Mar. Mar 19th, 2024

Perverso y a la vez tragicómico estudio sobre la voluntad maleable de la realidad del autor de ficción

Lejos de la majestuosa frialdad de la gélida Granada que nos mostró en su anterior «Caníbal» (2013), Manuel Martín Cuenca regresa al largometraje de ficción en un registro totalmente distinto. «El autor», premiada por la crítica en Festival de Toronto y basada en una novela de Javier Cercas, nos acerca e esta ocasión hasta Sevilla para conocer la idiosincrasia de sus gentes visto desde los ojos del genio demiurgo que confecciona la ficción. Situada en pleno verano y enclaustrada en un mobiliario que desprende un olor a antiguo y decadente, la cinta busca sumergirse en los recovecos del alma del carácter más anacrónico, primario y natural de la sociedad sevillana.

La literatura es verdad

En la novela Antichrista de Amélie Nothomb, uno de los dos personajes principales decía la siguiente frase:«Aquellos que creen que leer es una evasión están en las antípodas de la verdad: leer es verse confrontado a lo real en su estado de mayor concentración; lo cual, extrañamente, resulta menos espantoso que tener que vérselas con perpetuas diluciones». Y sobre ello parece querer moverse este filme. Porque su protagonista, un aburrido abogado que trabaja en una notaría y cuyo matrimonio se destroza sobre su propia falsedad, se ve obligado a valerse de las lecturas para experimentar una vida propia, una voz literaria que no sale a la luz. Será gracias a la intervención de su maestro en el taller de escritura que decidirá salir a la calle y fundirse en la realidad para dejar de lado la vacuidad en pos de una literatura que respire veracidad. Este autor, un entregadísimo Javier Gutiérrez, decide echarle huevos, literalmente, a su frustrada vocación. La película, que hasta el momento se ha movido por terrenos cómicos gracias a la muestra abiertamente divertida de los diferentes fracasos del protagonista, adquiere un tono que sigue abrazando los grotesco y gracioso, pero acercándose poco a poco al thriller casi hitchcockiano. Estudiando la cotidianidad de sus vecinos, como lo hacía James Stewart en «La ventana indiscreta» (1954), opta por no conformarse con su vouyerismo sino modificar las distintas situaciones de su alrededor a su antojo con tal de crear un clímax dramático. Se vale de la distorsión de la realidad con tal de confeccionar su novela casi de no ficción en un ejercicio algo similar al que vimos crear a François Ozon en 2012 con «En la casa».

La manipulación del narrador

Martín Cuenca juega a la perfección a la hora de utilizar al protagonista como el narrador de una historia que se ve obligada a tomar vías dramáticas con tal de conseguir exprimir todas y cada una de las situaciones. La armonía de lo escrito con lo mostrado en imágenes nos invita a participar de un ejercicio metanarrativo que unifica la creación literaria así como la cinematográfica en torno de la figura del autor. Un experimento curioso que sabe medir con maestría lo perturbante con lo grotesco,el thriller con la comedia, las ansias de prosperar y crecer intelectualmente con la patética comicidad absurda de la existencia.

Frases destacadas:

  • Profesor: «No sé quien coño son James ni Rose»
  • Álvaro: «¿Crees que tengo talento?»
  • Álvaro: «Eres un personaje tremendo»
  • Profesor: «Hablas como un escritor de verdad»

Tráiler de «El autor»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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