Mar. Mar 19th, 2024

La música y el amor familiar protagonizan la última obra del estudio Pixar, que se desarrolla durante el Día de Muertos en México.

En un pequeño pueblo mexicano, Miguel es el miembro más pequeño de un clan en el que la música está prohibida. Años atrás, su tatarabuelo se marchó para hacerse un cantante famoso, abandonando a su esposa y a su hija, la bisabuela de Miguel, Coco. Las nuevas generaciones parecen seguir este rechazo por pura inercia y respeto a la abuela, que centra todo su interés en mantener las tradiciones y a la familia unida. Pero Miguel se revelará pronto como una oveja negra que ama la música y no va a renunciar a sus sueños tan fácilmente… El último trabajo estrenado de Pixar (que ya ha empezado a sacar las primeras imágenes de su gran obra de 2018, «Los increíbles 2»), «Coco», nos llega de la mano de Lee Unkrich, uno de los nombres más asentados del estudio, codirector de la segunda y la tercera parte de «Toy Story», de «Monstruos S.A.» (2001) y de «Buscando a Nemo» (2003). En esta ocasión le acompaña en la realización el debutante Adrián Molina, animador en Pixar desde 2007, y guionista de «El viaje de Arlo» (2015) y de esta que nos ocupa. Y como ocurría en aquella del dinosaurio que debe aprender a ser valiente, nos encontramos ante una producción más infantil y menos arriesgada, incluso algo simplista en algunos de sus planteamientos, como veremos a continuación.

Los vivos y los muertos

La acción de «Coco» se sitúa durante el Día de Muertos, la festividad de tradición precolombina que honra a los difuntos entre los días 1 y 2 de Noviembre. El espíritu de que no es un momento triste, sino de celebración de la vida de los ancestros, está muy conseguido en la película, así como los detalles como los altares dedicados a los familiares fallecidos y las decoraciones en el cementerio. De modo que vida y muerte se fusionan y coexisten con normalidad, sin los miedos normalmente atribuídos a este tránsito. Lo verdaderamente original es el giro que da en un momento concreto, para continuar contando la historia desde el punto de vista de los muertos y de cómo llevan su existencia en el otro mundo según les recuerden más o menos los que están vivos. Miguel va a experimentar así una jornada en estado de constante carpe diem, de aprovechar el momento mientras podamos, lo cual se traduce además en un despliegue visual deslumbrante y en un ritmo dinámico, casi frenético.

«Coco» sigue la estructura de casi todas las películas del estudio, en las que el protagonista, junto con algún compañero de aventuras, van atravesando diferentes escenarios y encontrando excéntricos personajes, hasta conseguir un objetivo final. Que la animación sea espectacular e imaginativa ya no nos sorprende en Pixar a estas alturas (aunque su capacidad de seguir creando espacios inexistentes, en contraste con el hiperrealismo de otros trabajos, sigue siendo admirable), sino que al unirla a un guion de la misma calidad es cuando realmente brilla, como podía ocurrir por ejemplo en «Inside out» (2015). Pero frente al complejo universo mental y sensorial de la cinta de Pete Docter, «Coco» se decanta por aludir a los tópicos del carácter mexicano, a desarrollar simpáticas aunque predecibles peripecias, y a hacer una crítica bastante tradicionalista de la busqueda del éxito, del estilo de las de Damien Chazelle, en la que parece que el hecho de perseguir los sueños solo implicara perder todo a nuestro alrededor, incluido cualquier rasgo de humanidad.

La importancia de la música

Pese a la restricción de la familia de Miguel con respecto a la música, no deja de resultar chocante en una película tan festiva y ligera como es «Coco» la escasez, al menos durante su primera parte, de números musicales, teniendo en cuenta el papel tan importante que tiene un elemento del que se habla constantemente (más en un lugar donde la representación sonora tiene tanta relevancia como en México). Ni siquiera los temas instrumentales de la banda sonora de Michael Giacchino (en la que, pese a no ser de sus mejores trabajos, es interesante el uso de elemenos folclóricos para reinterpretar el género mariachi) destacan especialmente, quedando de fondo en un plano secundario. Y es una auténtica lástima porque, cuando empiezan las canciones, como «Poco loco» o la versión de la tradicional «La llorona», son de lo mejor de todo el conjunto. De hecho, los momentos más emotivos del filme tienen que ver con la nana «Remember me» y sus implicaciones narrativas. Es aquí cuando por fin vislumbramos detalles del mejor Pixar, ese que sabe trasmitir con sutileza y sensibilidad valiosos mensajes universales. En este caso, la importancia de recordar a los nuestros cuando desaparecen, ya que, estén donde estén, permanecerán con nosotros mientras así lo hagamos.

Frases destacadas:

  • Ernesto de la Cruz: Nunca subestimes el poder de la música.
  • Miguel: ¡No quiero formar parte de esta familia!
  • Miguel: No tienes que perdonarle, pero no podemos olvidarle.

Trailer de «Coco»

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