La última película de Ira Sachs, “El amor es extraño” promete dibujarnos una sonrisa a través de unas interpretaciones prodigiosas.
“El amor es extraño”… pero sobre todo tierno
Ben (John Lithgow) y George (Alfred Molina) se quieren, y tras 39 años de relación deciden organizar una boda para sellar ese amor. Ninguno espera que su vida cambie después de pasar por el altar; no es más que un gesto simbólico. Sin embargo, George es despedido y se ven obligados a vender el piso e irse a vivir por separado. Ben es acogido por su familia, con un padre que siempre está trabajando y a la par tiene que lidiar con los problemas que su propio hijo trae a casa y una madre desesperada por conseguir algo de silencio. George, por su parte, pasa a compartir piso con los vecinos de abajo, una pareja joven que no duda en transformar su casa en una fiesta todos los días. Los cambios y, sobre todo, la separación, serán difíciles de llevar.
Lo primero que habría que aplaudir del nuevo trabajo de Ira Sachs es su realismo, la capacidad de hacer creer al público la importancia de cada uno de esos gestos, de esas miradas. En ocasiones parece hasta complicado creer que una vez que se acaba la escena esa realidad ya no existe. El trabajo de sus dos actores principales, John Lithgow y Alfred Molina, resultan de lo mejor que se ha visto en mucho tiempo, aunque no serán considerados para ningún premio porque se trata de una película pequeña, ligera. Lo segundo, es que se trata de la ternura hecha película, que no hay un momento, por dramático que sea, que una palabra o un gesto no haga brotar la sonrisa del espectador. Uno podría llegar a imaginarse a Ben y George como vecinos, como personas de carne y hueso que deambulan perdidos por no saber estar el uno sin el otro.
Los secundarios, incapaces de encontrar su sitio
El mayor problema de “El amor es extraño” se basa en las interpretaciones de los actores secundarios. Frente a la genialidad de las actuaciones de la pareja protagonista, sus problemas o sus momentos dramáticos resultan artificiales, fuera de lugar incluso. Joey (Charlie Tahan), nieto de Ben en la ficción, tiene problemas para relacionarse en clase, y no logra llamar la atención de su padre. Su madre, Kate (Marisa Tomei) tampoco ve con buenos ojos que esté tan unido al peculiar Vlad (Eric Tabach). Se trata de una historia que debería conmover e interesar, pero lo único que quiere el espectador es que estas escenas pasen cuanto antes para volver a centrarse en los problemas de Ben y George.
El director decía que había creado una película “sobre el amor multigeneracional” pero, a la hora de la verdad, solo una de las generaciones funciona en pantalla. Una lástima, ya que ensombrecen una más que digna película que podría haber dado muchísimo más de sí.
Frases destacadas de “El amor es extraño”:
- Kate: “Vuestro amor, vuestra entrega y compromiso mutuo son un ejemplo para todos.”
- George: “Con mis clases particulares y la pensión de Ben necesitamos un lugar donde vivir.”
- Kate: “No he tenido un día muy productivo.”
- Ben: “Cuando vives con gente, acabas conociéndola más de lo deseable.”