Mar. Mar 19th, 2024

Aproximación al estudio de un sanatorio mental de los años 30 abarcándolo desde sus propios medios

«Análisis de sangre azul», filmado por Gabriel Velázquez y Blanca Torres, es ante todo un trabajo fresco que sorprende por su valentía. Una de esas rarezas que situaríamos en ese «otro cine español» que tanto apuesta por la innovación y por jugar con las posibilidades que ofrece el lenguaje cinematográfico. En este caso, la fuerza que dota de originalidad a la cinta es su propia esencia, la manera en que la forma se pone al servicio de lo expuesto. Los directores buscan contarnos la historia de una extranjero desmemoriado hallado en un valle de los pirineos y llevado a un sanatorio mental por parte del doctor del centro durante los años 30 del siglo XX. Para ello, la filmación de la cinta se realiza con una cámara de 16 mm del año 1933. La intención es la de estrechar los límites entre la ficción y el documental en la manera en la que se enfoca lo narrado. En «Guest» (2010), José Luis Guerín grababa a Chantal Akerman diciendo que «no hay diferencia entre ficción y documental.  Una buena película de ficción siempre tiene algo de documental. Y un buen documental siempre tiene algo de ficción«. El mismo Guerin en 1997 plasmó estas palabras de la cineasta belga en «Tren de sombras». En esta cinta recreó a modo de ficción un encuentro documentado desde el material cinematográfico mudo dotando de armonía dos formatos que finalmente narraban la misma materia.

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«Análisis de sangre azul» juega en unos parámetros parecidos aunque no iguales. A modo de diario videográfico, el periodo que ocupa la irrupción del paciente con su partida, es tratado desde la visión documentalista de un psiquiatra que presenta de manera didáctica sus impresiones sobre lo sucedido. Se genera así una situación compleja para el espectador activo, tiene que hacer el trabajo intelectual de comprender como se nos muestra el testimonio cinematográfico de quien usa esta herramienta para un fin divulgativo pero desde una perspectiva correspondiente a las ideas de la época, aunque recreadas a día de hoy. Se  logra con esta técnica pues dotar de gran realismo lo que es fabricado desde el puro artificio gracias a la labor de documentación y a la pericía técnica de sus realizadores.

La pureza de la raza

Con argumentos tan superados como catalogar la fisonomía del individuo relacionándola con sus características psíquicas, la película busca mostrarnos el retraso científico encontrado en las zonas más apartadas de la España rural de la época. Se intenta buscar una explicación a los problemas psicológicos, el retraso mental u otras enfemedades. No obstante, mientras la mente clínica de quien filma las imágenes se empeña en su proceso de clasificación, los personajes que se mueven por ese espacio natural derrochan pura humanidad. El movimiento de los cuerpos sobre el paisaje contrastan pues con el artificio del diario videográfico que realiza el doctor, creando un choque irreconciliable en la manera de entender la existencia por parte de las dos partes implicadas. Por otro lado, la guerra civil juega un papel clave en la demografía del lugar, momento el cual sirve para mostrar el contento científico cuando el doctor cree que la actividad reproductora de su joven y esbelto paciente servirá como purificador de la raza en el valle. Unas ideas que evidencian el clima previo a la extensión del nazismo por Europa. Se erige así pues «Análisis de sangre azul» como una cinta que a parte de sus formas, trata de escudriñar la idiosincrasia rural de la España de los años 30, desde un punto de vista científico y político, pero sobre todo humano.

Tráiler de «Análisis de sangre azul»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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