En el comienzo de Coriolanus se percibe el olor de una cuidad sucia, hostil y descuidada. Como el perro desatendido las calles están llenas de pulgas. El hedor de la injusticia es insoportable para sus habitantes. Los romanos rugen en la calle y se quejan, se definen como una sociedad valiente y cabreada. Que pronto y como siempre ocurre con las masas descubren su maleabilidad frente a los intereses del poder consensuado, de los representantes de una sociedad enferma. La ciudad es Roma. La Roma contemporánea.
Ese cambio temporal con respecto a la obra original de Shakespeare, que evita así todo el glamour de la tragedia que escribió el genio, ha sido una elección arriesgada por parte de Ralph Fiennes. Pero puestos a hacer una adaptación de Sahekespeare, mejor que disimulemos y hagamos una visión actual de ese destierro que empujará a un soldado a luchar consigo mismo para decidir si muere por su orgullo o por su patria.
Ese soldado es Coriolanus y el que le pone cara es Fiennes, que está portentoso en su papel de enajenado militar que vive por y para su país. Todo lo que escupe la boca de este hombre es para grabarlo en la memoria. Y lo de escupir no es un adorno lingüístico, Fiennes escupe cuando recita las frases que en su día escribió Shakespeare, su intensidad y ese majestuoso inglés antiguo empapan la pantalla.
El soldado es maltratado por su pueblo y obligado a vivir en el exilio. Entonces decide unirse a sus máximos enemigos encabezados por un Gerard Butler más que correcto para vengarse de su pueblo. Pero más allá de ese odio mutuo entre dos hombres de guerra, puede ser todo lo abrasivo que se quiera, esta película tiene su drama y su conflicto en la relación de un hombre con dos mujeres. Su autoritaria (y diabólica) madre y su esposa sencilla y callada. Jessica Chastain vuelve a ofrecer otro recital sin aparente esfuerzo.
La película es fea. Pero los diálogos escritos por Shakespeare y pronunciados por este plantel de actores merecen la pena ser consumidos. Brian Cox, una especie de consejero del gobierno y amigo de la familia de Coriolanus, hace una interpretación devastadora cuando le toca calmar la sed del soldado exiliado.
Ralph Fiennes no ha dirigido una película notable pero solo por elegir a actores tan solventes y por encarnar el mismo con un ímpetu descomunal este Coriolanus merece la pena tenerse en cuenta como una de las adaptaciones salvables de la obra de William Shakespeare.
Calificación: 6,5