El tercer largometraje de Josh Trank es un fallido biopic centrado en el último año de vida del gángster más famoso de la historia.
El mayor terror de todo director novato que ha alcanzado el Olimpo directamente con su primer (o uno de sus primeros) filme debe de ser convertirse en un One-hit wonder, es decir, un director incapaz de realizar otra película que haga un mínimo de sombra a la cinta que le catapultó al estrellato. Desgraciadamente, son muchos los realizadores que han acabado en este saco y una vez entran difícilmente se recuperan. Incluso la calidad de sus propuestas suelen tender hacia peor. Este fenómeno suele atender a tres posibles orígenes. Primero, los menos, que el precedente sea tan incontestable que sea difícil poder volver a realizar algo parecido jamás. Este es el caso de M. Night Shyamalan, que aunque firma muy buenas cintas posteriores, ninguna es capaz de alcanzar la envergadura de “El sexto sentido” (1999). Otro grupo lo componen realizadores cuyo ego se ve tan inflado que pierden la capacidad de autocrítica, como Kevin Costner o Michael Cimino. Y, finalmente, el gran grueso está formado por aquellos que tuvieron la suerte de contar con una grandísima idea (propia o ajena) y un sólido guion que la acompañara y cuya destreza cinematográficas fueran lo suficiente como para traducirlo en una película a la altura. Los casos más conocidos son Richard Kelly, Michel Gondry, James McTiegue, Neil Blomkamp o Andrew Niccol (aunque “El señor de la guerra” (2005) es muy revindicable). A esta lista se suma ahora el nombre de Josh Trank, quien se dio a conocer con aquella maravillosa mezcla de cine de superhéroes y found footageque fue “Chronicle” (2012). El éxito de la película le llevó a ser contratado por la FOX para encargarse del rebootde “Cuatro Fantásticos” (2015) y por Disney/LucasFilms para hacerse cargo de uno de los spin-offsde Star Wars. Sin embargo, los “Cuatro Fantásticos” fue una debacle de crítica y taquilla y la casa del ratón decidió no contar finalmente con sus servicios.
Como alternativa, Trank decidió sumergirse en la faceta más “humana” y personal de uno de los gánsteres más sanguinarios y conocidos de Estados Unidos, Al Capone. Para ello decide alejarse de su época en activo, muchas veces plasmada en celuloide, y va directamente tras su salida de la cárcel, a la que fue por evadir impuestos. Comido por la neurosífilis y arruinado, Capone se retira a su mansión de Florida junto a su familia para pasar sus últimos años de vida. Para encarnar al mafioso, Trank cuenta con un Tom Hardy irreconocible por el sobrepeso, el exceso de maquillaje y, sobre todo, por el histrionismo exacerbado de su actuación. A Hardy se suman secundarios de renombre como Matt Dillon, Linda Cardellini o Kyle MacLachlan. Y a pesar de tener esta materia prima y un punto de partida suculento donde escarvar, Trank es incapaz de hacer despegar la cinta por encima de la total indiferencia, más haya de la pasada de actuación de Hardy.
Tom Hardy desatado
Para mucha gente, el actor inglés Tom Hardy es uno de los mejores de su generación. Pero lo que es innegable, es que se trata de una bestia parda de la actuación. Para lo bueno y para lo malo. Se necesita un director con las ideas claras y una buena correa como Steven Knight (“Locke” (2013)) o Christopher Nolan (“Origen” (2010), “El caballero oscuro: La leyenda renace” (2012), “Dunkerque” (2017)), o un director que se vuelva tan loco como él y le siga el ritmo con la batuta como Nicolas Winding Refn (“Bronson” (2008)) o George Miller (“Mad Max: Furia en la carretera” (2015)) para que Hardy se luzca. En “Capone”, Josh Trank es incapaz de controlarlo. Es posible que Capone fuera realmente así de excesivo, sobre todo en sus últimos años donde la sífilis había devorado su cerebro. Pero una actuación, por encima de ser realmente veraz, debe parecerlo. Y aquí, la sobreactuación de Hardy te saca en todo momento. No puedes ni empatizar con el personaje ni tan siquiera seguir con atención la historia y el mensaje que Trank intenta plasmar. Además, la dirección, el estilo visual y las interpretaciones de los secundarios son tan clásicas y anodinas que no armoniza en absoluto con la actuación del protagonista. Solo Dillon y MacLachlan parece seguir el ritmo de la fiesta que Hardy ha montado. Pero desde la barra, más divirtiéndose que participando activamente en ella.
Este clasicismo a la hora de narrarnos visualmente la historia también choca con un elemento que se repite varias veces a lo largo del filme, las alucinaciones que tiene Capone. Se entiende que Trank intenta posicionarnos en los ojos del protagonista y que tampoco sepamos si lo que vemos es cierto o no. Pero este juego se torna aburrido y repetitivo ya en la segunda partida y, junto a la actuación de Hardy, nos acaba distrayendo de la idea central de la película. Incluso deja de importarnos que es real y que no lo es. Además todo este intento fallido de descenso a los infiernos esta sustentados sobre dos hilos narrativos demasiado débilmente cimentados: la relación que tiene con su primogénito con el que pretende escarbar en el alma de alguien que carece de ella y por lo tanto no sacar nada, y una bolsa con 10 millones de dólares que escondió y que no recuerda donde está. Dos motores narrativos que apenas pasan de ser meros McGuffins que emplea para impulsar una película que tampoco va a ninguna parte.
En definitiva, “Capone” entierra más todavía el nombre de Josh Trank en la tumba de los One-hit wondersy demuestra, por si todavía quedaba alguna duda, que el énfasis actoral de Tom Hardy no tiene límite. Si queréis verla, aunque sea por morbo o por ver como habría sido un Celebrity de Capone por Joaquín Reyes, ya la podéis encontrar en Filmin.
Frases destacadas:
- Doctor:“Yo sugiero que le den una zanahoria.”
- Capone:“Claro que se quien eres.”
- Johnny:“Yo nunca te he vendido a nadie. Y tu lo sabes.”
Trailer de “Capone”: