Mar. Mar 19th, 2024

José Luis Garci cierra la trilogía del detective Areta con una precuela que hace justicia a sus antecesoras

Españoles, Garci ha vuelto. Y lo ha hecho siguiendo la estela y esencia de su cine, recuperando una de sus creaciones más redondas para darle el broche final, aunque en  este caso se trate más bien de un principio. José Luis Garci, multipremiado escritor, periodista, guionista y cineasta, nunca se ha decidido a la hora de anunciar con que disfruta más, con la creación, con la visualización o con la escritura fílmica. Quizás su filmografía se entienda como un compendio de sus pasiones. Películas que muestran su artificio, que citan literalmente a un cine pasado, añejo, y a su vez, también inmortal. Cine que habla de cine, de una tradición hollywoodiense de la primera mitad del siglo XX, y que, sin embargo, nos retrata también de la idiosincrasia puramente española, castiza, rural y urbanita.

En 1981, abriéndose con un prólogo con aires de cine quinqui, disfrutamos a todo color del neo-noir por excelencia de la cinematografía patria. Una cinta protagonizada por el inmenso Alfredo Landa, quien da vida al detective Areta, expolicia, un alma atormentada e introspectiva. Los retazos de su vida privada, se ven siempre manchados por la suciedad que salpica su trabajo, una España, la de la transición, repleta de rencillas y de intereses ocultos. Una obra cúlmen que tuvo una secuela dos años después y que quedó magnificamente cerrada, generando una tensión inaudita en el thriller español y que contrarrestaba de manera efectiva y con contención el final de la primera entrega. 36 años después, Garci recupera esta singular historia. Lo hace regalándonos la que quizás sea su mejor película del siglo XXI, siendo su etapa anterior como director magnífica en comparación a sus obras posteriores. Lo hace ubicándose en 1975, situando la historia de Areta seis años antes de su inicio en «El crack». Para ello, aprovechando el ambiente turbio de la muerte del dictador, el filme se fotografía en blanco y negro. Retrocediendo del neo-noir al cine negro puro con aromas a serie B estadounidense. El resultado es sencillo a la par que elegante, con detalles en su dirección que juegan a crear una atmósfera que lleva en volandas la funcionalidad de la narración.

El guion bebe, a su vez como la fotografía y los detalles técnicos, del cine de serie B norteamericano, como ya adelatábamos anteriormente. Nos presenta la resolución de un suicidio que huele a asesinato. Un caso que nuestro detective acepta y cuyas pesquisas nos mostrarán las pasiones humanas más vengativas e innobles. Sabrá  el cineasta en útima instancia generar una tensión continua, un deslizamiento de las secuencias, con sus clásicos fundidos a negro que otorgan gran dinamismo a la sucesión de acontecimientos. Dejando espacio también para introducirse en la psique de Areta, conocer más detalles del introvertido personaje, comprender mejor su carácter taciturno, su malograda existencia. Un Areta que en esta ocasión dará vida Carlos Santos, ganador del Goya por «El hombre de las mil caras». Trabajo arduo y difícil, teniendo el público en el imaginario a Alfredo Landa, quien puede ser el mejor actor español de todos los tiempos, pero que sabe hacer suyo y cumplir su cometido. Cabe felicitar también al elenco casi en su totalidad, destacando a Miguel Ángel Muñoz en el papel de Moro, el Cárdenas a quien dio vida Miguel Rellán. Personaje interiorizado y conseguido que brilla en las escenas más cómicas, pues sin perder la esencia melancólica de la saga, «El crack Cero», quizás por arrastrar menos pesares en la soledad del personaje principal, es la más cómica de las tres entregas.

«El crack Cero» se vive en última instancia como una de esas películas donde Humphrey Bogart se pasea con su gabardina persiguiendo las pistas de un caso, y sin embargo se va perdiendo en la lucha dialéctica con distintos personajes, enfrentamientos verbales con poderosos caballeros y tensiones sexuales no resueltas con mujeres fatales. Es a su vez un complemento perfecto para seguir profundizando en un personaje mítico del cine español, pero también un filme que se puede disfrutar sin  necesidad de haber visto las dos entregas anteriores. Se trata de un cierre que, aunque cuya resolución no esté a la altura de las dos obras de los ochenta, se vive con instensidad y agrado, suponiendo una reconciliación entre el público y Garci tras pretender dejar la dirección con «Holmes & Watson. Madrid Days» (2012).

Frases destacadas:

  • «No me digas que te ha pillado por sorpresa. Los besos siempre se ven venir»
  • «Amo, ¿está bien?’
  • «No. Pero lo estaré»

Tráiler de «El crack Cero»:

 

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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