Tras su paso por el Festival de Sevilla, se estrena el thriller criminal y de crítica social de Paolo Virzì sobre el valor de los seres humanos en el mercado.
La adaptación cinematográfica, realizada por Paolo Virzì, de la novela homónima de Stephen Amidon, no tiene lugar en la adinerada Connecticut como en el texto original. En realidad, se sitúa en el norte de Italia, donde la crisis económica ha golpeado a unos más que a otros. A través de dicha bipolaridad financiera «El capital humano» presenta dos familias de clases sociales distintas, unidas tanto por el romance de sus hijos Serena Ossola (Matilde Giolo) y Massimiliano Bernaschi (Guglielino Pinelli), como por el crimen que les involucrará.
Del noir chic a la denuncia capitalista
Los primeros minutos de «El capital humano» revelan el desenlace de la película. Se trata de la puesta en escena de un todoterreno que atropella a un ciclista en plena noche y se da a la fuga. Finalizado el prefacio, Paolo Virzì introduce un abrupto salto temporal que contextualiza la trama seis meses antes del accidente automovilístico. Es decir, justo en el momento en que los miembros de los contemporáneos Montesco y Capuleto se conocen, un acontecimiento que cambia sus vidas drásticamente. Asimismo, «El capital humano» está dividido en cuatro capítulos. Los tres primeros llevan el nombre de tres de sus personajes: Dino, Carla y Serena; mientras que el último se titula como el mismo largometraje, funcionando a modo de epílogo. De entrada, cada uno de los episodios de esta red de historias cruzadas muestra una versión diferente sobre el mismo homicidio involuntario. Pues, el guión ha sido elaborado de tal forma que simula una auténtica investigación policial en la que el espectador adquiere información sobre el caso progresivamente. Sin embargo, «El capital humano» no es un noir chic sobre burgueses asesinos. Se trata de una radiografía del egocentrismo del ser humano. Un retrato de nuestra obcecada egolatría, síntoma del falso estado del bienestar capitalista que no entiende de edad, sexo o estatus económico.
Retrato de los Montesco y los Caputelo
El primer capítulo de «El capital humano» gira entorno al personaje de Dino (Fabrizio Bentivoglio), el paterfamilias de los Ossola que, sin previo aviso y por vez primera, se presenta en casa de los Bernaschi con el pretexto de llevar a su hija en la finca de los padres de su novio. No obstante, el verdadero motivo de dicha visita se identifica con la exhibición de sus magistrales cualidades como ex-jugador de tenis ante su consuegro Giovanni (Fabrizio Gifundi), pues Dino quiere invertir en el fondo financiero de los Bernaschi. Paolo Virzì transforma el lugar común del pobre que quiere devenir rico en una historia que podría ser la de cualquiera. El autor no recurre al suspense elegante de Woody Allen en «Match Point», Virzì consigue su propósito mediante la verosimilitud de la burlesca caracterización del protagonista. Dicho tono tan singular -que roza la comicidad sin propiciar la carcajada fácil- también se aprecia, de forma más evidente, en el segundo capítulo. Éste da a conocer la monótona cotidianidad de Carla (Valeria Bruni Tedeschi). La aburrida esposa del millonario combate su hastío reuniendo una junta de expertos para restaurar el teatro en ruinas que le ha comprado su marido. La brillante Valeria Bruni Tedeschi -acostumbrada a este tipo de papeles en los que parece interpretarse a sí misma-, protagoniza una escena que casi roza la categoría de ‘gag’ semejante a «Un castillo en Italia«. En dicha escena, Carla seduce de forma esperpéntica a un intelectual, invitándole a su mansión para un visionado privado de la película de culto de Carmelo Bene «Nostri signora dei turchi». De nuevo, el autor hace uso de un tópico para vertebrar su largometraje que, en este caso, se identifica con el affaire de la fría aristócrata con el poeta enamorado que no tarda en abandonar.
Crimen y castigo
No obstante, no es hasta el tercer episodio del largometraje cuando Paolo Virzì muestra la cara del asesino, y los sucesos que precedieron la muerte del anónimo ciclista. Asimismo, el tercer apartado de la fábula se centra en el punto de vista de Serena, la hija de Dino. Serena parece ser la única de la familia Ossola que no se siente intimidada por la riqueza de los progenitores de su novio. En este sentido, la relación en vías de extinción de los dos adolescentes, junto con la aparición de un tercero que completa el vértice restante del malsano triángulo amoroso, causa involuntariamente el siniestro que prologaba «El capital humano». Este capítulo dedicado a los menores se basa en las reacciones de tres adolescentes de distintas clases sociales ante un mismo hecho criminal. Con un argumento y un propósito idéntico al del filme «I nostri ragazzi» (Ivano de Matteo) -presentado en la anterior Mostra Cinematográfica de Venecia-, Paolo Virzì pone en evidencia la capacidad egoísta del ser humano por protegerse a sí mismo y a aquellos a quien ama, olvidándose del valor ético o mercantil que posee toda vida humana.
Frases destacadas de «El capital humano»:
– Giovanni: «¿Quieres invertir? Partimos de un mínimo de 500«.
– Dino: «Quieres decir 500.000€, ¿verdad?«.
– Luca: «Serena, eres la cosa más bella que he visto en mi vida».
– Dino: «Nos lo hemos jugado todo, incluso el futuro de nuestros hijos«.
– Massimiliano: «¡Yo no soy el asesino! ¡Yo no cogí el coche esa noche!»
– Donato: «Cuando las cosas se ponen serias huyes a tu mansión, porque sólo eres una cobarde y una aficionada«.
– Carla: «¡Míralos qué felices! Podrías cambiar el catering por comida de perros y tus invitados seguirían contentos«.
– Carla: «Apostaron por la ruina de nuestro país y triunfaron«.
– Giovanni: «Triunfamos, Carla. Tú también has ganado«.