Janos Szasz se aproxima a la Hungría rural de la Segunda Guerra Mundial a través de la historia de dos gemelos que sufren constantes humillaciones por parte de su abuela.
Personajes sin nombre y abandonados
En «El gran cuaderno» los personajes no tienen nombre. Los gemelos, abandonados por su madre cuando los primeros destellos de la Segunda Guerra Mundial en Hungría empiezan a despuntar en el horizonte, son los bastardos, la miserable anciana que se hacer cargo de ellos responde al apelativo de la abuela y la única compañera que muestra cierto asomo de amistad perversa tras su rostro esculpido por la hambruna y la malicia responde al apodo de Morro torcido.
Negar una identidad a los personajes responde a la loable intención del director Janos Szasz de universalizar la historia de dos hermanos que deciden hacerse invulnerables a los horrores de la guerra autoinflingiéndose humillaciones y sufrimientos propios del soldado de infantería. No obstante, también le sirve para ejercer un maltrato sistemático sobre los protagonistas que hace imposible la identificación con la caústica puesta en escena y anula la voluntad empática hacia los despreciables seres que habitan en la frontera, que emerge como potente imagen en el desenlace de la película, entre la Hungría rural y los campamentos de la Alemania nazi.
Una revisión darwinista del conflicto
«El gran cuaderno» narra la guerra evitando cualquier forma de sublimación épica. Aborda, desde las páginas del diario que le da título, una revisión darwinista del conflicto en la que las enseñanzas de la Biblia –el único libro al que los gemelos tienen acceso- se tornan una suerte de manual de supervivencia. Ofrece, también, una mirada determinista en la línea de «La cinta blanca» con la que comparte la idea hanekiana de situar obstáculos insalvables en los caminos de sus personajes para mostrar la mezquindad de una época. Eso sí, mientras que el austríaco obliga a la reflexión, el húngaro explicita la barbarie hasta puntos casi obscenos. Así, la violación y posterior asesinato de Morro Torcido, las constantes vejaciones familiares hacia los gemelos o la eclosión de un proyectil sobre una madre y su hijo neonato resultan a todo punto excesivas en una película que hace de la falta de sutileza su principal defecto.
Frases destacadas de «El gran cuaderno»:
Gemelos: «Durante la guerra, la gente se mata».
Gemelos: «La abuela nos obliga a trabajar sin descanso. Si no, nos pega. El cartero, el tabernero, todos nos dan palizas».