Perturbador estudio en forma de thriller psicológico de la perversión sexual fraternal
Desde que que Alfred Hitchcock lo demostró en 1958 con «Vértigo. De entre los muertos», resulta inútil discutir el carácter vouyerista del espectador de cine. Algo supeditado al ser humano y de lo que no resulta fácil desligarse. «Demonios tus ojos», el filme de Pedro Aguilera, presente en el pasado festival de Rotterdam, juega con esa necesidad generada en el espectador presentándonos un personaje principal que actúa de la misma manera.
Tus ojos
El filme que hoy nos atañe logra envolvernos en un halo de misterio morboso que juega con distintas miradas, las de sus dos protagonistas y la del propio espectador. Esa es la idea sobre la que se mueve el relato que desarrolla Aguilera en una cinta donde busca ahondar en la perversidad sexual en la barrera de lo prohibido. Así pues, no es causalidad abrirla con una entrevista donde se interpela a la pérdida de la inocencia del protagonista. Se trata de un hombre maduro que acepta esta pérdida y que regresa a su país natal en el momento en el que su media hermana, una postadolescente fruto del matrimonio de su padre con otra mujer, se encuentra en una edad donde la candidez y la ausencia de rebeldía se está quedando sin fuerza. Y es que el estudio de esta mujer, visto por la cámara del director y por los ojos de su hermano, nos evidencia una atracción fatal por traspasar el límite, abandonar el acomodamiento de una vida apacible en pos de emociones fuertes que surgen en secreto dentro de sí.
«Demonios tus ojos» es una película donde la irrupción hitchcockiana de la amoralidad sexual surge por los pequeños recovecos que la dirección de la cinta nos deja entrever. Un tejido de pasiones ocultas que empiezan a perder el miedo a ser descubiertas. Un viaje hacia la animalidad de los sentidos donde el primer indicio de irrefrenable salvajismo sexual empieza en los ojos. En los ojos del que dispone la cámara para mirar, y quien desea ser mirada. No es casualidad entonces que él sea director de cine, y ella decida exhibirse en todo momento, lo cual se vive en su manera de vestir, que tan solo se recata en la visita al psiquiatra, donde por primera vez trata de tapar la mayor parte posible de un cuerpo que ya se ha entregado en un arrebato irrefrenable de pasión irracional. Y es que en última instancia, la película de Aguilera nos habla de lo irremediable, de lo que se escapa de la explicación lógica. Del deseo más primario y perverso de la sexualidad humana, de la obsesión por transgredir un mundo demasiado aburrido y pervertir lo que necesita experimentar su propia promiscuidad experimentando desde diferentes ámbitos. El aburrimiento y la obediencia, así como las restricciones morales personificadas en una madre autoritaria y un novio sexualmente conservador, acaban por dar un pequeño empujón a unas ansias de libertinaje amoral y perverso de la sexualidad que nos mantiene atrapados observando la pantalla, sintiendo un deseo, en este caso morboso, de conocer hasta dónde llegará esta conducta insana de unos protagonistas que, realmente, podríamos encontrar en cualquier vecindario, incluso el nuestro. En la inversión de los factores que se vive en su epílogo, entendemos el placer vouyerista de la joven, y al mismo tiempo, trata Aguilera de identificarnos a nosotros con ésta al realizar la misma actividad. La pregunta es, ¿hemos disfrutado de este espectáculo del mismo modo que se aprecia en la sonrisa de la protagonista?
Frases de «Demonios tus ojos»:
- «¿Cómo has podido hacer esto. Que soy tu hermana»
- «Mi medio hermana. No es para tanto».
Tráiler de «Demonios tus ojos»: