Coincidiendo con el día del padre en Estados Unidos los estudios de animación Disney-Pixar han estrenado “Buscando a Dory”
La esperadísima secuela de “Buscando a Nemo” ha barrido literalmente la taquilla estadounidense el pasado fin de semana y hoy llega a las carteleras españolas. El director Andrew Stanton reúne a la pizpireta y olvidadiza Dory con uno de los personajes más queridos del público infantil Nemo y su padre Marlin. El pez cirujano de color azul vive feliz en el arrecife de coral con sus amigos, pero de repente, Dory recuerda que tiene una familia en algún sitio y que a lo mejor alguien la está buscando. Así que embauca a Marlin y Nemo en una increíble aventura oceánica que les llevará al prestigioso Instituto de Vida Marina (MLI) de California, un acuario y centro de recuperación de especies marinas. Para encontrar a su madre y a su padre, Dory pide ayuda a tres de los habitantes más estrafalarios del MLI: Hank, un pulpo cascarrabias que suele zafarse de los cuidadores; Bailey, una ballena beluga que está convencida que su sonar biológico está estropeado; y Destiny, un tiburón ballena corto de vista. Entre todos ayudarán a Dory a encontrar a sus padres.
El argumento
Alfredo Manteca: «Tras ver “Buscando a Dory” lo que queda de manifiesto es que en la Meca del Cine buscan asegurar el éxito en lugar de innovar, y para ello no dudan en repetir la fórmula, sin importarles un instante en pervertir el perfil psicológico del personaje. Nuestra pequeña Dory que en “Buscando a Nemo” parecía vivir en un Síndrome de Korsakoff permanente, lo que daba lugar a momentos muy cómicos, aquí de repente se acuerda que tiene padre, y no sólo eso, poco a poco irá recordando todo porque el desenlace debe ser feliz. Cuesta mucho admitir la idea de que Dory se plantee sus orígenes. De tal forma que lo que la hacía singular y divertida, aquí se torna plomiza básicamente. Lo que hacía magistral a “Buscando a Nemo” era la verosimilitud que respiraba la trama, en este caso, sobre todo en el desenlace, ni está ni se la espera. Al igual que las pinceladas ecológicas parecen metidas con calzador en el desarrollo narrativo, no hay una apuesta clara por la defensa del fondo marino.»
Luis Suñer: «Si el título de su antecesora, “Buscando a Nemo”, no podía resultar más obvio en su desarrollo, “Buscando a Dory” va más allá. Y es que esta búsqueda no se limita a la pérdida y reencuentro de un ser querido, sino que decide reforzar los fuertes lazos de Marlin y Nemo ya estrechados en su anterior entrega, pero al mismo tiempo, sumergirse de lleno en la psicología de su personaje más carismático, la olvidadiza Dory. Así pues, de nuevo el valor de la familia constituye una aventura contramarea de dimensiones épicas, pero sin dejar de lado la importancia de la amistad y el colaboracionismo entre iguales. Como consecuencia de ello, asistimos a un viaje de autoconocimiento siempre acompañado de distintas ayudas que refuerzan la relevancia de la fuerza de voluntad.»
Una secuencia
Alfredo Manteca: «La mejor secuencia es cuando Hank ayuda a Dory a introducirse en el tanque del Instituto de Vida Marina. La profesionalidad de Stanton se aprecia en la forma en que la cámara sigue a los personajes en un decorado brutal lleno de detalles, de tal forma que convierten en un personaje más a este inmenso acuario, que también es un centro de rescate y recuperación de especies.»
Luis Suñer: «Uno de los puntos fuertes de esta nueva propuesta de Pixar es la relación de amistad que se establece entre Dory y el pulpo Hank. Este último, es un personaje malhumorado, que esconde dolor y resentimiento hacia el resto del mundo y que se mueve en un inicio presionado por sus propios intereses. Resulta interesante pues la evolución que sufre tras conocer por accidente al pez cirujano que acaba por despertar en él unas emociones que creía inexistentes. Y es en una de las secuencias que protagonizan ambos que observamos el impacto emocional que despiertan el uno en el otro, mostrado con acierto encontrando el tiempo exacto entre tantas escenas de acción desenfrenada.»
