Entramado político en la Alemania Federal que busca sentar a los culpables del Holocausto en los tribunales.
Fritz Bauer, judío vengativo
“El caso Fritz Bauer”, avalada por sus numerosas nominaciones de los premios de la Academia alemana y su premio del público en el Festival de Locarno, es ante todo un aproximamiento certero a un hecho real. Nos hallamos en la República Federal de Alemania de finales de los años 50, sumergidos de lleno desde sus inicios en el sombrío funcionamiento de una fiscalía liderada por una personalidad irascible y desencantada con lo que ocurre a su alrededor. Hablamos de Fritz Bauer, judío, socialista y presunto homosexual que se ganará los recelos de algunos compañeros de profesión por su incansable afán de perseguir a los crímenes de guerra nazi aun perjudicando a antiguos miembros del régimen que mantienen una posición política una década después del fin la IIGM. Fluyendo con dinamismo sin perder su compostura formal bien cuidada, entramos de lleno en la persecución de Adolf Eichmann, responsable de organizar el transporte de judíos a los campos de exterminio durante el Tercer Reich. Resultará interesante como se muestra con sencillez argumental el entramado político existente, las marcadas posiciones de los servicios de inteligencia internacionales como el Mossad o la Interpol y, sobre todo, el poder moral de un personaje que prefiere jugarse su carrera profesional y su libertad nadando a contracorriente de una ley que obstaculiza su camino. Porque estamos ante alguien que debe cometer alta traición en términos jurídicos, pero que sin embargo demuestra un patriotismo certero con su hazaña. Y todo ello envuelto en un halo trepidante que acompaña a las pesquisas de unos protagonistas que jugarán al engaño y demostrarán una lucidez remarcable a la hora de llevar a cabo su objetivo. Un esfuerzo loable con tal de desestabilizar un sistema donde no existe el castigo para aquellos criminales que merecen ser juzgados por sus actos pasados.
La figura de Fritz Bauer, tomada con recelo por sus contemporáneos como la de un judío vengativo y de ideas en exceso progresistas, no era del todo respetada hasta su labor en los procesos de Austwitz y, no fue hasta después de su muerte, que se publicó su encomiable trabajo en el rastreo de Eichmann. Y en cuanto a esto, se agradece el trato que el director hace del protagonista de la historia, haciendo evidente su ideología moral, pero sin sublimar su carácter u ofrecer una dulcificación comercial de éste. Sin embargo, resulta algo molesto el personaje del fiscal Kriedler, un estereotipo malvado que confabula contra éste y que no acaba de dañar el compendio del filme por su escasa aparición en pantalla.
Vida personal
El director y guionista, quizás sin acabar de confiar en sustentar el filme en su trama principal, como si lo hace por ejemplo la oscarizada “Spotlight”, decide introducir un joven ayudante de Bauer sobre el cual gira una aproximación más personal entremezclando su vida íntima con la profesional con igual interés. Nos acercamos a partir de esta bifurcación en las dificultades que lleva el tema de la homosexualidad en la sociedad de la época, condicionando en modo de chantaje la resolución del filme, entregando un emocionante acto final que sirve de perfecto clímax al afecto y la admiración que caracterizan a sus protagonistas.
Frases destacadas:
- Adolf Eichmann: “Si hubiese exterminado a los 10,3 millones de judíos, entonces me hibiese dicho: trabajo bien hecho”.
- Fritz Bauer: “Nadie se libra del nacionalsocialismo”.
- Georg: “En unos años, Alemania podrá afrontar su pasado”.
- Kriedler: “Judío y marica. Si lo cogemos será su fin.”
- Fritz Bauer: “Nadie de Bonn a Washington quiere a Eichamann en los tribunales”.