Neill Blomkamp vuelve con Chappie, su tercera película, en la que lo único salvable es el entrañable robot.
La «molonidad» como concepto cinematográfico
Que estamos en la era del cine de la molonidad es algo que, cualquiera que vea la cartelera, tiene presente. Las películas de acción actuales se rigen bajo el principio, simple y simplón, de cuanto más mejor y que el qué no importa. Importa el cómo. Y si el cómo es un batiburrillo de ideas mal digeridas, de conceptos con apariencia de trascendencia, de personajes que no son más que mecanismos de guión para que la trama avance y lo dotamos de un aura de grandilocuencia exagerada en la que los fuegos de artificio no te han de dejar ver el bosque, pues el resultado es la mezcolanza indefinida que es Chappie.
Porque ¿qué clase de película es «Chappie»? Pues ni el mismo Neill Blomkamp parece tenerlo claro. Empieza como «Distrito 9» con un news reel, en plan falso documental, que a los 5 minutos es olvidado y no vuelve a ser relevante ni a mencionarse en la película. Sigue tomando elementos de «Robocop» (Paul Verhoeven,1987) (Moose, el antagonista de Chappie, está claramente inspirado en el ED-209 de la película de Verhoeven). Continua con un poco de Elysium (esas corporaciones que controlan el sistema), coge un poco de «Big Hero 6«, otro poco de Cortocircuito, y luego decide que lo que realmente quería hacer es un videoclip para la irreverente banda de Hip Hop, Die Antwoord.
Y ese es el principal lastre de la película, el no saber qué contar, el no saber a qué idea centrarse. Y así se pasa los 120 minutos de proyección, intentando buscar un tono que sólo parece encontrar en los momentos formativos de Chappie, en los que consigue dar a la máquina (la mejor creación, sin duda, de la película) la credibilidad necesaria para empatizar con él, en esos momentos en los que se presenta la diatriba entre genética y educación como creadores de personalidad. Es, en esos breves momentos, en los que parece que Blomkamp está encontrando la manera adecuada de contarnos la película que tiene en mente. Pero no deja de ser un espejismo que la molonidad se encarga de tapar con un par de escenas de explosiones hiperrealistas en aras de epatar mediante el flipe, que nos vuelven a sacar del filme.
«Chappie» peca de indefinición
Chappie es la historia de un scout o robots policía que están sustituyendo al cuerpo de policía humano para hacer frente a la enorme amenaza de la delincuencia en Johannesburgo. Como inciso, es curioso contemplar como en las tres películas del sudafricano, la delincuencia está a manos de grandes capos “niggas” que viven en ghettos en los que la gente “normal” evita a toda costa. En ese contexto Deon (Dev Patel), el creador de los scouts, está elaborando un nuevo sistema de Inteligencia Artificial que permitirá a las máquinas ser autoconscientes y tomar sus propias decisiones, pero cuando Ninja y Yo-Landi (Die Antwoord), un par de delincuentes de baja estofa se cruzan en su camino y secuestran a Chappie y a Deon para hacerles dar un golpe que les permita saldar una deuda, el proyecto de IA se verá comprometido. Mientras que los mafiosos intentarán educar a Chappie, el scout con el nuevo sistema de IA, para usarlo para el golpe, Deon, como su creador intentará moldearlo erigiéndose en una figura divina para la máquina. Por otro lado, Tetravaal, la empresa suministradora de los scouts, dirigida por una Sigourney Weaver que hace prácticamente el mismo papel que el de Jodie Foster en «Elysium«, impedirá que Moose el proyecto de robot policía de Vincent (Hugh Jackman), un exmilitar retirado que trabaja como ingeniero, pueda hacerse cargo de la seguridad en Johannesburgo.
La sinopsis ya debería advertirnos de que la molonidad va estar presente: robots, delincuentes, secuestros, policía, tiros, temas en apariencia trascendentes. Y así es. Todo se hace abrazando este concepto de hiperrealismo absurdo, de metafísica de fumeta y de hostias como panes que tapan defectos como catedrales. Y no parece darse cuenta de que el gran acierto de Chappie como película es Chappie, el robot. Su toma de autoconciencia, su modo de aprendizaje, su ternura, su naturalidad, su inocencia y como esta va siendo vulnerada por el contexto social en el que crece -de nuevo Blomkamp hace gala de un aparente racismo social -. Pero esos momentos, como dijo Roy en Blade Runner, tal vez una de las primeras películas en abrazar la molonidad como concepto narratológico, se acaban perdiendo como lágrimas en la lluvia ante el batiburrillo de explosiones y conceptos arbitrarios que rodean todo el conjunto.
Frases Destacadas de Chappie:
- Chappie: «Chappie quiere pintar.»
- Chappie: «No quiero morir, quiero vivir»
- Deon: «Lo que me interesa es crear una máquina que pueda pensar y sentir.»
- Michelle Bradley: «Un robot pensante podría ser el fin de la humanidad.»