Atom Egoyan se introduce en el turbador universo de los secuestros y los abusos de menores con un filme artificioso, soporífero y, sobre todo, inverosímil.
Asociar los términos “cine” y “magia” en una frase resulta tan tópico como recurrente. No obstante, tan manido cliché posee un aura de verdad irrefutable; una verdad que convierte al séptimo arte en el lugar indicado para refugiarse de una cada vez más asfixiante y, para muchos, soporífera realidad, gracias a su capacidad inherente para hacernos vivir situaciones imposibles sin que, sorprendentemente, dudemos de su lógica y coherencia. Gracias al cine hemos llegado a creer, sin dudar durante un sólo minuto de la proyección, que un hombre podía volar, que un sólo policía podía derrotar a un ejército de terroristas confinados en un edificio inmenso; hemos aceptado sin dudarlo dos veces que el patito feo del instituto se ligue al guaperas de turno, y que un multimillonario triunfe en su lucha contra el crimen enfundado el un siniestro disfraz negro.
Todos estos casos ejemplifican a la perfección la potente herramienta de ilusionismo que es el medio cinematográfico. Es por ello que, más allá de los siempre perdonables desperfectos en la forma o en el fondo de una película, no encuentro peor tara posible de la que pueda adolecerse un filme que de la incapacidad de proyectar verosimilitud sobre los hechos que narra; y ese es precisamente el mayor de los defectos que hace de ‘Cautivos’ una experiencia sumamente insatisfactoria, y tan insustancial como repleta de buenas ideas desaprovechadas en la que muy poco —o prácticamente nada— queda del brillante Atom Egoyan nominado al Oscar hace dos décadas.
La sordidez, la dureza y la capacidad para turbar que suelen relacionarse a un tema tan controvertido como el secuestro y posterior abuso sexual a menores se diluyen entre las líneas de un guión absurda e innecesariamente enmarañado, tan plano y vacuo como los desoladores y vagamente explotados a nivel visual parajes canadienses en los que se ambienta la película, y que tan sólo incrementa la sensación de que ‘Cautivos’ no es más que un telefilme con delirios de grandeza.
Ni el reparto, encabezado por un Ryan Reynolds en horas especialmente bajas, cuya némesis en no es más que un cliché interpretativo y visual de la figura del psicópata de tendencias pedófilas al que da vida un Kevin Durand que roza lo bochornoso en su despliegue de teatralidad forzada y grotesco amaneramiento; ni tan siquiera el ostentoso montaje, que opta por romper la linealidad de la línea temporal de los acontecimientos para alimentar el suspense de forma estrepitosamente fallida, consiguen salvarme del tedio más absoluto mientras veo el largometraje e intento luchar por buscar la lógica a las acciones de unos personajes histriónicos que rozan la tripolaridad, y que sólo logran echarme progresivamente del particular universo que ha pretendido crear el señor Egoyan.
Es inevitable, a lo largo del innecesariamente dilatado metraje de la cinta, evocar esa joya, similar hasta cierto punto en cuanto a contenido, pero radicalmente opuesta en cuanto a calidad y capacidad de inmersión en su genial ambientación que es ‘Prisioneros’ (Denis Villeneuve, 2013). La maravillosa atmósfera, la capacidad para mantener al espectador más curtido en vilo, y ese tratamiento de la moralidad y la turbadora naturaleza humana de la que hace gala el filme protagonizado por unos solventes Jackman y Gyllehnaal, se traducen, en el caso de ‘Cautivos’, en una maraña de inconsistencias argumentales, lugares comunes, personajes incomprensibles y un sopor alimentado por la falta de esa magia que toda película debería almacenar entre sus fotogramas.
Frases destacadas de «Cautivos»
- Mika: «Maybe. Just this once. Let me think about it a little bit, okay?»
- Cass: «That must be the hardest part for mom, now. Not knowing what I’m dreaming about. Or that I’m even alive to be dreaming.»
- Nicole: «The difference between a youth at risk and a young person with their whole life ahead of them, is care and concern.»
- Nicole: «If I showed you pictures related to my work, most of you would cry. The awful truth is that there are no happy endings in my line of work. There are only stories that just stop.»
- Vince: «That’s why they make women’s watches so small, so you can’t see how late it is.»