El prolífico director francés François Ozon regresa a nuestras carteleras con un psicothriller erótico cargado de excesos
Basada muy libremente en una novela de Joyce Carol Oates, François Ozon abandona el estilo clásico que otorgó a la elegantísima «Frantz», para regresar al terreno más perverso y retorcido de su filmografía. Con «El amante doble», filme presente en la pasada edición del Festival de Cannes en sección oficial, el cineasta se vuelca en un ejercicio de estilo que aborda el desdoblamiento psicopático de la personalidad.
La dualidad
La cinta que hoy nos atañe nos presenta a la joven Chloé, a quien da vida una Marine Vacht que ya trabajó con Ozon en «Joven y bonita» (2013),que presenta un dolor constante en su estómago que le lleva a adelgazar hasta el nivel de perder la menstruación. Abriéndose con el plano de su vagina en la consulta de su ginecóloga que se funde con su ojo, es decir, su mirada, enseguida se desestima la dolencia física y se le acusa de padecer un dolor totalmente psicológico. Siguiendo esta premisa, la protagonista del filme visitará a un psicoterapeuta, Paul, interpretado por Jérémie Renier. Si en la primera secuencia encontramos la dualidad entre el sexo y el ojo, en esta segunda la dualidad se desdobla. Psicólogo y paciente se sientan el uno ante el otro, y Ozon decide partir la imagen con tal de ofrecernos una doble visión de su personaje principal. En estos primeros minutos el cineasta abusará de las elipsis en las que suceden las sesiones con tal de que ambos personajes se enamoren en los primeros compases del largometraje. Toda una declaración de intenciones del director, quien desvela al espectador que no estamos ante un filme que se tome muy en serio la credibilidad de su argumento sino que su cinta que sumirá en el ejercicio de estilo plagado de homenajes que buscará interpelar emocionalmente a su público.
El fisicidad psicológica del mal
Un vez consolidada esta relación entre ambos personajes, Ozon decide incidir en el dolor físico y psicológico de Chloé. A partir de esto elabora una trama que busca explorar desde la sexualidad más primaria las relaciones de dominación y sumisión que habitan en la mente de la protagonista. Utiliza para ellos secuencias duras y explícitas, jugando con la morbosidad vouyerista del espectador. Y a medida que avance esta sucesión de confusiones mentales, el filme jugará con la idea de hacernos dudar sobre la realidad de lo mostrado. Valiéndose de códigos propios de cineastas como Alfred Hitchcock, como la irrupción de la maldad enfocada hacia el ser inocente o al de Brian De Palma, ya no solo en la doble pantalla sino en el uso de las secuencias oníricas como escenas donde culmina la tensión dramática para transportarnos de nuevo al punto de retorno. También se intuye el agrado por asimilar el estilo de David Cronenberg, mostrando el dolor psicológico de manera explícita, doloroso, gore, embruteciendo la fisicidad del cuerpo humano. Un batiburrillo de referencias que se antojan por su parte lejos de las fuentes originales. El psicothriller sexual que nos entrega Ozon resulta previsible desde sus primeros minutos de metrajes, no provocando ninguna sorpresa en el espectador a partir de sus giros de guion, muy forzados además al no ser creíbles a partir de las premisas iniciales. El filme no funciona ni narrativamente, aunque tampoco parece que eso le importe demasiado, ni, sobre todo, a nivel sensorial, que esa sí era la apuesta de un cineasta que nos ofrece uno de sus peores filmes de los últimos años.
Frases destacadas de «El amante doble»:
- Chloé: «Sabes todo de mí, pero siento que estoy ante un extraño, que me escondes algo».
Felicidades, muy acertada tu critica