Mar. Mar 19th, 2024

Comedia negra que desmonta los tópicos del civismo islandés

El civismo del que hacen gala los países nórdicos y que tanto nos sorprende a día de hoy es una realidad generalizada en nuestro imaginario. Pero no es oro todo lo que reluce. Desde hace años que existe cierto cine de festival procediente de Islandia que está logrando premios en los certámenes más importantes. Filmes de una bella factura técnica, de un ritmo pausado y cuidadoso en su narración y sus imágenes y que, en definitiva, hacen gala de un carácter agrio y crítico con las actitudes que se desprenden de su sociedad en los entornos más rurales. Películas con una tonalidad seria, que se traduce visualmente en color apagado de sus imágenes y que nos invitan a reflexionar sobre la incomunicación existente en una de las sociedades más cerradas del mundo. Y en esta tónica se movería «Buenos vecinos», obra de Hafsteinn Gunnar Sigurðsson que decide arrastrar esa tradición idiosincrática del cine islandés reciente pero enfocado desde un género cómico.

Y Sugurðsson lo consigue. Pese a que su humor es en ocasiones de lo más salvaje, nunca se entrega al desenfreno. Decide desprender las piezas de su tablero con calma, apostando más por la comicidad absurda de enfrentarse a ciertas situaciones desde un tono serio. Así pues, en el caso del personaje principal, un marido inmaduro e infiel, protagonizará los episodios humorísticos más conseguidos gracias a lo ridículo de su comportamiento infantilizado en un contexto verosimil donde su incapacidad de manejarse en sociedad contrastará con la fría pero cívica convivencia del resto de elementos que le rodean.

Las rencillas de la convivencia

El cineasta convierte el árbol de la discordia del jardín de los padres del protagonista en el punto de partida, la excusa perfecta para desencadenar una espiral de odio visceral y violencia servida desde una crueldad muy fría. Los continuos puntos de transición en los que conocemos de manera poética los recovecos de éste, así como la irónica reunión de coro de uno de los personajes principales, evidencian el carácter aparentemente tranquilo y civilizado  que la sociedad parece querer imponer a quienes la componen. Y para ejemplo tenemos la surrealista escena de una reunión de vecinos donde se increpa a una pareja que no dejan dormir al resto del edificio debido al lenguaje soez que utilizan durante sus relaciones. Se genera a partir de ello desde la comicidad cierto debate sobre donde empieza y acaba la libertad individual en comunidad, alegando a los recovecos más absurdos que pueden encontrarse dentro de los acuerdos no escritos de la convivencia.

El resultado final de ello no solo es un filme que desmonte o plantee ciertas dudas sobre el modelo de vida islandés, sino que, variando el tono y el género de la tradición que guarda el cine de su país de los últimos años, nos deja una comedia negra irresistible que bien resultará accesidble y del agrado de un público veraniego deseante de visionar un buen filme de humor con contenido y que sepa dejar poso en el espectador.

Frases destacadas:

  • «¿Has disecado a su perro?»
  • «¿Estás viendo porno? ¿Esa es Rakel?»

Tráiler de «Buenos vecinos»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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