Tras las adaptaciones de Tarsem Singh y Rupert Sanders del famoso cuento de los Hermanos Grimm, “Blancanieves”, este viernes se estrena la realizada por Pablo Berger y que supone la tercera que visionamos en lo que llevamos de año. Sin duda el gran aval para la taquilla de este fin de semana es que la cinta ha sido seleccionada por los Académicos españoles para representarnos en la próxima ceremonia de los Oscar, en caso de pasar el corte de los norteamericanos. Además, esta semana has ido presentada en la 60 edición del Festival de San Sebastián, donde nuestro compañero Pedro Moral asistió y nos dio debida cuenta.
En este caso pasamos del colorido extremo de Tarsem al blanco y negro. Del excesivo sonido de Sanders al cine mudo, y de los mundos fantásticos a la realidad más absoluta al ambientar el filme en los años 20 en el sur de España. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra, Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen, emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de seis enanos toreros.
La profesionalidad del director se aprecia en su narrativa, esos primeros planos de los ojos de los actores, en que tenía muy elaborada en su cabeza la película lo que le ha permitido elaborar unas magníficas transiciones y fundidos, las elipsis certeras en su posición, los flashbacks bien realizados y por supuesto, no negaremos la mayor, que sabe dirigir a los actores. Sus actuaciones son adecuadas, y hay que destacar a todo el elenco femenino en bloque. Pero en cuanto al uso del sonido y de la música hace trampas.
Me explico. En el caso de “The artist”, cuando se introduce un efecto sonoro, es porque el actor está soñando y tiene una pesadilla. En el caso español, introduce sonidos para guiar al espectador. El principal problema que el veo a la película es que aburre un poco, hay momentos en que pierde pulso y te desconectas, aunque posee un as en la manga, el excelente trabajo de Alfonso Vilallonga, que nos sorprende una vez más y firma una banda sonora excelente acudiendo al territorio del flamenco para ambientar la narración, y que consigue subirte de nuevo a este tren.
En San Sebastián decían en la rueda de prensa que no hay nada nuevo bajo el sol, y es obvio, y que cada vez es más difícil sorprender al gran público. Pero eso no convierte a esta película en algo magistral. Para nada. No comprendo las múltiples alabanzas y bienaventuranzas que está recibiendo. El gran problema que veo es que no encuentra un tono adecuado, así que padres desde este mismo instante os advertimos que esta no es una película para niños. De repente, para hacer de la madrastra un personaje más detestable, la muestra realizando sexo duro con su chofer, eso por no hablar de los tintes necrófilos que le da en algunos momentos a la historia o del enanito transexual. En fin, no os cuento más. Es como si me mezclaramos el bombero torero con “La parada de los monstruos”, “Vértigo” y “El portero de noche”. Si, es muy trasgresor pero un sin sentido a fin de cuentas. En algunos momentos roza el ridículo al intentar hacer más malvada a la madrastra, como la secuencia de explotación infantil de Carmencita o la de Pepe, que lo ves venir de lejos donde va a acabar el pobre.
Parece que el cine patrio está sufriendo una racha de provincianismo muy potente, pasamos del viaje de Holmes y Watson a coger la mantilla y marcharnos a los toros. Eso sí, de un modo limpio y aséptico, no sea que se les indigeste a los antitaurinos o a los delicados paladares de los académicos norteamericanos. En fin, anda que no se han estrenado grandes películas españolas este año y vamos a acabar llevando este largometraje. Esto cada día parece tener menos sentido, y por supuesto un servidor no tiene claro si pagaría nueve euros por verla.
Frases destacadas:
Antonio Villalta: Nunca dejes de mirar al toro.
Encarna: Tienes terminantemente prohibido subir al piso de arriba.
Manolín: Ya veréis como nos trae problemas.
Enanito: Te llamaremos Blancanieves como la del cuento.
Carmencita: Tengo que continuar la faena por mi padre, Antonio Villalta.
Califiación: 5
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A mi me parece una película muy hermosa. Y que Berger nos separe sutilmente del cuento con esos 6 enanitos, y no siete, es el detalle perfecto para darse cuenta el tipo de obra que se está viendo.
Está llena de hallazgos y de referencias. Es grotesca e infantil, dramática pero llena de humor. Y el provincianismo del que hablas es lo que la hace perfecta para llevarla a los Oscar.
Pero vamos, que yo te quiero igual Alfredo 😉
Yo también Pedro, pero me cuesta mucho comulgar con esta propuesta y sobre todo recomendarla con lo caro que está el cine. Por cierto, no hay entradas para verla en el teatro de la Zarzuela.