Mar. Mar 19th, 2024

Filme previsible y anodino dónde no encontramos el sello de Richard Liklater

Es Richard Linklater un cineasta que sorprende con cada proyecto. Lo hace porque no sabes nunca a qué atenerte. Puede hacer las películas más autorales e independientes posibles, para quien suscribe estas líneas las grandes «Boyhood» y «Antes del amanecer», «Antes del atardecer» y «Antes del anochecer». Y puede también sorprendernos con una película harto comercial como «Escuela de Rock» o con la adaptación de un bestseller en formato libro, que es la que nos ocupa, ambas aceptables pero lejos de la maestría. Por eso muchas veces nos preguntamos dónde está el maestro, ya que le hemos conocido en varias de sus películas.

En esta adaptación de la novela homónima de Maria Semple (Aunque el título original sea Where did you go, Bernadette, o lo que es lo mismo: A dónde fuiste, Bernadette) se une al buen hacer la actriz Cate Blanchett en una película tan anodina, olvidable y facilona, que cuesta encontrar a Linklater más allá de su consabida firma en los créditos.

«Dónde estás, Bernadette» se nos presenta como un cuento clásico, casi a la manera de una femme fatale, una mala de libro, pero de libro de Disney, más cercana a la Cruela de Vil que a las femmes fatales del cine negro clásico. Cate Blanchett es ese cisne negro que era un as en su terreno (la arquitectura) pero a la que alguna razón o varias que no conocemos le han llevado a ser una persona asocial, irascible y con una manifiesta incapacidad para demostrar sus sentimientos a excepción de a su hija, que deja por entero su profesión para literalmente no tener nada que hacer en su vida. Es la mala a la que todos rechazan sin atender a razones, la que es ninguneada por su comunidad de vecinos e incluso la que empieza a ser juzgada por su marido, que es capaz de mandarle a un buen bufete de psicólogos e investigadores.

El guion es simple, porque a todas luces sigue exactamente las reglas de un guion cinematográfico menos en el desarrollo de sus personajes: cuenta con una buena escena definitoria en la que conocemos a Bernadette y sus quehaceres y su forma de no relacionarse con el mundo; cuenta con un buen y determinante acontecimiento desencadenante: el viaje incipiente a la Antártida para celebrar que su hija ha sido aceptada en un internado, cuenta con buenos puntos de giro (que no desvelaremos para no hacer spoiler al espectador) y con un segundo acto lógico y bien estructurado. Es decir, sigue paso a paso, las maneras de escribir un buen guion y ese es el principal problema: que todo parece prefabricado, que sabes cúal o cómo será el siguiente paso. Es una película que ya has visto cuando sólo llevas media hora, porque te la han contado con otros personajes, otros lugares y otras profesiones en un sinfín de ocasiones. Y que en realidad no viene a decir más allá de: juntos y con apoyo todo lo podemos conseguir, que siempre tenemos que luchar por aquello que amamos y que queremos hacer. Puede ser cierto (o no) pero no necesito ni QUIERO una película para que me lo expliquen. El segundo problema de ese guion tan aparentemente perfecto es que a excepción del personaje protagonista, todos los  secundarios están mal o poco desarrollados. No llegamos a conocer la relación que tiene con su marido, si realmente se quieren o no, si el padre tiene buena relación con su hija; cuál ha sido la relación previa con los vecinos, cuáles fueron los apoyos que recibió al dejar la arquitectura. Conocemos sólo a ella y a sus motivos pero no todo lo que está a su alrededor.

Por no hablar del tono de la película, tan anodino, extravagante y humorístico que parece más sacado de una familia de Wes Anderson que del propio Linklater. Algunas subtramas ayudan a este hilarante tono como la de la asistenta digital o la debacle en una fiesta infantil provocadas aparentemente por Bernadette. A lo que se suma una banda sonora demasiado Disney y una partitura original de piano y cuerda simple y repetitiva.

Los motivos de Bernadette y sus luchas contra sus fantasmas salen a la luz por sólo tenerse a sí misma. Es en ausencia de esas relaciones donde ella se da cuenta de lo que necesita, cosa que no deja de ser un planteamiento bastante simple. Porque esta película habla en realidad de la frustración de la mujer abocada al cuidado de su familia, más allá de a sus deseos laborales, creativos o personales. Es una película feminista que se queda sólo en el intento porque además nos da ese mensaje de emancipación laboral y personal a través de subrayados, incuso un personaje secundario antiguo compañero, le dice textualmente: que ella es de la clase de personas que necesita crear o sino se vuelve un peligro para la sociedad…

El estilo Linklater en esta película brilla por su ausencia. Sus decisiones como realizador son poco atractivas. Utiliza incluso drones con una imperante necesidad de parecer documental en la Antártida, cuando el tono y la forma nos sitúa más en el terreno de un producto para Disney Channel.

Y es una pena porque la película tiene los suficientes motivos para poder volar: la consabida absorción digital de las personas agorafóbicas; las difíciles relaciones interpersonales de las personas que han dejado atrás sus sueños; las luchas internas por la sublimación de todo artista que se precie, buscando siempre trascender, pero sin llegar a alcanzarlo casi nunca y con una vida completamente vacia cuando son incapaces de crear, como le ocurría al cercano Salvador Mallo del «Dolor y gloria» de Pedro Almodóvar. Pero lo cierto es que la película puede ser sólo un mero pasatiempo, sin llegar a profundizar en ninguno de estos temas y subrayando manifiestamente todos sus mensajes y es por ello que si analizáramos la película sin conocer ni a su director ni a su actriz protagonista, caería por su propio peso. Es demasiado simple, con una correcta dirección e interpretación protagonista, pero con un guion sin alma, sin un desarrollo creíble o sensible de los personajes secundarios no para que lleguemos a entender las formas y los motivos de Bernadette, que lo hacemos; sino para que empaticemos con ella, para que la queramos y suframos hasta que consiga su objetivo.

Tráiler de «Donde estás, Bernardette»:

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