La nostalgia y el amor por el cine se respira en el documental Contra el tiempo, del realizador José Manuel Serrano Cueto, al narrarnos qué ha sido de actores de reparto como Mabel Escaño, Lone Fleming, Ricardo Palacios, Carlos Bravo, Antonio Mayans o Fernando García Rimada que tuvieron su periodo de plenitud en las décadas de los años 60 y 70. Inclusive quería su propio realizador que fuera “su reencuentro personal y laboral con uno de los malos más míticos del cine Aldo Sambrell”.
El género informativo ha experimentado una gran evolución en los últimos veinte años, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, eso es un hecho innegable. Pero Cueto, yendo contra todo y contra corriente, ante novedosas propuestas decide otorgarle una estructura literaria cometiendo un craso error, en lugar de jugar con el montaje paralelo de imágenes y declaraciones, así cada capítulo de este libro visual es una de las entrevistas a uno de estos actores de reparto. De esta manera el director intenta cumplir uno de sus objetivos “descubrir la trayectoria y la vida de cada uno” Es justo aquí donde nace el principal talón de Aquiles de Contra el tiempo. Se supone que este sentido homenaje debe estar fundamentado en el paso del tiempo y qué pasó con ellos, pero las entrevistas a veces llevan unos derroteros que no son los adecuados, como por ejemplo la escenificación del reencuentro de Carlos Bravo y Mabel Escaño en el festival de Málaga, máxime porque queda un tanto artificial.
Pero el problema narrativo de Contra el tiempo es más profundo, si se supone que el eje que vertebra todas estas entrevistas es un supuesto actor novato, al que da vida Antonio Mora, que busca saber cuáles son los entresijos de la profesión y que busca aprender de ellos, la pregunta que surge inmediatamente es qué hace José Manuel Serrano Cueto entrevistando a uno de los actores al principio del filme. En cierta medida esto es una pregunta retórica, porque la respuesta es obvia, los consabidos problemas de producción: “Antonio Mora no estaba disponible para rodar por problema de agenda y se nos hubiera ido dos meses más allá la entrevista” nos dijo el creador del documental.
Es meritorio el esfuerzo de este realizador por tratar de salvar su idea y obra, pero la verdad es que el documental de no ser por el gran Ricardo Palacios, que le pone una nota de ironía y sensatez, hace aguas por todos los cuatro costados, y es una pena porque la idea de partida era genial. Seguro que como libro funciona, que existe tengo entendido y que desde luego os recomendamos, porque este largometraje informtativo sólo se la podemos recomendar nada más que a los fieles seguidores de Mabel Escaño, Lone Fleming, Antonio Mayans o Aldo Sambrell.
Calificación: 3,5