El filme de Mia Hansen-Løve es una interesante pero a veces fallida reflexión sobre el paso del tiempo, la música, el fin de la juventud y la búsqueda del amor.
Perdidos en la Música
Ese es el problema de «Eden«. Utilizando como excusa la influencia que el garage house de Larry Levan tiene en un grupo de amigos quinceañeros en los 90, Hansen-Løve nos realiza una especie de biopic musical en el que vemos como Paul (Felix de Givry) y sus amigos, se lanzan al arduo camino de empezar un duo de dj’s, al estilo de Daft Punk, llamado Cheers. A partir de esta premisa y, siguiendo el clásico esquema narrativo de este tipo de películas, veremos como poco a poco Paul va labrando su trayectoria hacia una fama efímera, dejando en el camino amigos, amores, y otras inquietudes que siempre, una vez hemos tomado un camino, se nos presentarán nostálgicamente en forma de tren no tomado. Y esta parte es la realmente interesante de Eden, salvando algunos momentos sonrojantes como las declamaciones a cámara de dos de las mujeres en la vida de Paul y que se quieren articular narrativamente como dos puntos de inflexión claves en su devenir vital. Pero la francesa, que tanto acierta en esa representación, falla, en cambio, en la voluntad de alargar excesivamente, más allá de la ilustración necesaria, el metraje dedicado al dúo Cheers y a sus vicisitudes musicales. Una vez entendida la metáfora, la excesiva repetición la acaba haciendo redundante e innecesaria. Mia, acaba perdida en la música como su personaje, tal vez por culpa de la excesiva importancia a ese apartado en el guión, en el que refleja parte de esa vida que ella conoce muy bien, ya que su hermano fue DJ en esa escena y es a partir de él que se construye en personaje de Paul.
Forever Young
No quiero decir en ningún momento que las escenas de las raves y de las fiestas estén mal filmadas. En absoluto, de hecho están muy bien realizadas. El problema es que lastran mucho el metraje, se alargan innecesariamente y llevan a la película a durar más de dos horas. Cosa que acaba siendo problemática en el ritmo del film por muy buena música que se pinche. Pero, si dejamos de lado este apartado, debajo de esta concatenación de rave y club, uno tras otro, encontramos las tres ideas fuerza que recorren las cuatro obras de Mia Hansen-Løve, a saber: Las drogas, la muerte y el paso del tiempo y como estas tres circunstancias nos afectan como personas y nuestra relación con los demás. Paul se pierde en la idea de ser DJ, una profesión que le lleva desde los 15 años hasta los 37, una idea que le arrastra con todas las consecuencias y abandonándose, hasta cierto punto, al hedonismo natural que la noche trae asociada. Al abrazar esta idea con todas sus fuerzas debe abandonar otras, del mismo modo que otras personas, al intentar llevar a cabo las suyas, nos abandonan a nosotros (interesante en este punto es el papel de Greta Gerwick, que encarna a una amante norteamericana de Paul que le deja por seguir su sueño de ser escritora). Así Paul abandona a su familia, su tesina en literatura, y sus otros trenes. Y, a medida que pasa el tiempo, algo de lo que no hay otra muestra más allá de ligeros cambios de aspecto en el personaje que rótulos explicativos, vemos como Paul se muestra en una burbuja de irrealidad en la que cree que puede seguir comportándose de la misma manera siempre. Es ahí dónde es interesante el juego entre el no envejecimiento de los personajes con esa idea de eterno adolescente que se plantea en la película.
Amores, amistades que desaparecen y nuevos inicios
Como ya hemos ido diciendo, la película se muestra interesante en estas tres situaciones más allá de los apartados musicales. Sí, el running gag de los Daft Punk interpretándose a sí mismos intentando entrar en clubs donde pincha Paul y viendo como no pueden acceder porque nadie los conoce con su aspecto real, es divertido. Ver el contraste del efecto del éxtasis como droga particular de ese estilo musical en contraposición a la cocaína que consume Paul que necesita estar siempre activo, también plantea una interesante reflexión. Pero Mia Hansen-Løve lo que nos está contando realmente es el tren de la vida. Amores que duran un suspiro, otros que son los que creemos definitivos hasta que vemos que no hemos madurado de la misma manera que nuestra pareja (el personaje de Louise interpretado por Pauline Étienne, representa la vida que tendría Paul de no haber escogido la música) y los que están por venir. Amigos que nos acompañan durante toda vida, otros que se quedan en el camino y otros que están con nosotros un chispazo pero que nos marcan profundamente. Y, finalmente, la posibilidad de dejarlo todo atrás y volver a comenzar, sin hacer borrón y cuenta de nuestro pasado anterior, sino ensamblándolo en lo que somos hoy y caminando hacia nuevas direcciones.
Mia Hansen-Løve ha demostrado sobradamente su capacidad como analista de todas esas circunstancias y es donde «Edén: Lost in Music« gana enteros, salvando esos dos momentos que rompen estilísticamente con la totalidad del film como son esas dos declamaciones antes mencionadas. Pero todo lo accesorio a eso, acaba dividiendo a la película en dos: la parte musical y la parte dramática y eso la lastra tal vez demasiado.
Frases destacadas de «Eden: Lost in music»
- «Who cares about NY? Paris is the place to be«
- «I’ll be a DJ«
- «They barely are 20, but they are very talented«
- «Get it? It’s modern disco«
- «Everytime I said: «I love you» it got me bad luck«