Fallida comedia que emula el delicado panorama político entre Grecia y Alemania en una particular isla griega que acaba sacando lo peor de cada casa.
Con tanta tensión política entre griegos y alemanes, la idea de realizar una comedia fresca para poner tierra de por medio riendo la diferencias culturales y unir a ambos pueblos suena bien. Además, las comedias de choque cultural como “Una casa de locos” (Cédric Klapisch, 2002), “Bienvenidos al norte” (Dany Boon, 2008), “Bienvenidos al sur” (Luca Miniero, 2010) o la española “Ocho apellidos vascos” (Emilio Martínez-Lázaro, 2014) y su secuela “Ocho apellidos catalanes” (Emilio Martínez-Lázaro, 2015) están muy de moda. Pero cuidado, también es un arma de doble filo que si no se maneja con prudencia puede acabar saliendo el tiro por la culata. En estos temas, la línea entre la sátira y el insulto es extremadamente fina. En “Bienvenidos a Grecia”, una muy poco original traducción de “Highway to Hellas” para aprovechar el tirón de las “Bienvenido a…”, el joven director alemán Aron Lehrmann cruza demasiadas veces esa fina línea.
“Bienvenidos a Grecia” nos cuenta la historia de Jörg Geissner, un alemán que trabaja en un banco y que vive por y para su empleo. Jörg debe viajar a Paladiki, una isla griega, para comprobar que la inversión de su banco en la construcción de una central eléctrica y un hospital se está realizando correctamente. Como era de imaginar, los griegos, con Panos a la cabeza, se han gastado el dinero en otras cosas y, para evitar ser descubiertos, emplean todas las artimañas posibles para hacer creer a Jörg que realmente ya esta todo construido. Sin embargo, lo que empieza siendo un sabotaje al alemán, acaba convirtiéndose en una bonita historia sobre la amistad entre Jörg y Panos.
Burros, playas y vino
Si hablamos de tópicos, los países mediterráneos vemos a los alemanes como gente estirada, con poco humor, distantes, correctos, respetuosos, serviciales, trabajadores y eficientes. Términos como salchicha, cerveza, schnitzel, Oktoberfest o burocracia son términos que asociamos rápidamente con la cultura teutona. Por otro lado, el pueblo griego es un pueblo alegre, curioso, dicharachero, religioso, familiar y les gusta disfrutar de la vida, quizá demasiado. Algo que comparte con otros países como España o Italia, pero con identidad propia. El queso feta, el tzatziki, el ouzo, el yogur o las ruinas de la antigua Grecia son cosas típicas griegas. Son decenas los ingredientes que se pueden añadir para hacer una película divertida de diferencias culturales entre griegos y alemanes y cientos los gags diferentes que podrían surgir para al final, al igual que otras películas de temática similar, descubrir que todos somos humanos y las diferencias culturales son solo eso, pequeñas diferencias. Sin embargo, en “Bienvenidos a Grecia” se desperdicia toda esta estupenda materia prima para convertirla en una comedia plana y superficial que ralla lo insultante. Los alemanes son simples estirados, codiciosos que viven para trabajar mientras que los griegos son borrachos, vagos y timadores. Si no fuera por los idiomas que hablan, no sabríamos su procedencia. Además, prácticamente todas las bromas del filme giran en torno a estas ideas simplistas. Es una pena que no hayan sabido aprovechar más el alto potencial de la idea.
La cinta pronto se olvida del choque cultural para centrarse en la relación que surge entre Panos y Jörg. Olvidando todo lo anterior, la historia de amistad entre los personajes es más sincera, profunda y entrañable. Lehrmann logra transmitir la idea principal de la película de forma eficaz: la humanidad y amistad por encima de las diferencias culturales. Tan pronto se consolida la amistad, esta se ve puesta en entredicho dando lugar a una serie de situaciones al más puro estilo slapstick que nos dejan las escenas más divertidas y extravagantes. Y todo ello transcurriendo en la apacible isla griega de Paladiki donde el contraste entre la aridez y la playa encaja en la dicotomía entre teutones y helenos. El director logra sacar más jugo a las secuencias cómicas haciendo uso de la topografía de la isla que de los tópicos culturales.
Con su primera comedia, Lehrmann ha ganado el premio del público (Busan Bank Award) en uno de los festivales de cine más importante de Corea del Sur, el Busan International Film Festival (BIFF). Sin embargo, “Bienvenidos a Grecia” es una comedia errática que, aunque logra sacarnos alguna sonrisa, no logra arrancar la carcajada. Al leer la sinopsis del filme, se espera que ciertos tópicos salgan a la luz. Pero su casi total inexistencia en el metraje de la película aqueja de aparente maniqueísmo que puede llegar a ser insultante cuando la bondad del trasfondo indica todo lo contrario. Quizá sea un tema delicado y difícil de manejar para una primera comedia y requiera de más veteranía. “Bienvenidos a Grecia” puede llegar a ser disfrutable si obviamos estos pequeños malentendidos que puedan surgir, pero no es imprescindible.
Frases destacadas:
- Panos: “Yo soy una víctima de la globalización. Nacido y criado en un país extranjero (Alemania). Pero mi corazón, mi sangre eran y siguen siendo griegos”.
- Panos: “Solo un alemán haría lo que piden esos dos idiotas.”
- Panos: “Adiós amigo. Dale un beso a la Merkel de mi parte.”