Mordaz tragicomedia que disecciona la brecha generacional de las relaciones sociales y familiares actuales a través de la mirada de un anciano.
El director finlandés Dome Karukoski es toda una eminencia en su país natal. No hay película que haga que no consiga su nominación a mejor director en los premios nacionales. Asimismo, es considerado uno de los máximos exponentes en el cine finlandés junto a Kaurismäki e, internacionalmente, fue considerado uno de los 10 directores a seguir en el 2013 por la revista Variety. Karukoski se ha trabajado esta buena fama a base de grandes trabajos como “El gruñón”, una comedia con tintes dramáticos y muy profunda que demuestra una maestría tanto técnica como narrativa por parte del realizador y que ha escalado hasta el Top 3 de las películas más taquilleras de la historia en el país báltico.
A pesar de su éxito por tierras escandinavas, en España hemos tenido que esperar 2 años para verla en cartelera. El gruñón al que hace referencia el título está basado en un popular personaje de ficción creado por el escritor Tuomas Kyrö y es un hosco anciano (Antti Litja) que debe enfrentarse a la Helsinki moderna a consecuencia de una caída que le obliga a mudarse con su hijo (Iikka Forss). Por miedo a sentirse poco útil, intenta ayudar a su nuera (Mari Perankoski) en todo lo posible pero acaba destrozando más que arreglando un mundo que ya no entiende.
De la comedia costumbrista
Una comedia sobre un anciano que vive en el campo y llega a la ciudad puede ser un arma de doble filo. Por un lado, la premisa da pie a un sinfín de tópicos y escenas hilarantes porque parece que no hay nada más desternillante que los choques culturales ya sea de diferentes regiones (“Ocho apellidos vascos” (Emilio Martínez-Lázaro, 2014) o generacional como el caso que nos concierne. Por otro lado, la excitación por tener todo un filón entre manos puede ser fácilmente transformarlo en chabacanería, gags absurdos y sin trasfondo. Sin embargo, “El gruñón” tiene mucho de lo primero y nada de lo segundo. Karukoski firma una cinta muy correcta y respetuosa escogiendo momentos tronchantes con mucho ingenio, elegancia y belleza visual. El realizador opta por un ritmo calmado y sostenido que no rompe en los gags, incrementando así la chispa del momento a la vez que mantiene una dinámica armónica. Además, estos momentos combinan a la perfección una esencia de comedia clásica americana con una estética moderna escandinava con tonos suaves y fríos, una composición refrescante.
La cinta esta llena de momentos geniales. De ellos sobresale el día que pasa el anciano con su nuera. Litja y Perankoski hacen un dúo increíble en sus personalidades tan antagónicas que recuerdan al tándem formado por Jack Lemmon y Walter Matthau de “En bandeja de plata” (Billy Wilder, 1966). Iikka Forss también hace un buen trabajo. Aunque el director reserva la parte dramática para los momentos padre-hijo, los gags cómicos que tienen juntos son excelentes donde la mirada de Iikka los eleva a otro nivel.
Al drama intimista
Pero, como ya anunciábamos, “El gruñón” no es una simple comedia. Karukoski se sirve de la propuesta para profundizar en 2 ideas: la aceptación de la vejez y las relaciones familiares. Detrás de cada momento cómico podemos extraer mucha miga. Sentimientos encontrados se agolpan detrás de cada escena donde reímos por las torpezas del anciano mientras su mirada de desconsuelo por convertirse en un lastre nos emociona. Una genialidad narrativa e interpretativa que, sin ser cine slapstick, recuerda mucho a Buster Keaton.
Si se le puede sacar algún defecto a “El gruñón” es la heterogénea distribución de los momentos cómicos y dramáticos. Durante la primera hora de metraje, el realizador nórdico fluye perfectamente entre ambos géneros donde el ritmo lento ayuda a que no se convierta en una vertiginosa montaña rusa de sentimientos sin sentido. Sin embargo, en la última media hora la comedia se despide para no volver. Aunque mantenga una coherencia con la historia que nos narra y a estas alturas las risas no tienen cabida, el ritmo lento pronto empieza a pesar. La esperanza de un final apoteósico anticipado por la tendencia inicial de la película, acaba desvaneciéndose para entender que el clímax de la cinta, que no deja de ser colosal, realmente ya ha pasado.
“El gruñón” no es solo una película desternillante. La cinta profundiza en valores tan personales como universales como son la vejez y las relaciones familiares. Karukoski exprime al máximo la premisa dejando un buen sabor de boca y demuestra un buen hacer en el desarrollo del filme, consolidándose así como un director a tener en cuenta.
Frases destacadas:
- Taxista: “Mucho dinero para una mujer.”
- Gruñón: “He visto un negrata en una parada de bus. Y hablaba finés.”
- Gruñón: “Será mejor que conduzca yo. Una mujer conduciendo, esto es una gran ciudad…”
- Gruñón: “Solo me tomo dos copas al año y ya me las he tomado.”
- Gruñón: “Hoy, los instrumentos y los edificios funcionan con electricidad.”