El director sevillano regresa con un interesante y acertado thriller donde un ciudadano burgués vive una odisea persecutoria.
Soy una buena persona
En este segundo trabajo, Gonzalo Bendala asume por completo la autoría del filme y sigue la estela de su ópera prima, “Asesinos inocentes”, porque sigue en el terreno del thriller y el plano argumental encontramos temas como la responsabilidad y la toma de decisiones. El director sevillano nos cuenta la historia de Germán, un hombre corriente, ciertamente apocado y honrado, que posee un jefe déspota que le obliga a anteponer los intereses de la empresa a los de su familia. Le hace trabajar hasta la extenuación. De camino a casa tras una intensa jornada, acabará perdiendo el rumbo cuando en su camino se crucen dos chicas jóvenes. A partir de este momento la vida de este padre de familia se convertirá en una auténtica pesadilla.
Bendala vuelve a construir un thriller muy filosófico e interesante. Germán es todo un antihéroe Ortegiano donde se cumple aquello de “yo soy yo y mi circunstancia”. Es decir, la vida una persona es la suma del yo más la circunstancia. Dicho de otra manera, la persona está definida por el medio. La pregunta que surge es ¿qué ocurre si saco a la persona de su medio y la sumerjo en una pesadilla? ¿Aprenderá este hombre nada asertivo a tomar las riendas de su vida? ¿Se convertirá esos acontecimientos traumáticos en algo valioso para que él evolucione y aprenda? Ese es el experimento que pone en marcha este autor sevillano. Además, en una vuelta de tuerca, complica filosóficamente hablando la trama al introducir la variable Nitzchiana de la toma de decisiones, la responsabilidad y el libre albedrio, frente a los conceptos cristianos de pecado y culpa. Silvia, su antagonista, se lo deja claro cuando le dice: “has de pagar por lo que has hecho” y se desata la batalla sin cuartel. Finalmente, el protagonista al igual que Ulises, tiene a su Penélope esperando en casa a que llegue el héroe que está viviendo mil y una aventuras, que le harán evolucionar o no.
Otra de las grandes bazas del filme radica en la elección de su protagonista, el gran actor Julián Villagrán, que obtuvo un Goya gracias a “Grupo 7”, aunque todo el mundo le recuerde por haber dado vida a Velázquez en “El ministerio del tiempo”. Ester Expósito, la gran sufridora del relato, hace un estupendo trabajo al conseguir hacer profundamente odioso su personaje desde el primer momento, y allana el camino a Villagrán para que el espectador empatice con Germán a pesar de que es un pobre hombre, un personaje que carece de carisma. Esto hace que funcione la última gran decisión del realizador sevillano. Por norma general, los thrillers se narran desde la óptica de perseguido, que es más vulnerable, y no del persecutor. Por ese motivo, Bendala dota de una gran originalidad al relato al narrar toda la acción desde el persecutor, es decir, desde los ojos de German. Así es como Bendala se sumerge en los territorios de Haneke al tergiversar las normas del género, y al poner en filo de la navaja a un personaje tan familiar y burgués. Todo ello hace que “Cuando los ángeles duermen” sea más maduro, más acertado, tanto en el tono como en la forma. Otra cuestión es que al espectador no le cuadren alguna de las decisiones de Germán, de tal forma que acaba perdiendo enteros la verosimilitud del relato. O que acepte la resolución del relato tan cristiana, donde Germán acabará pagando un precio por sus pecados.
Frases destacadas:
- Jefe: “Como la sigas cagando eres hombre muerto”
- Sandra: “Te vuelcas con todo el mundo menos con tu familia”
- Silvia: “¿Por qué le has mentido?”
- Silvia: “Nadie puede con nosotras”
- Niña: “¿Quién nos protege de noche?”
- Silvia: “Tienes que pagar por lo que has hecho”