El plano
Alfredo Manteca: «Uno de los planos más bonitos es ver a Dory en el filo del Arrecife mientras que Marlin se acerca por detrás porque está preocupado por ella, y acaban mirando en plano general al horizonte. Es un plano que está posiblemente a la misma altura que el plano final de “El imperio contraataca” porque está cargado de simbología.»
Luis Suñer: «Dory, tras un viaje más espiritual que físico, se encuentra perdida en la inmensidad del océano. Nadie puede ayudarla. Debe contar tan solo con sus recuerdos, con la fuerza de su memoria. Observada casi como una mancha azul rodeada por primera vez en el metraje de auténtica soledad, deberá poner en juego lo aprendido de su aventura, el conocimiento adquirido, el aprendizaje recibido por aquellos que han velado en algún momento de su vida por ella. Algo que irradia y con maestría técnica el plano más adulto y sereno de la película.»
El personaje
Alfredo Manteca: «En este caso me quedo con las focas. Me resultó muy interesante desde el punto de vista etológico, la manera en que los guionistas consiguen hacer momentos muy divertidos mientras ayudan a Dory con su comportamiento habitual. Es toda una sorpresa, al igual que los perezosos en “Zootropolis”»
Luis Suñer: «Sin duda Dory, quien ya hizo gala de un carisma merecidísimo en la cinta de 2003, es la clara protagonista de esta película. Y lo es por toda la exploración que se hace de su personaje, dotándolo de un pasado, pero a su vez de un presente que acaba confeccionándole una personalidad que acaba por remitirle a la idea de lograr sus objetivos en el futuro. Los guionistas han sabido optimizar al máximo las pérdidas de memoria de Dory con tal de elaborar unos misterios que resultan satisfactoriamente descubiertos mediante su propia personalidad, sabiéndole sacar también partido al resto de personajes que la acompañan fragmentariamente durante todo su incesante periplo personal.»
Lo mejor de “Buscando a Dory”
Alfredo Manteca: «Esta vez creo que lo mejor es el corto “Piper” que antecede al filme. Todo un prodigio de animación, conciso, lleno de ternura y la calidad fotográfica de la animación. Pero centrándome en el largometraje las escenas entre el «septopulpo» y Dory resultan de lo más divertidas, poseen mucho ingenio y acción. Hacen que el espectador vuelva a entrar de lleno en la trama. También resulta muy conveniente el abandono de la fórmula de introducir mil y un homenajes a otras películas, porque es una fórmula muy vista. Al igual que considero acertada la elección de la famosa actriz que pone voz al sonido ambiente en del Instituto de Vida Marina»
Luis Suñer: «El diseño visual de “Buscando Dory” es de una maestría técnica hipnotizante. Pixar se atreve con diferentes espacios dentro de un mundo submarino que se adentra paulatinamente en lo terrenal. El barroquismo de algunas de sus escenas, así como la fuerza con la que se logra su poderosísima animación acaba por regalarnos una nueva lección del estudio pionero en su materia. Algo a lo que ya estamos acostumbrados de quien es capaz de lograr tornar verosímil el más fantasioso de los parajes. Además, en el cortometraje que acompaña el filme titulado “Piper”, advertimos un dominio realista de la imagen animada tan sublime como la humanidad con la que se vive su contenido.»
Lo peor de “Buscando a Dory”
Alfredo Manteca: «Es una pena que con todo el tiempo que se ha tomado la productora en hacer una secuela el resultado final no acabe estando a la altura de su predecesora. Obviamente desde el punto de vista de animación es impresionante, pero la historia es tan importante como el dioseño de producción o más. Posee un serio problema de ritmo. La vertiente dramática del largometraje donde se desarrollan las dudas existenciales del famoso pez cirujano, lastra por completo la acción y se convierte en el verdadero talón de Aquiles, porque puede que los más pequeños de la casa se desconecten por completo y acaben aburriéndose soberanamente.»
Luis Suñer: «Resulta complicado encontrar defectos a una producción tan satisfactoria como el título que hoy nos atañe. Quizás se siente un ritmo demasiado alocado si la comparamos con su antecesora, apostando esta nueva entrega por secuencias de acción más continuadas y grandilocuentes, que resultan entretenidas y trepidantes, pero que rompen cierta lógica con la película de 2003.»