar Martín sin con ello perder la mala baba. “Amigo” roza el cine costumbrista. Completamente aislados en medio de la sierra, la sensación de angustia se torna inaguantable al ver como dentro del personaje que interpreta muy solventemente David Pareja va creciendo el odio y la paranoia por un indefenso Javier que está completamente a merced de la deriva de su amigo. Un descenso a los infiernos tan árido, complejo y fragoso como el Jack Torrance de Jack Nicholson en “El resplandor” (1980) pero sin estar tan bien armado narrativamente como el clásico de Kubrick. Y es que el punto débil de la cinta está en su guion escrito a 6 manos (quizá demasiadas manos) entre el director y sus dos actores protagonistas. Tienen claro de donde vienen, a donde quieren llegar y por ciertos sitios que quieren visitar. Y por ello fuerzan la historia a que se amolde a esas ideas que, por muy buenas que sean (que lo son), hacen que la solidez del guion se resienta. Las consecuencias que plantean sobre ciertos actos son completamente exacerbadas. Sin embargo, al no venir acompañado de una dirección ni actuación tan rocambolesca como el guion sugiere, estos exabruptos resuenan fallidos. A pesar de ello y como ya dejaba entrever, “Amigo” posee unas escenas arrolladoras, destacando su último cuarto de hora donde, particularmente, 3 planos secuencia demuestran el gran potencial de su realizador como narrador.

También destaca en la película de Martín la puesta en escena y la fotografía que, aunque recuerden mucho formalmente a ese cine de terror patrio, está mucho más cuidado. La casa se convierte en una cárcel y cada rincón el lugar perfecto para acoger las pesadillas que sufre su protagonista. El exterior es la nada, el aislamiento total. Y es en ese contraste donde se fragua gran parte de la angustia claustrofóbica que genera el filme. El otro culpable es Javier Botet. Quizá su cara no le suene de nada al espectador, pero el síndrome de Marfan que le da esa característica complexión física, le ha permitido hacerse un nombre en el cine de terror y ciencia ficción internacional. Él es la niña Madeiros de la tetralogía de “Rec” (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007, 2009, 2012, 2014), la “Mamá” (2013) de Andrés Muschetti, el xenomorfo de “Alien: Covenant” (Ridley Scott, 2017) o un caminante blanco en “Juego de tronos” (HBO, 2011-19). Botet hace todo un ejercicio expresionista con su rostro y su cuerpo que es digno de admiración, y en “Amigo” alcanza su cima.

Para aquellos que disfrutamos de un buen filme de terror con aroma a castizo “Amigo” es la respuesta a nuestras plegarias. Su guion se resiente, pero tampoco aquellas cintas que venera se caracterizan por ser rotundas en ese aspecto. Hay que dejarse llevar por sus desvaríos y disfrutar de unas composiciones inspiradas y unas actuaciones descarnadas.

Frases destacadas:

  • David:“Lo dejo aquí y así tu ya me llamas.”
  • Javi:“Te estaba llamando. Si no haces caso de la campanilla te escribo una carta.”
  • David:“Lo tenemos que hacer esta noche Javi.”

Tráiler de “Amigo”:

 

 

Por Pablo Lujan

Doctor en Biología Celular por la Universidad de Heidelberg. Compagino la ciencia con mi otra gran pasión: el Cine.

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