«Calvary», la segunda película como director de John Michael McDonagh es una de las mejores opciones en la cartelera británica en este momento.
La segunda película como director de John Michael McDonagh supera, sin lugar a dudas, a su debut. Es un gran largometraje al que sin embargo, sigue faltándole algo. Si bien todo está muy bien escrito, las distintas partes del puzzle no consiguen encajar y John Michael aún está a la estela de su hermano, Martin McDonagh («Escondidos en Brujas«, «Siete psicópatas«).
«Calvary»: Un buen cura
No tiene sentido matar a un mal cura, pero matar a uno bueno… eso sería un shock. «Calvary» cuenta la historia de James (Brendan Gleeson), el cura de un pueblo rural en la costa irlandesa que un día, durante una confesión, es amenazado de muerte. El motivo: matar a un mal cura no tiene sentido, pero matar a uno bueno es la forma de que, según el punto de vista de este desconocido asesino que fue violado por un cura cuando tenía siete años, todo el mundo se conmocione por el suceso. El asesino le dará entonces siete días para poner sus asuntos en orden.
Desde este punto de partida, cualquiera podría pensar que la historia es un thriller con suspense alrededor de este cura tratando de evitar su asesinato. Y esa es la idea que deja el trailer, quizá por eso mi sorpresa al ver la película. Desde un inicio, McDonagh se quita el problema de quién es el asesino (el cura lo sabe desde el inicio, aunque el espectador no) y la historia trata de explorar la vida de distintas personas del pueblo y sus problemas, aunque siempre con James como personaje líder que mueve al espectador.
Así, «Calvary» explora (dentro de un paisaje increíblemente bello) temas como el suicidio, los deseos violentos, adulterio y el dinero; desde un punto de vista más espiritual y humano que religioso. Aunque el protagonista del filme sea un cura, esta historia no versa sobre religión, casi ninguno de los personajes es realmente religioso y, por tanto, la película no trata de sermonear. No es una obra sobre el pecado y la virtud, sino sobre la humanidad y las decisiones que tomamos.
Y aquí es donde viene mi problema con la historia. Como ocurría con su anterior trabajo, «El irlandés«, también protagonizada por Gleeson; hay un serio desequilibrio entre humor y drama, así como entre la historia principal y secundarias. Si bien, todo por separado funciona a la perfección (incluso a pesar de algunas bromas muy obvias) no se aprecia una organicidad en su conjunto. El humor negro, muy sutil, funciona perfectamente; el drama está ampliamente conseguido. Pero, en ocasiones las pequeñas historias de la comunidad parecen más historias sueltas, que no están realmente integradas en la historia principal de James. A excepción de la de su hija, el resto de tramas podrían desaparecer y la historia de James sería más o menos la misma. Esta falta de organicidad, de que todas las piezas coincidan y encajen para que la vida de James cambie durante la semana en la que transcurre esta tragicomedia, es lo único que se echa en falta en términos de guión.
Y ¿Por qué «Calvary» es muy recomendable?
Porque técnicamente es un filme maravilloso con actuaciones increíbles. Comenzando por Brendan Gleeson que una vez más demuestra lo bueno que es (cuánto nos hubiésemos perdido si no hubiese decidido, cuando tenía treinta y cinco años, convertirse en actor), siguiendo con Kelly Reilly que sigue reclamando más papeles protagonistas con otro gran trabajo; y después… bueno, el resto del reparto: Chris O’Dowd, Aidan Gillen (a pesar de que me pasé todo el metraje preguntándome por qué en lugar de usar su verdadero acento irlandés, estaba imitando su propia actuación como Littlefinger en «Juego de tronos»), Dylan Moran… magníficos actores que dotan de gran nivel a este particular calvario.
Los paisajes irlandeses son maravillosos, presentan planos dignos de ser vistos en la pantalla grande, gracias en parte a la gran fotografía que utiliza la película, que por cierto, está rodada en muchas localizaciones naturales.
Igualmente, hay varias escenas que destacan sin duda sobre el resto. La conversación entre James y el preso Freddie Joyce (interpretado, precisamente, por su hijo Domhnall Gleeson) es de un excelente nivel, y la última escena de la película es uno de esos momentos que resultan totalmente imposibles de olvidar durante días después del visionado de la obra.
Así que…
Sí, «Calvary» no es una película redonda, a McDonagh aún le queda encontrar la chispa que haga que todas sus escenas funcionen como entes independientes. Sin embargo, no por ello la película deja de tener su magia y ser tan interesante como entretenida. Sin duda, «Calvary» es una de las mejores opciones en la cartelera británica en este momento.