Revisión del cuento emmbellecido por la mano del cineasta underground Adolfo Arrietta
La bella durmiente es un cuento de tradición oral llevado al campo literario por el italiano Giambattista Basile en 1634, el francés Charles Perrault en 1697 y los hermanos Grimm en 1812. Su popularización y su impacto en el imaginario popular moderno llegó en su extrapolación al universo cinematográfico de la mano de Disney en 1959. Una evolución de la historia que ha ido readaptándose a diferentes formatos llevando consigo el legado de la tradición de las versiones anteriores. No es de extrañar entonces que un director tan peculiar como el cineasta underground español Adolfo Arrietta haya decidido adaptar una historia por todos conocida pero desde su puesta en escena tan personal.
Lo anacrónico de la modernidad
«Bella durmiente» se abre en pleno año 2000, en el reino imaginario de Litonia. A golpe de batería se nos presenta al joven príncipe de esta historia. La vida de palacio se antoja aburrida, sin encanto alguno, sumido en lo grisáceo que irradia un rey que odia el sonido de la música que origina su hijo. Un lugar donde un viaje en helicóptero, se vive como algo mínimanente estimulante, un ocio cotidiano lejos de levantar ningún tipo de emoción. Momento exacto donde a modo de narración de la historia ocurrida en 1900, la fotografía blanda de la cinta nos transporta a un lugar de ensueño. Del mismo modo que Éric Rohmer en su última cinta «El romance de Astrea y Celadón» (2007) buscaba plasmar el carácter romántico y bucólico de la literatura del siglo XVII, Arrietta logra transformar mediante sus herramientas cinematográficas su película en un bello cuento de hadas que se aleja del realismo y se centra en el candor de su propia esencia. Vivimos entonces una fantasía recreada desde la inteligencia y el buen gusto. Donde los contrastes entre los dos tiempos marcan el tono cómico de la historia. El tiempo parado, la amenaza de un hada malvada o las transformaciones dotan de fuerza este mundo maravilloso que trata de reflejarse desde la perspectiva del 2000 tomando fotografías con el teléfono. También sentimenos, sin profundizar en exceso, pues eso rompería el carácter del filme, los intereses políticos presentes y pasados y la ironía a la hora de buscar los intereses propios a través de organismos internacionales como la Unesco.
Comentaba Arrietta que su nuevo nombre comercial, Ado, puede recordar a la palabra adolescente. Y cabe destacar también la esencia lúdica y adolescente del filme, regalando entrañables escenas musicales donde los personajes más jóvenes de la cinta se dejan llevar desnudando sus propias pasiones. Y es que el filme deja triunfar a estos personajes en la puerta de la adultez, viviendo su propio cuento de hadas y olvidando las preocupaciones de unos progenitores demasiado atacados por los miedos, fantasiosos o reales, que acaban por coartar la libertad de sus propios hijos.
Frases destacadas:
- Egon: «No sé si estoy soñando que te he despertado».
- Hada malvada: «Esta bella y encantadora princesa se pinchará el dedo con el uso de una rueca. Y morirá»
- Hada buena: «No puedo revertirlo, pero puedo mejorarlo. En vez de morir, caerá en un profundo sueño».
Tráler de «Bella durmiente»: