Llega a los cines el último trabajo de Marc Rothemund, basado en un caso real que banaliza las historias de superación.
Tras ser candidato al Oscar por el drama histórico «Sophie Scholl. Los últimos días» (2005), el director alemán Marc Rothemund dio un giro hacia un cine más ligero, a pesar de tratar en algunas ocasiones cuestiones tan serias como el cáncer en «Heute bin ich blond -The girl with nine wigs»– (2013). Como en aquella, Rothemund vuelve a afrontar una enfermedad desde la esperanza y la actitud positiva en su última película, «Cita a ciegas con la vida». En ella nos cuenta la historia real de Saliya Kahawatte, un joven de ascendencia ceilanesa que sufre una grave dolencia congénita en la retina, lo que en muy poco tiempo le deja un 10% de visión escasa. Sali se enfrentará a una sociedad que le ofrece muy pocas posibilidades laborales y luchará por trabajar en el más importante hotel de lujo de Múnich, algo que ha sido su sueño desde que viajaba con su familia de pequeño. Rothemund lleva a cabo un trabajo más manipulador que en otras ocasiones, pensado para conmover y aleccionar al espectador sobre la tolerancia con el que es diferente.
Un cuento de hadas
Desde el principio, «Cita a ciegas con la vida» está concebida como una fábula simpática en la que Sali oculta a todo el mundo su ceguera para que le traten como alguien normal. Asombrosamente casi nadie se da cuenta de que prácticamente no ve, y los que se enteran, le ayudan sin ningún tipo de vacilación; de hecho, el único personaje «malvado» (ya que está más descrito como un villano de ficción que como un auténtico jefe seco y desagradable) acaba también sintiendo cariño por él. Incluso al hablar muy por encima de temas como la inmigración o en el momento en el que el filme da un giro absurdamente dramático, la cinta nunca pierde su tono amable acompañado de pegadizas canciones pop. El protagonista es el actor Kostja Ullman, que ya había trabajado con Rothemund en «Single by Contract» (2010), y que hace bastante creíble su personaje, aunque la interpretación más fresca es la de Jacob Matschenz como Max, el amigo bala perdida pero con buen corazón de Sali. Por supuesto, tampoco podía falta en el desarrollo del relato una consabida historia de amor (que aquí curiosamente tiene un carácter bastante secundario), la de Sali con la repartidora de alimentos del hotel Laura (Anna Maria Mühe),
Éxito de espectadores en Alemania, la cinta de Rothemund da sin embargo la impresión de trivializar la obsesión del protagonista de conseguir hacer realidad su sueño, el cual se antoja algo frívolo. Casi dos horas de duración no hacen más que confirmar una idología capitalista, en la que se enaltece el trabajo duro (sufriendo cualquier tipo de humillación por parte de cargos más altos), y se simplifica casi cuaquier aspecto de la crisis económica al que se acerca en favor de crear un bonito cuento. Este sería el problema más serio de un trabajo que, más allá del intento del director por ponernos en los ojos del protagonista y mostranos su discapacidad, tampoco aporta ninguna novedad como producto cinematográfico.
Frases destacadas
- Max: ¿Eres el Rainman indio o qué?
- Sali: Veo un 5% de lo que tú ves, y borroso.
- Laura: ¿Cuidas de mi hijo sin decirme que no ves?
- Sali: ¡Sí, estoy ciego!
- Sali: En ningún caso voy a renunciar a mi sueño.