Estupenda y refrescante ópera prima del realizador irlandés Lee Cronin, que se sustenta en una potente narración visual y una gran dirección de actores.
Las cosas que solo una madre percibe
Resulta de lo más reconfortante y alentador la nueva deriva que el espectador puede disfrutar dentro del género de terror. “The Witch”, “Babadook”, “It follows” o “Hereditary” son tan magníficas como estimulantes. Estas se caracterizan por una ausencia de histrionismos y efectismos baratos. La posición autoral del director cobra una relevancia inusitada, y la historia toma de nuevo el protagonismo perdido con las manidas franquicias, que resultan del todo desquiciantes y reiterativas, como por ejemplo las desventuras de la muñecas poseídas o los diversos grupos de adolescentes perseguidos por fantasmas asesinos. La ópera prima de Lee Cronin la podemos encuadrar en esta nueva tendencia. La fama precede a este joven autor porque su cortometraje “Ghost train” ha recibido múltiples premios, y su salto al terreno del largo no defrauda en ningún momento, hasta tal punto que “Bosque maldito” se alzó con el máximo galardón del FANT Bilbao.
La película nos relata la relación entre Sarah y su hijo, Christopher. El proceso de divorcio en el que están envueltos, su mudanza al medio rural, la violencia de género y el estrés postraumático son los detonantes de la deriva dramática de ambos personajes y del progresivo deterioro de su relación materno-filial. Cronin les sumerge en una gran tragedia dominada por el síndrome de Capgras materno. Este es un trastorno neuropsiquiátrico por el que el paciente cree firmemente que su familiar ha sido sustituido por un doble idéntico a esa persona. Sarah cree que Christopher ha sido sustituido por un doble al caer, tras una tremenda discusión, en un gran cráter que hay cerca de la casa en medio del bosque. Es ahí donde el título original del filme “The hole in the ground [El agujero en el suelo]” cobra una gran relevancia por ser el elemento transformador, de tal forma que esa madre comenzará a moverse en la delgada línea del delirio, tal y como les ocurría a los personajes de la magnífica novela de Jack Finney, «Los ladrones de cuerpos».
Los matices de la realidad
Las decisiones narrativas de Cronin dialogan de una manera orgánica con el desarrollo de la historia, por ese motivo crea inquietantes y perturbadoras metáforas visuales. Claros ejemplos de ello son como cuando filma al coche con un plano cenital y comienza a descender el plano, de tal forma que vemos como esa madre e hijo se sumergen en el bosque. O también el constante juego con los espejos, ya desde el inicio del filme donde podemos ver a los dos personajes en una feria jugando a espejos que deforman la realidad. Así el realizador deja claro al espectador que esa madre comenzará a ver alterada su realidad, transformando, por ende, la relación con su hijo. Si en “El resplandor” (Stanley Kubrick, 1982) era el padre quien perdía la cordura, en este caso es la madre. El espectador podrá apreciar el vínculo entre ambos largometrajes cuando quede claro que Sarah posee síndrome de Capgras. En ese instante, la madre habrá completado de poner el papel pintado de la casa, y los motivos artísticos evocarán en el espectador la moqueta del hotel Overlook.
Es maravilloso ver que en la cartelera estival, llena ahora de productos de fácil consumo e intrascendentes, llega un filme de terror tan inteligente, perturbador y sumamente inquietante, donde lo importante son las atmósferas, los arcos de los personajes y no los efectos especiales. Al revés, los pocos que hay están al servicio de la narración para crear ambientes turbios y desasosegantes que reflejen, como los espejos, esa relación materno filial tan particular.
Frases destacadas:
- Christopher: “Ha invadido mi espacio personal”
- Chris: “Oigo tus latidos”
- Sarah: “Hacer nuevos amigos en el colegio es bueno”
- Noreen: “Ese no es tu hijo”
- Sarah: “¿Alguna vez miras a tus hijos y no los reconoces?”
- Sarah: “A veces la vida de los adultos se llena de preocupaciones”
- Des: “El espejo siempre dice la verdad, eso es lo que ella solía decir”