El regreso de Tom Cruise a la cartelera, tras ese desastre titulado “La momia”, resulta de lo más refrescante, interesante y acaba sorprendiendo al espectador.
El gringo que siempre cumple
Tom Cruise como actor nos tiene acostumbrados a encarnar héroes de acción por doquier. Sin ir más lejos este verano nos ha dado una ración de sus consabidas carreras y saltos acrobáticos con esa inclasificable versión del clásico de la Universal, “La momia”. Desde hace diez años, concretamente desde “Leones por corderos”, esta estrella de Hollywood no hacía un papel mínimamente interesante y dotado de cierta carga sociopolítica. Este largometraje acaba sorprendiendo al espectador gratamente, máxime si ha visto el tráiler, que es un horror, no muestra realmente no que depara y hace temblar al cinéfilo aguerrido, que puede acabar cometiendo el error de no ir a verla solo por los prejuicios que genera esta publicidad. Hay que reconocer, que de vez en cuando, este gringo sabe elegir los proyectos, que suelen ser entretenidos y emocionantes. En este caso, vuelve a ponerse a las órdenes de Doug Liman con el que ya rodó “Al filo del mañana”, para intentar salir de su eterno personaje.
Construcciones Aeronáuticas Independientes
Gary Spinelli, guionista del filme, encuentra en el personaje de Barry Seal el vehículo ideal para construir un relato que bucea en el lado oscuro de Estados Unidos, abarcando dos décadas de su historia contemporánea y tres presidentes: El último año de Carter, toda la legislatura de Reagan y la precampaña de Clinton (cuando era gobernador). Es sumamente interesante ver la historia de ese país a través de un personaje tan singular. Barry Seal es un piloto de la compañía aérea TWA, que usa su posición privilegiada para introducir productos de contrabando en Estados Unidos para personas influyentes. Un miembro de la CIA llamado Monty Schafer le recluta para que haga fotos de Centroamérica. Es importante saber que durante la legislatura de Carter se inestabilizó la zona, de tal forma que comenzó la lucha armada en Nicaragua, Guatemala y El Salvador. En uno de sus viajes acaba conociendo a Pablo Escobar y acaba convirtiéndose en narcotraficante, porque se encargaba de introducir la coca en el país por vía aérea. Durante la era Reagan, Barry ayudó a la CIA con el movimiento conocido como la «Contra nicaragüense». Este fue un movimiento armado creado y financiado por los Estados Unidos para atacar al gobierno sandinista. Seal y sus hombres, también conocidos como los Pinzones, introducían armas y llevaban militares a EEUU para completar su instrucción. Obviamente esto se convirtió en todo un gran escándalo. Pero esto no fue óbice para que continuaran con sus negocios con el cartel de Medellín. Esto fue así hasta que la administración Reagan se puso seria con el narcotráfico y puso a la DEA a trabajar. Así es como Barry fue detenido y para librarse de la cárcel negoció trabajar con ellos.
Lo interesante de esta magistral clase de historia contemporánea estadounidense es que está contada a través de este personaje que va evolucionando, tanto él como su país se van metiendo en un cenagal cada vez más importante. El espectador podrá apreciar que este piratilla de bajos vuelos, pasó a ser espía, y expandió sus horizontes haciéndose contrabandista y traficante de altos vuelos, para finalmente acabar trabajando para el Gobierno. Esto a la par que el país se introduce en turbios asuntos para ir dando salida a su industria armamentística, y para satisfacer las pulsiones de sus ciudadanos, porque las drogas que se consumían en la pista de baile venían de latinoamerica. En su contra parece que Spinelli no se atreve a desarrollar cuales son las verdaderas motivaciones que mueven a Barry Seal en cada momento. De tal modo que este personaje puede resultar ciertamente arbitrario, y que toma las decisiones sin sentido alguno. Conociendo un poco la cultura estadounidense todo parece indicar que su principal motivo era dar el pelotazo, de hecho fue un nuevo rico de libro. Hasta el punto que llegó a controlar un pequeño pueblo del Midwest, con la venia de la CIA.
Doug Liman imprime un gran pulso a la narración. Solamente pierde un poco de fuelle en el tercio final. El montaje resulta brillante y dinámico, de tal forma que da gran fuerza a la historia y no aburre en ningún momento. Y en cuanto a Tom Cruise, sólo podemos decir que se luce con este personaje. Hace un trabajo profesional. Liman evita que esté histriónico y acabe resultando caricaturesco, que es lo que da miedo cuando uno ve el tráiler del filme. No le da miedo dar vida a un arribista, a un pirata, a un contrabandista. Se le nota cómodo con este antihéroe, con este personaje lleno de aristas. De sobra es conocido que las grandes distribuidoras y productoras reservan sus películas oscarizables para ser estrenadas a finales del otoño y principios del invierno. Me cuesta entender como Universal no ha esperado a ese momento para estrenar “Barry Seal: Traficante” y apostar claramente por Cruise y este personaje en la carrera por la estatuilla dorada, que grandes bazas tenía para alzarse con ella.
Frases destacadas:
- Lucy Seal: “¿Qué sabes tu de negocios?”
- Barry Seal: “Suelo actuar sin pensar”
- Barry Seal: “Voy a necesitar algo más de dinero”
- Monty Schafer: “Los defensores de la libertad necesitan armas”
- Barry Seal: “Este es el mejor país del mundo”
- Barry Seal: “El dinero nos llovía por todos los lados, ya no tenía donde meterlo”
- Barry Seal: “Deberíais haber aceptado los coches.”
- Nancy Reagan: “¡Di sí a la vida!”
Trailer oficial de “Barry Seal: Traficante”
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Una de cal y muchas de arena de Tom, pero nunca indiferente. Tiene usted razón cuando dice de él que no sabe elegir los proyectos. Que Misión Imposible le ha lastrado en su carrera pero él siempre sabe dar una vuelta de tuerca y resurge. Por que él es un actor con muchos recursos. Ire a verla después de su critica, me parece que puede ser entretenida aunque no apasionante.