El director de televisión, cine y teatro Fernando Bernués lleva a la gran pantalla la novela de Bernardo Atxaga, después del éxito de su adaptación teatral de la famosa novela.
La hora de enfrentarse a la verdad
Ya lo decía la canción de Presuntos Implicados: “Cómo hemos cambiado”. La vida es inesperada y nos va moviendo por derroteros que acaban moldeando nuestra forma de ser. De eso va este drama que bucea en la realidad sociopolítica de los últimos años de una región un tanto convulsa como era el País Vasco. Concretamente abarca desde finales de la guerra civil hasta la entrada en el nuevo milenio. Para ello se sirve de tres personajes, que son amigos de la infancia. Como siempre la entrada en el periodo adulto les hará tomar postura sobre su realidad socio política.
El filme nos lleva hasta Estados Unidos, allí vive David Imaz. A mediados de los setenta, tuvo que huir del País Vasco repudiado por los suyos, acusado de traición. Allí rehace su vida, pero una valvulopatía hará que su mujer llame a Joseba Altuna, su amigo de la infancia, para que acuda a verle. Este acepta y acude a despedirse de él y de paso, a ajustar cuentas pendientes. Para ambos amigos el pasado es un lastre en sus vidas. El sentimiento de culpa no le permite afrontar con serenidad sus últimos días de vida.
La culpa y las viejas historias
Esta versión cinematográfica es un relato sereno, honesto, sin estridencias, ni ínfulas. Para que al espectador le quede claro, es el polo opuesto del último filme de Julio Medem, “El árbol de la sangre”, largometraje sumamente pretencioso. Eso hace que sea bastante recomendable. El filme tiene más aspectos relevantes. Posee una bella fotografía que está arropada por una bella partitura obra de Fernando Velázquez, que rentabiliza los bellos paisajes del País Vasco. Del reparto tenemos que destacar a Aitor Beltrán, Iñaki Rikarte, Bingen Elorza y Cristian Merchan que dan vida a la pareja de amigos en sus etapas de joven y adulto. Sobre ellos recae la responsabilidad de hacer verosímil la narración.
El libreto de Bernardo Atxaga y Patxo Telleria es ágil, va al núcleo de la problemática con rapidez. Son muy sugerentes, juegan con los pequeños detalles para mostrarnos el entorno vital y emocional de los personajes movidos por la culpa, y eso es de agradecer siempre. Bernués, al igual que Medem, rehúyen de dar una visión historicista de la problemática vasca. En este caso, en lugar de bucear en una relación sentimental, explora la relación de amistad y sus entornos familiares, y cómo estos marcan sus destinos. Construye un relato sumamente dramático pero que a la vez resulta muy elegante, porque no busca la lágrima fácil del espectador, y eso le brinda más puntos a su favor. En su contra, que la narración cinematográfica resulta poco elaborada, casi roza el lenguaje televisivo. El resultado final es notable y recomendable para el gran público que busque una bella historia de amistad y reencuentros.
Frases destacadas:
- Lubis: “Son viejas historias”
- David: “Con esa decisión entré en la lucha armada”
- Joseba: “Por todo, David, por todo”
- Joseba: “El precio fue muy alto para todos”