Jennifer Kent, con su ópera prima «Babadook» no sólo aterroriza, sino que convierte su debut en un nuevo hito dentro del cine de terror contemporáneo.
Un merecido puesto en el Olimpo del terror
“Babadook” es uno de esas raras excepciones que alimenta la siempre férrea Fe de los amantes del género. El debut en el largometraje de la actriz reconvertida a directora Jennifer Kent ha conseguido entusiasmar tanto a devotos como a neófitos en el nutrido mundo del cine de terror, demostrando que es posible gestar una obra que no sólo sea efectiva en cuanto a las pretensiones inherentes a su género sino que, a su vez, pueda ser considerada como un gran ejercicio cinematográfico.
Pocos han sido los autores que han conseguido elevar un filme de terror puro a la categoría de película de culto alabada por su calidad independientemente de su naturaleza. Es necesario atender a nombres de la talla de Stanley Kubrick, Ridley Scott o William Friedkin para ejemplificar este suceso; pero lejos de figuras consagradas, exorcistas, resplandores y octavos pasajeros, este primer trabajo de Kent aúna todos y cada uno de los elementos necesarios para trascender y engrosar las filas de tan selecto club fílmico.
Un inteligentísimo toque femenino
Puede que uno de estos factores esenciales para hacer de “The Babadook” la joya que ha resultado ser sea el sexo de su directora. La mano femenina parece poseer, por si misma, una especial sensibilidad a la hora de tratar el género y engendrar el terror más visceral, especialmente cuando se trata de la vertiente más psicológica del mismo. A este factor hay que sumarle la susceptibilidad de la temática de la cinta para ser narrada con especial destreza por una mujer, al versar, en el fondo, y siempre envuelta en un denso halo de horror, sobre una desgarradora historia en la que el duelo, el amor, y las vicisitudes de las relaciones materno-filiales, son los ejes centrales de la misma.
Si es el amor entre madre e hijo el elemento que mueve los hijos argumentales de la película, es el evidente amor que Jennifer Kent profiere por su obra lo que la convierte en algo tan especial. El mimo que la directora derrocha en cada uno de los factores del largo transforma lo que podría haber sido otro ejercicio más de terror vacuo y ofensivamente simple en un verdadero prodigio. Desde su sorprendente pulso narrativo, hasta la cuidada ambientación y estilo del filme, cuya inspiración radica en los clásicos mudos del género, y que brinda un bellísimo, sentido, y tenebroso homenaje al expresionismo alemán, pasando por el modo en el que Kent siembra la semilla del desasosiego, horrorizando al respetable hasta límites insospechados empleando el cerebro y no los jump scares de rigor, todo, absolutamente todo en “Babadook”, brilla con luz propia entre las sombras que pueblan su metraje.
Pero más allá de su impecable técnica, donde realmente destaca este diamante en bruto es en el tratamiento psicoanalítico que da al género. El trabajo de la realizadora sobre el guión y, especialmente, sobre sus personajes, adquiere dimensiones fascinantes que evocan al Roman Polanski de “Repulsión” o “El quimérico inquilino”. Esto consigue que la angustia llegue y se instale bajo la piel del espectador para no abandonarle en ningún momento de la mano de una Essie Davis descomunal en su papel protagonista, y del inteligentísimo tratamiento que el filme da a su complicada tesis, en la que los demonios interiores, las emociones y la represión resultan más aterradores que los terribles monstruos que pululan por la pantalla.
Frases destacadas de «Babadook»
- The Babadook: «Ba-ba-ba… dook! Dook! DOOOOOK!»
- Amelia: «If you touch my son again, I’ll fucking kill you!»
- Samuel: «You can’t get rid of the Babadook.»
- Amelia: «I have moved on. I don’t mention him. I don’t talk about him.»
- The Babadook: «You can bring me the boy.»
- Samuel: «Don’t let it in!»