Pocos presidentes actuales tienen suficiente carisma y personalidad para que merezca la pena hacer una película de ellos. De hecho, muchos ni siquiera merecen una columna de opinión.
Pero Nicolas Sarkozy es diferente, un hombre menudo (porqué decir menudo cuando se puede decir enano), plagado de gestos grandilocuentes, ambicioso, caricaturesco pero (y esto lo dicen algunos de los periodistas que le han entrevistado) enormemente atractivo.
La sátira política que Xavier Durringer ha escrito y dirigido es un reclamo para todos aquellos curiosos que quieran ver como un hombre en pleno ascenso al máximo poder al que aspira comienza un descenso depresivo debido a sus problemas matrimoniales. La primera hora de película es exquisita, la sensación de que cada dialogo escrito por Patrick Rotman es una cuchillada a una clase política podrida y envenenada construye un sentimiento de admiración en cada espectador español de la sala. Admiración porque si un político tan competente como Sarkozy (compartas sus ideas o no, esto es así) tiene una parodia tan certera, tan sumamente inteligente y veraz, nuestros políticos, mucho más simiescos, merecen no una película sino una serie de televisión donde podamos reírnos a gusto de su absoluta falta de profesionalidad.
El problema que reside en De Nicolas a Sarkozy es que la parodia acaba cansando a un espectador poco familiarizado con la clase política francesa. Oír a Jacques Chirac llamara enano a Sarkozy es gracioso al principio, demasiado reiterativo al final. Los insultos son chistes fáciles, lo difícil es emular la manipulación y falsedad con la que se mueven esas gentes de arriba. Todos menos Sarkozy, el retrato que Durringer hace de él es condescendiente en ese sentido. Parece el único político que dice la verdad, a sus compañeros ojo, todavía no se ha inventado un tecnócrata que sea sincero con el pueblo. Donde el director se muestra intransigente con el presidente francés es en su intimidad. El retrato puertas para adentro es el de un hombre dependiente, débil, inseguro, narcisista y vulgar.
Los falshback funcionan. La cámara se mueve con ligereza mostrando de perfil todo ese espectáculo que se genera alrededor de la política. Los actores, sobre todo Denis Podalydès, están soberbios. El verdadero Sarkozy declaró en su momento que veía a Podalydès demasiado frágil como para interpretarle, se equivocó. Su interpretación es fuerte, enérgica y cómica, incluso tiene algo de imitación.
Pero lo que realmente funciona en el filme es su banda sonora. Las melodías circenses de Nicola Piovani sostienen un metraje que termina siendo pesado. Una metáfora sencilla y directa que destruye cualquier posibilidad de tomarte en serio a la clase política.
«De Nicolas a Sarkozy»-BSO
Es una propuesta valiente y ensucia esa profesión tan parecida al crimen organizado. Palabrotas, zancadillas, traiciones, envidias… y según cuenta Durringer los políticos que la han visto opinan que es un filme con un 90% de realidad en todo lo que cuenta. Ellos son así, no les importa reconocer su incompetencia. Sin embargo al filme le sobran minutos y le falta intensidad. El tiempo no perdona y uno no deja de sentir en la última hora de película que los planos se alargan demasiado. Aún así no deja de ser un mal menor para una película rodada con mucha clase y bastante gracia.
Frases destacadas:
Dominique de Villepin: “Voy a aplastar a ese enano”.
Nicolas Sarkozy: “No seré un ministro más, seré el único ministro”.
Cécilia Sarkozy: “No estoy cómoda con el poder”.
Nicolas Sarkozy: “A esos tocapelotas ponérmelos atrás, si me atacan que sea desde lejos”.
Calificación: 6,5
Me gustó este film. No es ninguna maravilla, pero como mínimo está muy bien rodado y es interesante.