Olivier Assayas crea un juego de paralelismos entre realidad y ficción para hablar de la pertinencia del arte en los tiempos del smartphone
Aunque no se puede decir que “Dobles vidas” sea un título poco concluyente en relación a la película a la que da nombre, hay que resaltar que la nueva película de Olivier Assayas se presentó en Venecia (donde ganó el premio a Mejor Dirección) con el más representativo nombre de “Non-Fiction”. Precisamente, los bordes de la ficción es uno de los temas que con más insistencia se trata en la conversación casi continua que forma la nueva película del francés. “Dobles vidas” es una comedia en apariencia ligera, pero de trasfondo deprimente, que a través del mundo de ediciones literarias en que se mueven los protagonistas, logra tocar y plantear preguntas sobre los mayores interrogantes de la cultura moderna: la privacidad, el libre acceso, el mercado, el derecho ilimitado a la creación, el consumo, la adicción y la necesidad de entretenimiento vacuo de una sociedad estresada.
Una película muy, pero que muy, francesa
Quizás las dos estrellas más rutilantes del cine francés contemporáneo, Juliette Binoche y Guillaume Canet, forman un matrimonio tan sólido como aburrido de sí mismo. Ella es actriz y él editor. Ambos dedican sus días a debatir con sus amigos y compañeros de trabajo del futuro de la literatura impresa, de la necesidad de evasión más allá del “Arte” de la sociedad actual y de la engañosa democratización libertaria de internet. Entre vinos y quesos y algún escarceo amoroso sin mucha relevancia en el devenir de la ¿trama?, a simple vista “Dobles vidas” no es muy distinta de una noche debatiendo con amigos culturetas en Malasaña. Pero, más allá de que nuestro posible amante seguramente sería más parecido al escritor de Vincent Macaigne que a la experta en marketing digital de Christa Théret, lo cierto es que esta “Non-Fiction” toca con asombrosa ligereza temas farragosos en los que está directamente implicada.
El fin de la ficción
Más allá de que la actriz televisiva que interpreta Binoche hable tanto de ella como de cintas de Haneke en tercera persona, la película de Olivier Assayas (otrora crítico de Cahiers du Cinema) se declara consciente de la contradicción que supone el cine de autor tal y como lo conocemos. Admite, con dardos de sinceridad punzante, el pirateo o el dominio de las series “adictivas” al mismo modo que la actriz protagonista lamenta que su “trabajo no es crear adicción”, o que el escritor admite que el suyo pretende “hundir” al lector, no entretenerlo. Pero la película no expone estos temas como una ristra de quejas elitistas, un “qué mal va todo” que, más o menos cierto, sería cansino y cascarrabias. A través de este conjunto de personajes carismáticamente imperfectos, la película retrata el dilema sin solución en que se encuentra la sociedad contemporánea con respecto a su cultura. Discusión tras discusión, debate tras debate, un personaje se enfrenta a otro y ambos defienden correctamente su postura enfrentada. Al final, la conclusión de esta película de salones y cafeterías, de plano y contraplano, es que nadie tiene razón porque todos la tienen. Apañados estamos.
Frases destacadas
- Selena: ¿Nos montamos todo un discurso de la democratización cultural gracias a internet para acabar pirateando “Fast & Furious”?
- Léonard: Es una novela, nunca he entendido el término autoficción.
- Alain: ¿No te parece que la trata como a un objeto?
- Selena: A lo mejor ella quiere que la traten como a un objeto.
- Alain: ¿Recuerdas la frase final de “El gatopardo”? Cambiar todo para que nada cambie.
- Selena: Cuando te la chupé en el cine fue viendo “Star Wars VII: El despertar de la fuerza”. Pero, claro, decir que fue en una de Haneke queda mejor.
- Léonard: Selene, ¿crees que podrías contactar con Juliette Binoche?