Fábula sobre el peso de la tradición, la religión y el machismo en la sociedad macedonia actual.
La actriz española Victoria Abril nos contó en el festival Cinema Jove de Valencia de 2012 como un día, una desconocida directora macedonia, Teona Strugar Mitevska, se puso en contacto con ella para convencerle de irse a su país natal a rodar una película. La perseverancia y poder de persuasión que vio en aquella joven realizadora le atrajo y juntas filmaron “The woman who brushed off her tears” (2012), una cinta fallida sobre todo por la falta de experiencia de la realizadora pero con la fuerza y aptitudes que convencieron a la actriz española. Dos películas después, Mitevska ha crecido como cineasta y, a pesar de que sigue sin terminar de encontrar su voz como directora en el apartado visual, la mejora frente a sus anteriores trabajos es sustancial y sigue manteniendo esa fuerza que le caracteriza y la feroz crítica social que ha sido una constante en toda su filmografía. Esa cinta es “Dios es mujer y se llama Petrunya” y este viernes llega a las salas españolas tras ganar, entre otros, el premio del gremio de cine en la Berlinale y el premio a mejor actriz en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.
En un pueblo de Macedonia del Norte vive Petrunya, una treintañera licenciada en Historia incapaz de encontrar un trabajo con su formación, teniendo que vivir en casa de sus padres. Dentro de las arcaicas tradiciones religiosas que existen en cada pueblo del mundo, en el de Petrunya, una de ellas consiste en lanzar una pequeña cruz de madera bendecida por un sacerdote ortodoxo al rio. Todo varón que quiera se lanza al rio a cogerla, y aquel que lo logre tendrá un año de buena suerte. En ese momento Petrunya, que viene de ser rechazada de otro trabajo, pasa por el rio y decide lanzarse a por la cruz. En ese momento el escándalo se desata, la policía va en su búsqueda y los más devotos claman justicia divina por mancillar sus sagradas tradiciones machistas.
Tradición vs evolución
En su última cinta, Mitevska nos habla de la lacra que supone las tradiciones arcaicas a las que mucha gente se apega hasta lo irracional y como este hecho impide la evolución del ser humano. La subyugación religiosa o el machismo son los ejemplos que la directora macedonia decide trabajar como consecuencia de esta resistencia a la evolución y como todo forma parte de un ciclo retroalimentado. Cómo el sexismo y la fe ciega intrínseco en las sociedades antiguas dieron lugar a estas tradiciones que, a su vez, mantienen viva esta absurda desigualdad. Mitevska se trae esta misiva a la cultura que conoce, a su Macedonia del Norte natal, pero sabe universalizarlo tanto narrativa como visualmente para que no nos suene ajeno fuera de su país.
Además, el mayor acierto de “Dios es mujer y se llama Petrunya” es la decisión de introducir este mensaje dentro de la composición narrativa por excelencia para dicho objetivo, la fábula. Una historia sencilla, anecdótica, con personajes muy estereotipados, los buenos son buenos y los malos muy malos, sin dejar lugar a la duda que pueda distraer de su fin principal. Pero también para poder llegar a las mentes más cerradas. Las más ancladas a estas tradiciones y que, al menos, les haga plantearse el sinsentido de las mismas. Asimismo, el choque de lo inverosimil y absurdo que puede sonar la narrativa de una fábula si intentamos trasladarla al plano de lo real, de lo cotidiano, hace que justamente todo aquello que se intenta contar suene totalmente surrealista y disparatado. Y este es justamente el punto que más aprovecha la realizadora. Mitevska emplea todo el bloque cinematográfico para que “Dios es mujer y se llama Petrunya” sea realista y para ello tira de todo lo que el neorrealismo italiano nos enseñó. Sin embargo, una ilógica necesidad de colar alguna composición más estética crea más dudas de sus intenciones de las que cabría esperar. Esas libertades visuales chirrían y son un indicio de que Mitevska, a pesar de encontrar su nicho, no ha logrado terminar de pulir su voz como narradora audiovisual.
Si alguna otra pega se le puede encontrar a esta encomiable y muy recomendable cinta es su actriz principal. Sus recursos como actriz son suficientes como para ofrecernos una interpretación solvente, pero a Zorica Nusheva (Petrunya) le falta carisma y energía como para llevar la película. Su carácter tan soso e hierático no convence y el arrebato de tirarse al agua a por la cruz y no querer devolverla no concuerda. Además, estar rodeada de secundarios tan potentes (la madre, la periodista, el sacerdote, los policías e incluso los fanáticos enojados) hace que le coman todo el protagonismo de un personaje que sobre el papel debería ser mucho más potente y rompedor. Pero aun así, esto no desmerece el valor de la película. Mitevska aun debe pulir algunas manías, pero sin duda es una gran realizadora de la que, estoy seguro, sus mejores obras están por llegar.
Frases destacadas:
- Sacerdote: “Los cánones eclesiásticos dicen que solo pueden participar los hombres.”
- Periodista: “Si nos pegamos a las tradiciones, jamás evolucionaremos.”
- Madre: “Monstruo desagradecido.”
- Madre: “Por favor, denle a mi hija un trabajo.”
- Petrunya:“Me interesa la integración del comunismo en estructuras democráticas.”
- Petrunya: “Soy mujer, no idiota.”
Tráiler de “Dios es mujer y se llama Petrunya”: