Tras salir airoso de continuar las aventuras de los replicantes de Ridley Scott, ahora Denis Villeneuve se atreve a llevar a la gran pantalla la monumental obra de ciencia ficción firmada por Frank Herbert.
Arenas movedizas para un tenebroso Villeneuve
Denis Villenueve, otrora el responsable canadiense de aquella película casi perfecta: “Incendies”, y que después dio muestras de su buen hacer como realizador en cintas más comerciales como «Prisioneros«, «La llegada« y sobre todo una sonada secuela de Blade Runner que llevaba por título “Blade Runner 2049”, se enfrenta ahora al más difícil todavía adaptando una novela homónima casi imposible de adaptar: “Dune” de Frank Herbert. publicada en 1965. El guion está escrito por Eric Roth (“Forrest Gump”, “El dilema” o la nueva película de Martin Scorsese: “Killers of the flower moon”; John Spaihts (“Prometheus”) y el propio director y pertenece a la primera película, de las dos que se han anunciado. Incluso Jodorowski intentó la adaptación de esta novela.
Los tiempos han cambiado, el mundo ha sido asolado por una pandemia sin precedentes y el cine debía reinventarse. Se esperaba una película que devolviera al público a las salas, una película acontecimiento que todo el mundo esperara desde meses atrás, por qué no, desde años. Para quien no comulgó con la propuesta de Lynch, esta película era una nueva oportunidad, o si queremos trasladarnos al universo galáctico: Una nueva esperanza. Pero al mismo tiempo, producía un cierto congojo, una sensación de inestabilidad prejuiciosa ante el abismo de la larga espera.
Si queríamos desdoblar al crítico pedante que hay en mí en un espectador más terrenal, menos analítico, más dispuesto a dejarse llevar por las imágenes y lo que nos provocan que por intentar encontrar los subtextos, las referencias, los mundos sutiles e interiores de la película, lo han conseguido. Y lo cierto es que no sé si es bueno.
“Dune” es toda una experiencia audiovisual con una carga fotográfica y de sonido absolutamente embaucadoras, un viaje a otros mundos que realmente provoca desasosiego, ansiedad e incluso terror. Y no lo digo para que no acudan a verla. Lo digo como una cualidad completamente envidiable. Villenueve consigue lo que no alcanzó Lynch antaño, tener ganas de leer las novelas, saber qué mundos se ocultan entre sus páginas, seguro mucho más profundos e intensos que en la propia pantalla. Y esto posiblemente se haya conseguido en base a generar una atmósfera a veces irrespirable, de lucha interior continua, de supervivencia, de temor a perder la vida casi a cada instante. A esto ayudan una banda sonora compuesta por Hans Zimmer, que debo confesar que no es santo de mi devoción, y que aquí sin duda es uno de los elementos determinantes de este magnetismo, junto a un montaje de sonido y un montaje dignos de pujar por el Oscar del año que viene.
Un cuento de terror para adultos
La realización de Villenueve es espectacular, valiéndose de una fotografía preciosista que como en “Blade Runner 2049” se sustentaba en los colores, en este caso del desierto de arena que da título a la película. Greig Fraser estuvo nominado al oscar como mejor dirección de fotografía en 2016 por “Lion”. Y también es el responsable de las fotografías de “Rogue One” o de “La noche más oscura”.
Para el elenco protagonista, Timothée Chalamet encarna a Paul Atreides, el hijo del duque que pronto tendrá el poder de intentar apaciguar su planeta Arrakis. Oscar Isaac y Rebeca Fergusson son los padres, ella coprotagoniza, al menos esta primera parte, siendo la compañera, maestra y observadora natural del camino que está realizando su hijo. En papeles más pequeños también se encuentran Zendaya o Javier Bardem.
El guion de “Dune” quizás es su talón de Aquiles, no terminan de desarrollarse bien los personajes, parece una presentación inicial de personajes sin llevar a los mismos a ningún arco de transformación; los conflictos son demasiado sencillos para una historia que apunta a ser mucho más enrevesada, con muchas más aristas y profundidad. Por eso hay ganas de leer la novela. Y quizás, lo peor de la película, sea el no poder enfrentar a Timothée a una lucha contra sí mismo y contra las consecuencias del poder, un conflicto continuo entre lo que quiere y lo que es que parece intuirse sobre las páginas de la novela, pero que aquí solo se ve de soslayo.
Es cierto que, sobre el guion escrito, aunque no tan profundo como se esperaba, caemos rendidos nuevamente ante la versatilidad del protagonista de “Call me by your name”. Y aceptamos que no hay camino que no pueda recorrer, que no va a existir género, terreno o personaje que se le resista. Y eso es maravilloso.
Es “Dune” un cuento de terror para el público adulto que descansa entre el universo Star Wars y el universo Juego de tronos. Una película señalada para hacer taquilla y recuperar las inversiones cinematográficas. Para hacer industria, pero con buen hacer y con nominaciones al Oscar. Y lo que parecía que sería un petardo, tiene una narrativa completamente sencilla y amena, por lo que no es una película densa ni difícil de seguir. No crea nuevos códigos narrativos ni visuales ni experimenta con el lenguaje cinematográfico. Es más de lo mismo, sí, pero bien hecho.
Déjense seducir por un desierto inhóspito lleno de pesadillas, contemplen esta película, háganme caso, como un cuento de terror de horripilantes criaturas cubiertas bajo la arena, de seres absolutamente deshumanizados y con pretensiones de asesino en serie. Olvídense de intentar encontrar mensajes ocultos, profundidad más allá de lo que les hagan sentir las imágenes en orquesta con el sonido y la música y comprueben como dos horas y media se pueden hacer, si se sabe cómo, como media hora, contemplando una pantalla. En esto Villenueve sí que es un maestro. Y no hay duna que se le resista. Bueno, menos en “Blade Runner 2049”, que es sin duda increíble audiovisualmente, pero un tostón considerable y desde luego más inolvidable aún.