Akiva Goldsman se la pega en su paso del guión a la dirección. Cuento de invierno mezcla sin acierto la realidad con la fantasía en una película bochornosa que cuenta con un reparto espectacular.
La carrera como guionista de Akiva Goldsman está repleta de éxitos de taquilla que en algunos casos han obtenido incluso el favor de la Academia en forma de premio. Una mente maravillosa, Yo Robot o Ángeles y Demonios son obras que consiguieron encandilar al público en forma de producto técnicamente impecable e incluso entretenido pero que adolecían claramente de profundidad en su desarrollo y de calado psicológico en la creación de sus personajes.
No es casual, pues, que su salto a la dirección en Un cuento de invierno, una historia que tiene lugar entre el siglo XIX y la actualidad y se mueve sin acierto entre la fantasía y la realidad, cuente con un elenco interpretativo de altura -Russel Crowe, Jennifer Connelly Colin Farrell o Will Smith- que sin embargo está a disposición de un guión de lo más superficial y peregrino. Por si fuera poco, la puesta en escena resulta a todo punto desastrosa. Una voz en off se empeña en intentar dotar al conjunto de un significado lírico que se presenta conforme avanza el metraje cada vez más infantil -en el peor sentido de la palabra- y el excesivo romanticismo no es sino un vehículo que encadena sin pudor momentos de lo más bochornoso y conversaciones cuya profundidad es comparable a las que tienen lugar en un capítulo de Dora la Exploradora.
Un descalabro de tamañas dimensiones, en lo que se refiere a un guionista tentado a dirigir, no se recuerda desde que Grant Heslov -que escribió la notable Buenas noches y buena suerte- se animó a poner en pantalla aquel bodrio titulado Los hombres que miraban fijamente a las cabras. En ella, al igual que en Cuento de invierno, el reparto era un conjunto de amiguetes que seguramente debían unos cuantos favores a Heslov. Además, es curioso que la única experiencia a los mandos de una cámara tanto de Heslov como de Goldsman haya sido en episodios puntuales de series de éxito –Unscripted y Fringe, respectivamente-. Alguien debería comentarles que dirigir un par de capítulos de una producción que va sobre ruedas y no necesita de grandes alardes autorales no les legitima para jugar en las grandes ligas sin riesgo a quedar en ridículo.
Frases destacadas de Cuento de Invierno:
– Había entrado a robar
– ¿Sigue siendo esa su intención?
– No
– Entonces lo mínimo que puedo hacer es ofrecerle una taza de té.