La primera incursión de Studio Ghibli en la animación 3D nos deja su peor película hasta la fecha
Desde hace décadas, el japonés Studio Ghibli es una de las tres o cuatro compañías de animación punteras con resultados más exquisitos que existen. Un torbellino de éxitos impulsados por una maestría absoluta en la animación en dos dimensiones y una originalidad desbordante en sus historias que aunan tradición y modernidad, magia y verosimilitud, entretenimiento y valores. Es por eso que, en esta primera incursión en el 3D, las expectativas con el resultado eran de lo más altas. Las imágenes promocionales y el hecho que el director del proyecto sea el hijo de Hayao Miyazaki, Goro Miyazaki, levantaban algunas dudas entre los más recelosos fans del estudio. Desgraciadamente, no hicieron mal en desconfiar, ya que el resultado final de esta «Earwig y la bruja» no resulta digno de una compañía con una trayectoria tan intachable como la de Ghibli.
Acabado visual mejorable
Acostumbrados a una factura técnica precisa, detallista y siempre magnífica, lo primero que sorprende en esta nueva producción es su acabado formal. El diseño de personajes, parece bien llevado a las tres dimensiones, si bien es cierto que adolecen de cierta estaticidad y no están del todo detallados. La animación en general, es digna, pero está a años luz de las virguerías que nos regalan obras recientes de Dreamworks o Disney Pixar. Es por eso que la sensación es la de estar viendo un filme que nace añejo, que hubiese sorprendido quizás hace quince años, pero que a día de hoy no puede competir ni por asomo con otros estudios punteros.
Guion pobre
Si acaso lo que más sorprende de este tropiezo de Ghibli es un guion perezoso que, ni acaba de sacar partido de sus personajes, ni nos los hace conocer en profundidad ni sabe llevarlos a buen puerto con un desenlace satisfactorio. Y lo que más duele de todo ello es que, si bien no es totalmente obra suya, parte de la escritura corre de la mano de Hayao Miyazaki.
Basada en la novela de Diana Wynne Jones, «Earwig y la bruja» nos relata la historia de una niña cuya madre, una bruja que nos sabemos muy bien de quien huye, abandona en un orfanato con la promesa de algún día volver a recogerla. La adorable Earwig, ojito derecho de la directora del centro de menores, es la más querida por sus compañeros y adoptada por una extraña y siniestra pareja contra su voluntad. Y es pasado este planteamiento, el que filme se atasca en un repetitivo nudo, que se alarga en exceso. La niña es explotada por parte de una bruja, encerrada en su domicilio, aguantando bajo la falsa promesa de aprender magia por parte de su captora. Finalizando de manera un tanto abrupta, sin acabar de desvelar los secretos de los distintos personajes, el filme se pierde en la relación de Earwig con la bruja, un gato parlanchín y un ser demoniaco con muy mal temperamento. Una lástima que el potencial de dichos personajes se diluyan en un producto poco original, que despierta poco interés, mal estructurado y que genera poca empatía.
Frases destacadas:
- «Nunca he hecho nada en contra de mi voluntad»
- «¡Énseñame a hacer magia!»