El ganador del Oscar Tom Hooper nos trae la tan esperada como temida adaptación al cine del famoso musical de Andrew Lloyd Webber.
Tras su éxito con «El discurso del rey» (2010), el director Tom Hooper cambió la forma de ver el musical cinematográfico en «Los Miserables» (2012), utilizando las voces grabadas en directo, un realismo que hace que cualquier trabajo posterior del género parezca artificial. No deja de ser curioso pues que su siguiente proyecto dentro de esta dinámica, tras el fracaso de «La chica danesa» (2015), haya sido un salto sin red tan antinaturalista como es «Cats». La obra que estrenó Andew Lloyd Webber en 1981, basada en el la colección de poemas de T.S. Eliot Old Possum’s Book of Practical Cats, estableció records de permanencia en Broadway y el West End de Londres, siendo aún actualmente en ambos uno de los musicales que ha tenido más longevidad. La «historia», por llamarla de alguna manera, no puede ser más simple: un grupo de gatos, los Jélicos, se van presentando al público uno por uno con la intención de ser el elegido para renacer y tener la oportunidad de una nueva vida. Una sucesión de números para el lucimiento de melodías y baile que rompen con la narrativa tradicional. Y Hooper decide, no sin riesgo, no adecuarlo más a la gran pantalla y a un gusto más amplio para todos los tipos y edades, sino plasmar de forma fiel y respetuosa un musical cumbre que triunfó precisamente por su excepcionalidad. Lo que algunos verán como un problema, para la que esto escribe es la mejor virtud de la película. La mayor licencia que se toma es que en vez de narrarse directamente a los espectadores, se utiliza el personaje de la gata Victoria (siempre destacado en la obra por su llamativo color blanco), recién llegado al grupo, como excusa para toda la presentación de los demás.
«Cats» es una adaptación tan inevitable (casi 40 años sin haberla visto como película ya parecen demasiados) como innecesaria, ya que parte con una dificultad de base, y no es precisamente el de su escaso y arbitrario relato: es el hecho de enfrentarse a los protagonistas en el terreno en un medio distinto al escénico. Ya hemos dicho en numerosas ocasiones que lo que aceptamos en el teatro muchas veces no funciona en cine, y se mire por donde se mire, humanos disfrazados de gatos no son algo fácil de digerir en pantalla. Quizás la única adaptación viable sin caer en el ridículo hubiese sido en animación total, pero la opción escogida al final, una combinación de live-action e imágenes generadas por ordenador, no parece ser la mejor. Sobre todo porque para que esta idea más o menos funcionara, los efectos digitales deberían ser excepcionales, y lamentablemente no lo son. Por lo tanto, hasta que uno se hace a estos seres extraños medio felinos medio personas, pero sobre todo a los falsos fondos y ambientaciones, puede quedarse un poco (o completamente) fuera de la película, e impiden además disfrutar de las escenas de baile en su totalidad. No ayuda tampoco que el principio sea más acelerado y los primeros números sean muy inferiores a los de la segunda parte (el de «The Old Gumbie Cat» protagonizado por Rebel Wilson es directamente bochornoso), sin olvidar el grotesco malvado al que encarna Idris Elba.
La magia de Lloyd Webber
Aunque se haya usado el nombre de cantantes famosos como reclamo comercial, lo cierto es que en la película no son Jason Derulo o Taylor Swift, pese a hacer buenos números individuales (el de Swift, «Macavity», además de su gran voz, es uno de los momentos más espectaculares del conjunto), sino los desconocidos Francesca Hayward, primera bailarina del Royal Ballet de Covent Garden, como Victoria, Laurie Davidson como el mago Mr. Mistoffelees, y Robbie Fairchild como el narrador principal Munkustrap, quienes realmente se adueñan de la función. Tras una primera parte, como decíamos, más irregular, según va avanzando el metraje las magníficas baladas de Lloyd Webber van ganando protagonismo hasta tocar la fibra más sentimiental en momentos como el de «Beautiful Ghosts», buena canción original compuesta por el propio Webber para la cinta, o sobre todo el famoso «Memory», con la combinación de la siempre apasionante Jennifer Hudson, al nivel del «And I am telling you I’m not going» de «Dreamgirls» (2006) que le dio el Oscar, y el Hooper de primeros planos que nos conmovió, como decíamos, en «Los Miserables». A ello también influyen las emocionantes interpretaciones de los veteranos Judi Dench, a quien por fin se le da la oportunidad de quitarse la espina de no haber podido interpretar a Grizabella en el montaje teatral original por una lesión de última hora, e Ian McKellen.
Visto el resultado total, podemos afirmar que, con el material y los obstáculos con los que se contaba desde un inicio, esta es la mejor versión a imagen «real» cinematográfica posible de «Cats», sin dejarse llevar Hooper por convencionalismos y, desde luego, sin importarle el qué dirán (que, como se está viendo, está siendo mucho y malo),siendo probablemente su filme menos academicista y más osado. Una rareza incomprendida y vendida erróneamente para todos los públicos pero realmente pensada para seguidores de la obra que, desde el punto de vista de una de ellos, es todo lo que se podría desear.
Frases destacadas:
- Victoria: ¿Vas a intentar tener una vida diferente?
- The Rum Tum Tugger: ¡A bailar!
- Old Deuteronomy: Yo elijo a un gato por su alma.
- Mr Mistoffelees: Crucemos las patas.
- Victoria: Canta.