Mar. Mar 19th, 2024

«Boyhood» es algo que va más allá del artificio, es una obra maestra incontestable. Es un referente para todo aquel que quiera hacer o estudiar el séptimo arte.

Richard Linklater ha realizado el sueño de muchos realizadores de seguir la vida de un niño a lo largo del tiempo hasta el final de su adolescencia, eso es en resumidas cuentas “Boyhood”. Pero en realidad es mucho más. Estamos ante una obra maestra del cine merecedora de todos los laureles posibles porque Linklater consigue hacer de una vida ordinaria algo extraordinario. Va más allá del mero ejercicio cinematográfico y de la tenacidad del realizador porque se rodó entre 2002 y 2013, que ya tiene su mérito. El largometraje arranca cuando Mason tiene seis años y su madre Olivia decide mudarse a Houston. Tanto Mason como su hermana Samantha se niegan rotundamente. Así asistimos al primer gran cambio vital en sus vidas. Olivia toma esa decisión porque decide volver a la Universidad para intentar conseguir un trabajo mejor. Ella está cuidando sola a sus hijos, y en Houston por lo menos contará con la ayuda de su madre porque su padre biológico se desentendió en su momento. Pero por casualidades de la vida su padre biológico, Mason Sr., ha regresado de trabajar en Alaska con lo que podrán verse durante los fines de semana, y este hace todo lo que puede por retomar las relaciones.

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«Boyhood» rebosa costumbrismo

La grandeza del filme de Linklater reside en cómo entra en una familia ordinaria con sus problemas cotidianos, y hace de todo ello un espectáculo merecedor de once dólares que cuesta la entrada y de tres horas de nuestras vidas durante las cuales no sólo seguiremos a Mason, sino a los padres y a su hermana. Porque una de las cualidades de este gran fresco costumbrista es que cada espectador en función de su momento vital se identificará con uno de los personajes. Linklater construye un guión férreo y sólido, totalmente alejado de cualquier atisbo de efectismo dramático. Durante la narración de los episodios de la infancia y adolescencia de Mason Jr. el drama surge con total naturalidad de la confrontación de ideas y no de la fanfarria.

Los arcos de los personajes están perfectamente descritos, los veremos fluir y desarrollarse con total franqueza en la pantalla al igual que sus emociones. El espectador tendrá la ocasión única de asistir a la evolución en paralelo los cuatro personajes, aunque la acción la veremos desde la óptica de Mason Jr., y poco a poco uno se acaba entregando a “Boyhood” al quedarse fascinado ante un espectáculo único dotado de una naturalidad difícil de igualar. Además, como todo buen fresco se adentra en distintos aspectos de la sociedad norteamericana como: las armas, la politica, el sentido de la propiedad privada, el alcoholismo, las drogas, la educación de los hijos o el sexo. Todo tratado desde un punto de vista activo, a través de esos padres y abuelos de Mason Jr. Ahí es donde brillan Ethan Hawke y Patricia Arquette para los reclamamos premios diversos. Y finalmente, se reserva un espacio pequeño para hablar de a pesar de lo ordinarias que son nuestras vidas, en cierta medida son a la vez singulares, porque aunque no lo queramos acabamos influyendo en la vida de los demás con nuestras decisiones y nuestros comentarios.

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Es toda una lección de cine

Pero “Boyhood” en cierta medida también representa el triunfo del cine independiente porque está realizada en contra del modus operandi actual de los grandes estudios. Es un filme que en cierta medida nace al margen de la gran industria. Es un filme a contra corriente, porque quién quiere sentarse durante tres horas a ver cómo crece un niño o cómo es la sociedad norteamericana que le rodea. Lo verdaderamente extraordinario es ver como Linklater toma una vida corriente lo eleva a la categoría de singular. El largometraje posee dos momentos muy reveladores. El primero acontece en el cuarto oscuro donde Mason Jr recibe la reprimenda de su profesor de fotografía. Mason Jr como buen adolescente lucha por ser diferente pero en el fondo es uno más y su maestro desde el cariño y el aprecio le da a entender que como él hay cientos en el mundo. Y el segundo, es cuando Olivia ve marchar a Mason a la Universidad, su diálogo es profundamente conmovedor.

Pero lo mejor de todo es que veremos cómo este gran artesano del séptimo arte no pierde un ápice de su esencia, de su particular forma de narrar que nos ha cautivado a lo largo del romántico tríptico Antes de… y sus pulsiones estarán presentes a lo largo y ancho del metraje como por ejemplo su pasión por la música y la banda de Liverpool, The Beatles. Además, rehúye completamente de usar la banda sonora de un modo efectista, no guía en ningún momento el estado anímico de la persona que visiona el metraje. Tiene un cariz más diegético.

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Luego, lo de menos es que se haya rodado durante tres o cuatro días a lo largo de doce años, su grandeza estriba en que los hechos relatados y los diálogos escritos por el realizador de Texas son totalmente verosímiles y están dotados de una gran naturalidad. A ello debemos sumar el magnífico uso de la elipsis, de las transiciones temporales. Es brillante cómo lo resuelve con ayuda de la montadora Sandra Adair haciendo de “Boyhood” un magnífico fresco vital, hasta tal punto que resulta en cierta manera un largometraje de estructura circular, porque al final de la película Mason Jr, se parece muchísmo al Mason Sr. del principio del arranque del metraje, tanto en lo físico como en lo psicológico.

Frases destacadas de «Boyhood»:

Padre: «Déjate de barreras. En la vida no hay barreras«.

Por Alfredo Manteca

Periodismo UCM. Cinéfilo y cinefago compulsivo. Crecí con Kubrick, Hitchcock y Cronenberg.

4 comentarios en «“Boyhood”: un magnífico fresco vital»

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